Will Self, Tough, Tough Toys for Tough, Tough Boys (Londres: Bloomsbury, 1998). 244 páginas.
Bienvenido al provocativo mundo narrativo de Will Self. Bienvenido a sus ambientaciones surrealistas, a una perspicaz desproporción que te obliga como lector a enfrentarte a los límites de lo que normalmente considerarías como aceptable o admisible. Porque el éxito de la sátira, no lo olvidemos, depende de los límites que uno mismo de imponga en el ámbito de las normas sociales. Si la sátira de Swift continúa siendo válida y efectiva, es porque los límites que traspasaba estaban basados en pautas medianamente uniformes. Nunca admitiremos la noción de comer niños para combatir la pobreza.
Este volumen de narraciones breves de Self comienza con una historia cuyo título se inspira en una nouvelle de Francis Scott Fitzgerald de 1922 (puedes acceder al texto íntegro en inglés aquí, por ejemplo) titulada ‘The Diamond as Big as the Ritz’. En el caso de Self, en lugar de un diamante lo que tenemos es ‘The Rock of Crack as Big as the Ritz’. Los protagonistas son dos hermanos de origen jamaicano en Londres; uno de ellos, Danny, encuentra una veta de cocaína pura en los cimientos de la casa en la que viven. En lugar de consumirla, Danny pone a su hermano Tembe a trabajar en el negocio de la distribución. Tembe es adicto al crack y a lo que le echen, mientras que Danny prefiere ni tocarla. La codicia y la inmundicia van de la mano. El cuento puede todavía leerse de manera gratuita en internet, tal como lo publicó The New York Times.
Tras hacerse unos cuantos güisquis (siempre he querido tener la oportunidad de escribir así la palabra, de modo que aprovecho esta ocasión) recoge a un autoestopista, a quien somete a un taimado interrogatorio para arrancarle los detalles más sórdidos de su vida, una existencia más bien desdichada, con una salvedad: al autoestopista le gusta jugar con los camiones y tractores Tonka, una marca que quizás recuerdo vagamente en las tiendas de juguetes de mi niñez. El chico le sirve a Bill como blanco de su aborrecimiento por los demás en general. ¿Es un claro caso de proyección? ¿Terminará bien el viaje, que en el mejor de los casos llevaría un día entero?
Bienvenido al provocativo mundo narrativo de Will Self. Bienvenido a sus ambientaciones surrealistas, a una perspicaz desproporción que te obliga como lector a enfrentarte a los límites de lo que normalmente considerarías como aceptable o admisible. Porque el éxito de la sátira, no lo olvidemos, depende de los límites que uno mismo de imponga en el ámbito de las normas sociales. Si la sátira de Swift continúa siendo válida y efectiva, es porque los límites que traspasaba estaban basados en pautas medianamente uniformes. Nunca admitiremos la noción de comer niños para combatir la pobreza.
Este volumen de narraciones breves de Self comienza con una historia cuyo título se inspira en una nouvelle de Francis Scott Fitzgerald de 1922 (puedes acceder al texto íntegro en inglés aquí, por ejemplo) titulada ‘The Diamond as Big as the Ritz’. En el caso de Self, en lugar de un diamante lo que tenemos es ‘The Rock of Crack as Big as the Ritz’. Los protagonistas son dos hermanos de origen jamaicano en Londres; uno de ellos, Danny, encuentra una veta de cocaína pura en los cimientos de la casa en la que viven. En lugar de consumirla, Danny pone a su hermano Tembe a trabajar en el negocio de la distribución. Tembe es adicto al crack y a lo que le echen, mientras que Danny prefiere ni tocarla. La codicia y la inmundicia van de la mano. El cuento puede todavía leerse de manera gratuita en internet, tal como lo publicó The New York Times.
De las siete narraciones que integran este libro, ‘Flytopia’, la segunda,
es posiblemente la más lograda. Una historia de horror pura y dura, en la que
un hombre alcanza una especie de pacto con los insectos que se han adueñado de
su casa, con quienes mantiene curiosísimas conversaciones. La llegada de su
novia a la casa al día siguiente despierta repentinamente en él unos
irrefrenables deseos de deshacerse de ella. ¿Puedes imaginarte el desenlace?
