27 nov 2013

Reseña: Tenth of December, de George Saunders

George Saunders, Tenth of December (Londres: Bloomsbury, 2013). 251 páginas.

Puede que uno de los secretos peor guardados de los grandes narradores de cuentos sea su habilidad o su destreza artística para propiciar con sus palabras un mundo perfectamente plausible, o quizás vagamente familiar, dotado siempre de unos cuantos matices necesariamente armoniosos. Es un mundo en el que, en un principio, el lector se siente posiblemente cómodo, para nada desequilibrado, pero en el cual irrumpe, de repente, algo amenazante o desestabilizador. Por entre las flores del bosque va paseando tranquilamente Caperucita, cuando de pronto quién surge desde detrás de un árbol, sino el lobo feroz…

En el primer cuento de este muy recomendable volumen de relatos de Saunders, ‘Victory Lap’, una quinceañera abre la puerta de su casa en un acomodado barrio suburbano de los Estados Unidos y se encuentra cara a cara con la peor de sus pesadillas: un individuo armado que la rapta con el propósito de violarla. Kyle, su joven vecino, es testigo del hecho, pero en un principio se queda totalmente paralizado y decide no intervenir. En su cabeza oye las voces de su padre y de su madre, quienes a lo largo de los años le han inculcado pautas de comportamiento correcto que debe seguir en todo momento.

Siguiendo a los tres protagonistas del relato, Saunders reproduce un ya viejo triángulo narrativo: dama raptada por un ogro o un monstruo brutal, con un príncipe que acude al rescate. Pero en ‘Victory Lap’, el príncipe se detiene cada pocos segundos a analizar qué normas reales dictadas por los monarcas que rigen su vida (Papá y Mamá) va a transgredir (pisar la alfombra con las zapatillas, por ejemplo) y cuántos puntos negativos le acarreará cada una de sus transgresiones. Atenazado por el miedo a infringir el orden establecido, el héroe está a punto de convertirse en arquetipo del cobarde timorato. Cuando por fin decide tomar en sus manos la geoda que su padre le ha encargado instalar en el jardín, la geoda pasa a ser un arma mortal, y el príncipe participa de la barbarie que encarnaba hasta entonces el monstruo violador.

Los relatos de Tenth of December tienen muchos elementos en común. Muchos de sus personajes pertenecen a una subclase con una pobre educación y que lucha por mantenerse a flote en una sociedad norteamericana cruel y nada caritativa. El altruismo ya no existe, pero Saunders de alguna manera quiere hacernos creer que todavía es posible. Son gente como Al Roosten, propietario de una tienda de curiosidades al borde la ruina, quien tras participar en un evento de recaudación de fondos con fines sociales se venga de un rico y exitoso vecino dándoles una patada al manojo de llaves y a la cartera que aquel ha dejado en el vestuario. Camino de su tienda, fantasea con la posibilidad de volver y ayudarle a encontrar las llaves, y ganarse la amistad y la admiración del opulento empresario local.

El tono de Saunders es esencialmente satírico, algo que no se prodiga demasiado entre los escritores estadounidenses. En ‘The Semplica Girl Diaries’, un relato situado en un futuro no tan distante como cabría suponer, un abnegado padre de familia gana un premio en un juego de azar y gasta la mayor parte del dinero en organizar una fiesta de cumpleaños que no puede realmente permitirse para una de sus hijas; remodela el jardín y contrata una especie de figuras decorativas humanas que tienen unidos sus cerebros por un cable, con un considerable coste. Los SG, como se llaman esos figurines humanos, son emigrantes de países remotos (Filipinas, Laos, etc.) que solamente buscan ganar algo de dinero para ayudar a sus familias, y para ello han convenido convertirse virtualmente en esclavos. Una mañana, la familia se despierta y los SG han desaparecido. Es su otra hija la que los ha puesto en libertad durante la noche. La familia se enfrenta a una carísima indemnización que los arruinará de por vida.

Otro estupendo relato es ‘Escape from Spiderhead’. En un centro experimental, convictos de la peor calaña se han ofrecido como cobayas humanas. Les someten a experimentos en los cuales les administran drogas con nombres tales como ‘Verbaluce™’, ‘Vivistif™’ o ‘Veritalk™’ a través de un MobiPak™ que llevan conectado a su cuerpo.  Las drogas parecen alterar su estado de ánimo o incrementar su capacidad para enamorarse o su apetito sexual. Pero cuando les administran ‘Darkenfloxx™’, las cosas se tuercen, y Jeff, el principal protagonista, decide no seguirles el juego, con consecuencias nada felices ni para él ni para los demás internos. Para Saunders, no obstante, las cualidades de lo humano triunfan, aunque se trate de una victoria meramente simbólica, sobre las fuerzas humillantes y vejatorias de la deshumanización a la que nos aboca el capitalismo desbocado de nuestra época.

