3 ene 2017

Nouvelle-Calédonie: a unique destination in the Pacific

The waterfront at Anse Vata, Noumea. C'est ne pas Paris!
Despite being officially designated as a special collectivity of France, one never stops getting the feeling that New Caledonia is very much a colony. There seems to be a huge gap between the capital, Noumea, and the more remote communities. But more about this below.

The main island of the archipelago, Grand Terre, is certainly big enough for the visitor to dedicate a few days to the exploration of its numerous coastal attractions and to admire its rugged yet now mostly bare mountains. The reasons for their bareness seem to be principally two: in the 19th century, sandalwood was a much sought-after commodity, and so the native forests were razed quickly. Today gum trees, pine trees and bamboo, among other introduced species, are visible along the roads all over the main island. Reason number 2 is the exploitation of nickel ore, present almost everywhere on the island. Big gashes are visible on mountains, while rivers and creeks carry a great deal of reddish pigments.

Unlike other Pacific Islands where Christian churches have become the foremost socio-political feature (Samoa is one place that comes to mind: only a couple of weeks ago, PM Tuilaepa’s Government tabled a seriously perilous Constitution Amendment Bill whereby Samoa will become an officially Christian State), New Caledonia appears to be rather less pervaded by the type of fundamentalist religiousness that makes easy-going visitors feel a little uncomfortable when not completely alienated. At least in Noumea, there is a generally straightforward and liberal vibe, although alcohol consumption is a clear problem.


Graffiti on a picnic table speaks volumes..


Ybal Khan, 'Determiné'. Words for a struggle.

Moreover, New Caledonians are considered French citizens, and therefore any European Union passport-holders can ingress without a visa. How long will this last? Who knows. Most of the waitpersons I talked to in Noumea were French backpackers who are actively seeking a different future for themselves. But away from the capital, things are very different. The economic gap between wealth and poverty is striking, and makes you wonder...

Because pictures tell a story much better than words, here are a few images, tips and comments for any potential visitor to this unique Pacific enclave.

1. The beaches are wonderful, the waters are clean. There are many options within easy reach from Noumea, and others a few hours away by car.
Plage de Carcasonne (Plum), about one hour away from Noumea

The beach at Poé, about 2 hours north of Noumea on the west coast. Sublime!

The locals in Waho (east coast) were trying to catch their lunch while we watched in the rain.

As if a pristine beach were not enough... Wadiana waterfall and waterhole (Tribu Goro) on the eastern coast, The sea is just metres away.
2. The Aquarium at Anse Vata is a must-see, especially if you're not into diving or snorkelling. Wonderful specimens.



3. Opened in 1998, the Jean-Marie Tjibaou Cultural Centre in Tina affords a magnificent understanding of the indigenous cultures of New Caledonia, particularly the Kanaks. It's a splendid building set on a narrow peninsula, it was designed by Italian architect Renzo Piano. The collections are really worth the visit.
Centre culturel Tjibaou
Kanak warrior
The traditional planting of taro
A poignant portrait of suffering in the wake of a cyclone
The traditional home of the Kanak
Composition using water bottle tops
4. Apart from the coastal areas, the landscape can be quite spectacular. These two shots are from the Poé Area: tall, majestic araucarias on Baie des tortues (Bay of Turtles) and impressive rock formations at low tide.


5. In Noumea, prices are Parisian, which should not surprise anyone. A no-frills dinner for a family of four will set you back more than €100. An affordable option in Anse Vata is a place called Stone Grill, where you can cook your own fillet of yellow-fin tuna. Fresh, nutritious, unbeatable for taste, and just under €25.


6. Most likely, the best thing about the megacruises that plague Noumea on a daily basis is the fact that they never stay overnight, and make for good sundown photographs with ocean backgrounds. Au revoir! Bon vent!

1 ene 2017

Reseña Family Life, de Akhil Sharma

Akhil Sharma, Family Life (Nueva York, Faber & Faber, 2014). 210 páginas.
Existe en estos comienzos de siglo una sobreabundancia de novelas cuyo principal tema es la migración y la dureza del empeño que conlleva adaptarse a una tierra extraña; ciertamente, la diáspora india ha sido una de las más prolíficas en este sentido. Cabe destacar títulos como The Lowland o The Namesake, de Jhumpa Lahiri, Odysseus Abroad o Afternoon Raag de Amit Chaudhuri; pero también hay otros puntos de vista, como la perspectiva nigeriana en Americanah de Chimamanda Ngozi Adichie, o la zimbabuense de NoViolet Bulawayo con We Need New Names.