La narración que da título al libro es un relato de viajes, con un
divertido guiño al psicoanálisis. Bill Bywater, psicoanalista mujeriego y
alcohólico, tan enamorado de su automóvil como de la marihuana que fuma
compulsivamente, inicia un viaje desde el norte de Escocia hasta Londres.
Tras hacerse unos cuantos güisquis (siempre he querido tener la oportunidad de escribir así la palabra, de modo que aprovecho esta ocasión) recoge a un autoestopista, a quien somete a un taimado interrogatorio para arrancarle los detalles más sórdidos de su vida, una existencia más bien desdichada, con una salvedad: al autoestopista le gusta jugar con los camiones y tractores Tonka, una marca que quizás recuerdo vagamente en las tiendas de juguetes de mi niñez. El chico le sirve a Bill como blanco de su aborrecimiento por los demás en general. ¿Es un claro caso de proyección? ¿Terminará bien el viaje, que en el mejor de los casos llevaría un día entero?
Un anuncio de los juguetes Tonka de la década de los 80.
Bill Bywater reaparece en otra historia, situada en Londres, ‘Design Faults
in the Volvo 760 Turbo: A Manual’. El título es engañoso, por supuesto: Bill se
presenta como psicoanalista adúltero obsesionado con su Volvo 760 Turbo (sí, el
mismo que había estado conduciendo desde Thurso en ‘Tough, Tough Toys for Tough, Tough Boys’). La moraleja del cuento quizás pudiera ser que no siempre ha de
fiarse uno de su mecánico.
Esta colección de cuentos incluye además ‘Dave Too’, una historia absurda
en torno a la identidad en un mundo que habitan únicamente personas llamadas
Dave, y ‘A Story for Europe’. Este último son dos historias paralelas: por un
lado, la de un banquero teutón que padece una embolia; por otro, la ansiedad de
los padres de un niño inglés de dos años que solamente sabe comunicarse en
alemán comercial. ‘Caring, Sharing’, en mi opinión el relato que resulta menos
atractivo, nos lleva a un Manhattan en un futuro indeterminado en el que las
personas se hacen acompañar por ‘emotos’, una suerte de niños gigantes que
cuidan de sus necesidades afectivas.
‘The Nonce Prize’ [El premio al pedófilo] cierra el libro, y reintroduce a
los hermanos Danny y Tembe del primer relato. En este, sin embargo, es Danny
quien ha caído en la adicción y Tembe quien maneja el negocio. Un capo del
narco jamaicano, Skank, llega a Londres para vengarse de Danny. Skank paga para
que un par de criminales droguen a Danny y le preparen una trampa brutal. La
policía encuentra a Danny en una nave industrial junto al cadáver de un niño
asesinado y mutilado, al cual le han inyectado el semen de Danny (los sicarios se
lo han sacado por medio de una jeringuilla. Danny no tiene ninguna posibilidad
en el juicio, e ingresa en la cárcel, en concreto en el ala dedicada a
pedófilos y violadores. Como buen narcotraficante que es, que le encasillen de
esa manera le resulta repulsivo. El alcaide le sugiere que se inscriba en
cursos, y Danny se apunta a uno de escritura creativa.
Llegado el día de la concesión del premio, Danny está en la lista de
candidatos, pero tiene que competir con dos pedófilos. El cuento adquiere
entonces un ingenioso aspecto metaliterario. Danny ha escrito un relato
ficticio en torno a las actividades del narcotráfico de su hermano (¿quizás
algo similar al relato que abre el libro?), mientras que el cuento ganador es
el de uno de los más depravados pedófilos en la cárcel, una historia absurda
sobre el profundo cariño de un hombre por el gato de su difunta esposa. ‘The
Nonce Prize’ ofrece en un principio una visión descarnada del sistema penitenciario,
pero Self lo transforma en una inteligente sátira en torno al mundo editorial y
los premios literarios.
Tough, Tough Toys for Tough, Tough Boys sigue muy de cerca la línea que Self había creado unos años antes en Grey Area: son espacios ficcionales definidos con precisión y gusto por el detalle útil, con unas tramas que van más allá de lo absurdo. Más que un simple entretenimiento.
Tough, Tough Toys for Tough, Tough Boys sigue muy de cerca la línea que Self había creado unos años antes en Grey Area: son espacios ficcionales definidos con precisión y gusto por el detalle útil, con unas tramas que van más allá de lo absurdo. Más que un simple entretenimiento.