Ali Smith, How to be both (Melbourne: Penguin, 2015). 372 páginas.
Es raro que una
editorial corra riesgos hoy en día. El caso de How to be Both es un ejemplo casi perfecto de cuándo vale la pena
tomar ese riesgo. Me explico: la novela se compone de dos partes (ambas
reclaman para sí ser la Primera) y, de hecho, circulan diferentes ediciones
donde la que aparece en segundo lugar en mi ejemplar es la primera. Se reduce a
un juego autorreferencial, pues el título alude a ese enigma: ¿cómo ser dos
cosas diferentes al mismo tiempo?
De modo que la
duplicidad es parte de la esencia temática del libro. Vida y muerte; lo
masculino y lo femenino; realidad y ficción; y Smith hace gala de un virtuosismo lingüístico sin parangón.
En la parte de
George (una chica de Cambridge que recientemente ha perdido a su madre tras una
extraña reacción alérgica a un medicamento), Ali Smith nos abre una ventana a
la vida interior de una adolescente en duelo. George rememora momentos
compartidos con su madre, en especial un viaje a Italia, donde contemplaron
ensimismadas los frescos de Francesco del Cossa. Mientras su padre trata de
olvidar el dolor mediante la bebida, George se enfrasca en el recuerdo, trata
de cuidar de su hermano pequeño, Henry, y descubre una especial amistad en una
chica de la escuela, Helena, con quien comparte ideas, locuras, sentimientos.
Tanto en esta parte como en la del pintor, Smith trabaja el lenguaje con un
envidiable virtuosismo: los juegos de palabras, la omnipresente ironía, la
técnica narrativa, las perspectivas.
Sant Vicent, amb el dit estés. Francesco del Cossa, segle XV. |
En un momento en
que George y Helena debaten qué tipo de trabajo presentar en una de sus
asignaturas, se plantean escribir lo que un pintor del Renacimiento diría de su
vida mientras está en el purgatorio, esperando renacer. ¿Es la parte de
Francesco del Cossa lo que las dos adolescentes, avispadas ellas, inteligentes
y dotadas de una muy cáustica visión del mundo, escriben para su clase de
Historia del Arte? Probablemente no, pero el juego de ficción y espejos que
construye Smith sobre esa base es, en una palabra, magistral.
Del Cossa entra
en escena (es un decir) cuando George está haciendo un escrutinio del número de
personas que prestan atención al retrato de San Vicente Ferrer en la Galería
Nacional de Londres. Intrigado por lo que hace la joven (al principio lo
confunde con un chico), su espíritu se aferra a George y la sigue allá donde
va, quedando sumamente admirado de una suerte de tableta votiva que casi
siempre lleva en sus manos George, una tableta que, en este siglo XXI, permite
ver y crear “pinturas” muy realistas y ver imágenes en movimiento.
Francesco del Cossa, Alegoría de abril, frescos en el Palacio Schifanoia de Ferrara. |
Mientras la parte
del pintor exige (aparentemente) mayor concentración por parte del lector, en
la parte de George abundan escenas hilarantes – en particular los diálogos (es
un decir) de la joven huérfana con la psicóloga de la escuela, la Sra. Rock.
“Es martes, así que toca la Sra. Rock.
Creo que puede que no sea una persona muy apasionada, dice George.
Desde Navidad la Sra. Rock ha dejado de repetirle a George lo que George le dice. Su nueva táctica es sentarse y escuchar sin decir nada, para luego, cerca del final de la sesión, contarle a George alguna especie de historia o improvisar con una palabra que George haya usado o algo que le haya chocado a causa de algo que ha dicho George. Eso significa que ahora las sesiones son principalmente monólogos, más un epílogo a cargo de la Sra. Rock.
Se lo he preguntado a mi padre esta mañana, dice George, si pensaba que yo era una persona apasionada y me ha dicho: pienso que eres indudablemente una persona con mucha energía, George, y que hay indudablemente mucha pasión en esa energía tuya, pero yo sé que estaba como engatusándome. Y no es que mi padre tendría ni idea de si soy apasionada o no, digo yo. Y bueno, entonces mi hermano va y empieza a hacer sonidos como de besuqueos, con el dorso de la mano, y mi padre se ha puesto como muy incómodo, y entonces ha cambiado de tema, y entonces cuando hemos salido por la puerta de casa para ir al cole, mi hermanito estaba de pie junto a la furgoneta de mi padre, en la entrada para el coche, y no paraba de hablar de la gran pasión que se sentía por la energía del motor, que en la energía del vehículo uno podía sentir mucha pasión, y yo me sentí estúpida, como una idiota por haber abierto la boca y haberle dicho algo a alguien en voz alta.
La Sra. Rock sigue ahí sentada, más callada que una estatua.
Y así son ya dos las personas que hoy realmente no van a hablarle a George.
Tres, si uno cuenta a su padre.
George siente que se le viene encima una terquedad mientras permanece allí sentada, en ese sillón para estudiantes en el despacho de la Sra. Rock. Sella la boca. Se cruza de brazos. Mira el reloj. Pasan solamente diez minutos de la hora. Quedan otros sesenta minutos de esta sesión (es un doble periodo). No piensa decir una sola palabra más.
Tic tic tic.
Cincuenta y nueve.
La Sra. Rock sigue sentada junto a la mesa delante de George, como una masa continental separada de una isla para la que ya haya salido hace tiempo el último ferri del día.
Silencio.” (p. 128-9, mi traducción)
How
to be Both es una novela
muy atrevida, tanto en su formato como en su contenido, además de un curiosísimo
homenaje a un pintor desconocido. Como
en There but for the, Smith es
juguetona y seria. Algo que no te dejará indiferente.
El llibre ja va ésser traduït al català (Com ser-ho
alhora) per Dolors Udina Abelló, publicat al 2015 per l’editorial Raig Verd.
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