Sharma es un autor nacido en Delhi pero mudado a los Estados Unidos durante su infancia, y su creación conforma una corta lista, con una sola novela ambientada en India, An Obedient Father, ya reseñada en este blog hace poco más de un año. La historia que narra Family Life está basada en su propia experiencia, aunque sea primordialmente una obra de ficción. Es difícil, en todo caso, deslindar los datos autobiográficos de los episodios ficcionales, y quizás nunca quede claro en cuál de los dos lados está la experiencia auténtica.

Como le sucedió a la familia Sharma, a los Mishra, emigrados a los EE.UU. a finales de los 70, el sueño americano les parecía posible. Pero todo se estropea cuando el hermano mayor de Akhil/Ajay, que iba a comenzar estudios en un distinguido centro del Bronx, sufre un terrible accidente en una piscina durante las vacaciones de verano, se golpea contra el fondo y queda inconsciente en el fondo. Para cuando logran sacarlo, los daños al cerebro son enormes e irreversibles.

Del entusiasmo ante las comodidades y lujos como agua caliente y televisión que el mundo desarrollado les ofrece a los recién llegados, los Mishra ven cómo de repente el sueño de Birju, el hermano mayor, se hace añicos en el fondo de una piscina. El dinero del seguro, cuando llega, nunca será suficiente para atender las necesidades del chico discapacitado de por vida. Los planes de la familia cambiarán para siempre.

La historia está narrada en primera persona por Ajay, el hermano menor (en una reconstrucción exacta de la experiencia vital de Akhil Sharma). Family Life es una comedia negra repleta de ironía, aunque en sus esfuerzos por dotar a la narración de tonos cómicos efectivos Sharma se excede en ocasiones y llega a la caricatura, como cuando Ajay trata de ganarse la simpatía y la amistad de sus compañeros de clase mediante exageraciones sobre las virtudes que poseía su hermano antes del accidente, o por medio de descripciones con detalles grotescos cuando no soeces sobre el tratamiento que recibe Birju.

Es en la visión descarnada del impacto que el accidente tiene sobre los padres donde Sharma sí consigue, a mi parecer, capturar la atención del lector. Escrita con sencillez y claridad, el autor busca ponernos a la vista el dolor irreparable, la congoja interminable de unos padres que nunca van a poder superar la pérdida, el vacío de una vida (la del hijo mayor) que jamás se realizará como habían planeado.

Las reacciones de ambos son muy diferentes (como suele ser habitual en estos casos). Mientras el padre se abandona al alcoholismo y está a punto de perder el empleo, la madre recurre a curanderos, impostores y parlanchines de toda guisa y estilo. Los sacrificios económicos serán numerosos, y les conducirán a situaciones de humillación e indignidad.

La narrativa tiene una clara trayectoria: desde los recuerdos que Ajay conserva de la India que dejó con pocos años (la escena en la que regala sus juguetes a los niños más pobres del barrio es sumamente emotiva) al barrio de Queens en Nueva York al sentimiento de culpa que angustia al niño que de pronto tiene que hacerse mayor y cuidar de su hermano. Sharma se cuida mucho de dotar a la narrativa autobiográfica de Ajay de sentimentalismo alguno. Todo el sufrimiento (si lo hay) está sublimado en las palabras de un adolescente que nunca termina de explicar sus sentimientos.

Es por eso quizás que al final de la novela (la cual no cuenta con un desenlace propiamente dicho) Sharma traicione al narrador Ajay. El último capítulo nos sitúa ante un Ajay situado en un puesto de poderío financiero que le permite cuidar de sus padres y su hermano, pero la suya es una voz cínica y postiza. Como lector que conoce muy bien de qué está hecho el dolor, se me hace difícil suscribir la idea de que el narrador se declare un falsario consumado. Casi que hubiera sido mejor prescindir del eslabón final de la cadena narrativa.

Family Life se publicó en castellano en Anagrama en 2015, con el título Vida de familia, en traducción a cargo de Jaime Zulaika.

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