Fue una final
épica, un espectacular toma y daca que duró todo el partido, con constantes
alternativas en el marcador, y que se jugó con un gran espíritu deportivo que
ya quisieran para sí muchos clubes de fútbol en Europa. Los Cisnes de Sydney, los
Bloods, tal como los conocen sus seguidores por su vestimenta roja, se
impusieron en un apretadísimo final al equipo que partía como favorito, los
Halcones de Hawthorn (Melbourne) por un margen de 10 puntos.
El día amaneció
frío en Melbourne, tras un viernes lluvioso que deslució el desfile previo a la
final – los jugadores tuvieron que saludar a los aficionados desde el interior
de los coches. Pero el frío nunca es un obstáculo serio para los buenos
aficionados al footy, y cerca de
100.000 personas abarrotaron el Merlbourne Cricket Ground.
En los primeros
minutos, ambos equipos trataron de asentarse en el campo y establecer los
marcajes individuales que a la larga resultarían casi decisivos. Como era de
esperar, Teddy Richards se emparejó con Lance ‘Buddy’ Franklin y consiguió
controlarlo en los momentos clave, en especial en el segundo cuarto, en el que
Hawthorn solamente consiguió un mísero punto.
Con una
temperatura que apenas llegaba a los 10ºC, Hawthorn dominó claramente el centro
del campo en el primer cuarto, donde Mitchell, Burgoyne y Sewell lograban crear
jugadas de peligro con claridad. Sydney únicamente anotó un gol, un soberbio
chut desde el flanco izquierdo de Nick Malceski que superó a la defensa de
Hawthorn.
El panorama
cambió dramáticamente en el segundo cuarto. Mumford y Pyke comenzaron a dominar
los botes en la zona del ruck, y empezó
a verse la calidad de Josh Kennedy y Daniel Hannebery. Sydney marcó seis majors, y superó la ventaja inicial de
los Melburnians para irse a los
vestuarios con una ventaja sustancial, 16 puntos.
Al comienzo del
tercer cuarto, Sydney siguió imponiendo su juego en defensa y en el medio
campo, y llegó a ampliar su ventaja a 28 puntos – podrían haber sido 33 si un
disparo de Kennedy no hubiese golpeado en el poste. Pero si algo caracteriza a
Hawthorn, es su capacidad de reacción en los momentos difíciles, tal como
demostró en el segundo partido de la liga regular contra los Swans, en Sydney,
en el que remontaron una desventaja de cerca de 50 puntos para acabar imponiéndose.
Y eso es lo que los
seguidores de los Hawks pensaban que iba a ocurrir cuando Hawthorn marcó cuatro
goles rápidamente. La ventaja de Sydney se esfumó, y al último intercambio se
llegó con la ventaja mínima a favor del equipo de la más famosa bahía del mundo.
El partido se seguía
jugando a un ritmo infernal, y era difícil mantener la posesión. Los dos
equipos luchaban a brazo partido por cada marca y en cada pase. Cuando David
Hale amplió la ventaja de Hawthorn a 11 puntos, parecía que el trofeo de
campeones se quedaría en la capital de Victoria. Pero los Bloods han demostrado
esta temporada que son duros de pelar – excepto en el partido contra Richmond
en el mismo escenario de la final, una derrota que todos sus aficionados
prefieren olvidar.
A falta de siete
minutos, y gracias a goles de Hannebery, Kieren Jack y el veterano Adam Goodes,
Sydney volvía a dominar el marcador. Hawthorn se lanzó al ataque
desesperadamente, pero Gunston y Sewell no tuvieron puntería. El tiempo se iba
consumiendo, el combate no disminuía en intensidad, hasta que Nick Malceski
sentenció con un acertado disparo con su primorosa zurda desde unos veinte
metros.
El delirio se
apoderó del sector rojiblanco en las gradas: la ventaja de Sydney era ya
insuperable en los treinta segundos que restaban, y cuando sonó la sirena, los
Swans vieron realizado su sueño, ganar la Gran Final por quinta vez en su
historia, la segunda desde 1933, cuando el club estaba ubicado en South
Melbourne.
El capitán,
Jarred McVeigh, y el entrenador, John Longmire, levantaron el trofeo ante los
miles de aficionados que los vitoreaban. Fue un momento muy especial y entrañable
para Jarred McVeigh, que en 2011 había perdido a su hija Luella, de dos meses,
por una enfermedad incurable.
Pyke le gana la partida a David Hale |
Y qué decir del
gigante canadiense Mike Pyke: el internacional de rugby por Canadá, que fichó
por los Swans cuando Paul Roos era entrenador, sufrió pullas y burlas en su
primera temporada. Casi nadie pensaba que pudiera triunfar en el fútbol
australiano. Hoy, Pyke puede reírse de aquellos malos momentos: ya es campeón,
y nadie le podrá quitar ese título.
Una gran victoria
tras un partido disputadísimo, en el que ambos equipos jugaron con exquisita
deportividad.
HAWTHORN: 4.5
4.6 9.10
11.15 (81)
SYDNEY : 1.4 7.4 10.5 14.7 (91)
GOLES
Hawthorn:
Franklin 3, Breust 2, Gunston 2, Hale 2, Ellis, Smith.
Sydney: Jack 2,
Kennedy 2, Malceski 2, McVeigh 2, Morton 2, Goodes, Hannebery, Reid,
Roberts-Thomson.
Puedes consultar las estadísticas completas del partido aquí.