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11 ene 2021

Blowering Cliffs Walk

 

Situado a la entrada del Parque Nacional Kosciuszko, la presa de Blowering alimenta hasta tres centrales hidroeléctricas en la región meridional de Nueva Gales del Sur. Este sendero, con unos cinco kilómetros de recorrido (ida y vuelta) te lleva desde la carretera principal (Snowy Mountains Highway) hasta la base de los acantilados que dominan la vista. Pese a su corta longitud, el sendero es exigente, con fuertes (aunque cortas) pendientes al principio.

¡Ponga un gang gang en su vida! Fotografía de JJ Harrison.
Deja el coche en el aparcamiento de Log Creek, justo antes del puente sobre la carretera principal. Los primeros dos kilómetros se hacen por la pista de mantenimiento de las líneas eléctricas. La vegetación es frondosa y abundan los pájaros. Posiblemente veas algún ejemplar de gang gang, una hermosa cacatúa autóctona cuyo canto recuerda al que se produce cuando se saca un tapón de corcho de una botella o el chirrido de una puerta cuando se abre.

La vista de Blowering Dam desde el claro.
La pista te llevará hasta un claro desde el cual ya es posible ver los acantilados claramente, y si ha llovido recientemente, oirás también el sonido del agua que cae en una pequeña cascada. Hacia el oeste queda la presa, mientras que al este hay montañas y bosques que se extienden hasta el Territorio de la Capital Australiana.

La senda es estrecha pero muy clara. Es un paseo bastante popular entre senderistas.
Esta pequeña zona se salvó de los incendios del año pasado que devastaron una extensión similar a la totalidad de la provincia de Valencia y que destruyeron todo lo que queda más al sur del Parque Nacional. No se salvó de los incendios de 2003, que en apenas dos semanas cruzaron toda la región y devoraron las afueras de Canberra. Otro incendio de las características del año pasado casi seguro terminará por siempre con este ecosistema, ya bastante dañado de por sí.

Los acantilados vistos desde la base. Cuando las lluvias son intensas, el agua arrastra rocas y troncos montaña abajo.
Tras el claro, la pista se convierte en senda, cada vez más estrecha. Abundan los helechos y los eucaliptos tienen cada vez mayor altura. La última señal se encuentra poco antes de la senda. A partir de ahí, lo aconsejable es permanecer en la senda y no salirse ella. El camino cruzará un par de puentecitos camino de la base de los acantilados. El ascenso es mucho más suave y la proximidad del agua se escucha claramente.

La recompensa es llegar y lavarse el sudor de la cara con el agua más fresca y limpia. Impagable.
En la base de los farallones el aire es mucho más fresco, pues apenas recibe la luz del sol. El arroyo se forma allí y baja por la montaña hasta unirse al pantano más abajo, ya pasada la carretera.

Camino de la represa para producir electricidad.
Lo recomendable es hacer noche en Tumut y disfrutar de su cerveza, sus truchas o carnes frescas. En verano, el pueblo cuenta con una piscina de 50 metros, y en los dos últimos años el ayuntamiento ha permitido la entrada gratuita a todo el mundo.

1 ene 2015

Nochevieja en Kosciuszko: 2014


Dado el coste del pase del telesquí en verano, me queda claro que los caminantes subvencionamos en parte a los aficionados a la bicicleta de montaña.
Dado el elevado número de personas que decidieron hacer lo mismo que nosotros y lo recorrieron el último día del año, es muy posible que la ascensión al Monte Kosciuszko se esté convirtiendo en una especie de peregrinaje estival de “obligado” cumplimiento. Y eso que es más que probable que resulte ser una de las caminatas más costosas del mundo. Además de la entrada al Parque Nacional de Snowy Mountains (A$16 por coche y día), quien quiera comenzar el recorrido cercano a las 4 horas (ida y vuelta) desde la estación meteorológica de Thredbo, al final del telesilla que sube desde el valle, tendrá que apoquinar otros A$68 (pase familiar de un día).

Inicio del paseo
Kosciuszko es el punto más alto del continente australiano, a pesar de sus modestos (si no ridículos) 2.228 metros sobre el nivel del mar. La ascensión es por lo tanto más simbólica que otra cosa: una vez eliminada la durísima subida desde el valle gracias al telesquí, el camino apenas reviste dificultad. El sendero es muy amplio y la mayoría del recorrido se hace sobre rejillas de acero (para proteger el terreno de la terrible erosión que de otro modo causarían los miles de botas y zapatillas que pasan por allí a diario). Los desniveles son mínimos, comparados con otros senderos locales o extranjeros.

Lake Cootapatamba
A pesar de las más que visibles indicaciones en sentido contrario, no obstante los avisos tan prodigados a lo largo de todo el camino, todavía hay que personas que se salen del sendero marcado y deambulan por un ecosistema que es increíblemente frágil. Por desgracia, también pululan esos auténticos “nazis” del ejercicio físico que, pese a la expresa prohibición que se exhibe al principio del camino, completan el sendero a la carrera, en sus estridentes uniformes de licra. Envoltorios de chocolatinas, pañuelitos de papel y otros desechos también quedaron allí arriba en lugar de volver con sus dueños a la “civilización” para que pudieran terminar en una papelera, donde corresponde.

Flora alpina
Lo anterior forma todo parte de un trastorno social contemporáneo (¿una enfermedad, quizás?), un comportamiento psicopático que desprecia el bien común, el bienestar de todos, en favor de la gratificación de deseos personales, y cuyos pacientes probablemente justifiquen interiormente con tres palabras: because I’m special.

El tramo final
El 31 de diciembre de 2014 la temperatura en Thredbo Top Station no llegó a superar los 15 grados. La sensación térmica no llegó en ningún momento a los 10 grados centígrados, más que nada por el viento de poniente (ojo al dato: el día anterior la sensación térmica no superó los cero grados en ningún momento). Aun así, por la cima de Kosciuszko pasaron ayer, día de Nochevieja, centenares de personas, incluidas muchas familias con niños pequeños. Cerca de la cumbre, los cuervos se hacían ver entre los pocos restos de nieve que quedaba del invierno (significativamente mucha menos que hace cinco años, la última vez que había estado en esa parte del mundo).

A mis pies, Australia

Tras 18 años de vida en Australia, sin duda alguna ya era hora de realizar mi primer ascenso a Kosciuszko. No será el último, espero, pero este tipo de peregrinajes no me interesa.

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