La suya es una crítica (muy dura, desde luego) a la cultura del dinero que todo lo invade y que parece haberse convertido en la cultura dominante, pero deja un regusto final a bondad. Si es eso lo que va uno buscando como lector, los relatos que componen Tenth of December (y en especial el cuento que da nombre al volumen) satisfacen porque dejan abierta una puerta al bien, a la esperanza.

Del volumen quiero también destacar otros dos relatos, ‘Puppy’ y ‘Home’: en el primero, una mujer reniega de la compra de un cachorro para su hija cuando entra en la casa de la familia que vende el perrito. En ‘Home’, Saunders narra el regreso a casa de un soldado de una de las guerras estadounidenses en Oriente Medio, y se encuentra ante el desastre que él mismo ha creado en su vida, sin posibilidad de rehacerla.

Este libro de Saunders ya ha aparecido en castellano (Diez de diciembre, en Alfabia, traducción de Ben Clark) y en catalán (Deu de desembre, en Edicions de 1984, traducido por Yannick García).

23 nov 2013

Reseña: Map of the Invisible World, de Tash Aw

Tash Aw, Map of the Invisible World (Londres: Fourth Estate, 2009). 342 páginas.

Las primeras páginas de Map of the Invisible World podrían hacer pensar al lector que se halla ante una Romansbildung con un cierto vuelco de suspense, en un entorno político de represión militar. El lugar es una isla indonesia, y el protagonista es un chico de 16 años, Adam, quien, oculto entre la maleza, observa cómo los soldados se llevan a empellones a su padre. La época en la que se sitúa la historia es 1964, años después de la independencia, cuya proclamación se produjo en 1945, dos días después de la rendición de Japón, el 15 de agosto. La Proklamasi fue seguida no obstante de una cruenta lucha entre los independentistas revolucionarios y las tropas neerlandesas y pro-coloniales. Finalmente, la independencia fue reconocida en 1949.

Adam es el hijo adoptivo del pintor Karl de Willigen, indonesio de origen neerlandés. Cuando los soldados se llevan a su padre en el curso de una redada contra los revolucionarios comunistas, Adam decide acudir a buscarlo a la capital del país, Yakarta, y se presenta en la casa de una americana afincada en Indonesia, Margaret, quien conoce a Karl desde muchos años antes. Profesora universitaria y perfecta conocedora de la lengua y la cultura locales, Margaret vive sola. No tiene hijos, pero al ver a Adam siente una especie de responsabilidad maternal por el chico. Además, quiere encontrar a Karl, de quien posiblemente estuvo alguna vez enamorada.
El típico becak con el que se trasladan los personajes por Yakarta
La Yakarta que nos describe Aw es una ciudad que comienza a convertirse en un gran centro metropolitano, pero los problemas inherentes a una gran ciudad asiática (tráfico, polución, hacinamiento, etc.) no son todavía tan grandes como a finales del siglo XX o en la actualidad.
Yakarta, años 50
Hay no obstante otro hilo argumental: Adam tiene un hermano mayor llamado Johan, a quien adoptó una familia malasia. Adam quisiera también encontrar a su hermano, y cuando conoce a Din, estudiante de posgrado en el departamento de Margaret, un joven algo taciturno y poco transparente en cuanto a sus ideas políticas, acepta su invitación de ayudarle a encontrar a su hermano y también a encontrarse a sí mismo. Pero Din tiene otros designios, y en realidad está reclutando a Adam para llevar a cabo acciones violentas contra el régimen de Sukarno, el héroe de la independencia y primer Presidente de la República.
Presidente Sukarno: "...se había encontrado cara a cara con el gran hombre, vistiendo su inmaculado uniforme, una corbata oscura, sus medallas y el tradicional topi negro. Era más bajo de lo que ella suponía, pero ello no disminuía el ostensible encanto que destilaba. Era contundente sin resultar forzado, convincente en cada uno de sus mínimos gestos, y su lenguaje no verbal era sencillo..." (p. 286)
Map of the Invisible World tendría pues en un principio todos los ingredientes para contar una gran historia que atrapara al lector, despertando su interés para llevarlo, si no en ascuas, al menos conquistado por la calidad de la trama y su escritura hasta el final. Pero lo cierto es que Tash Aw no consigue mantener esa necesaria tensión narrativa a lo largo de toda la novela. Buena parte del desacierto se debe, a mi parecer, al hecho de que el autor intercala largos episodios del pasado de Margaret u otros, algo más breves, de la estancia de Adam y Johan en el orfelinato. Si a eso se añaden los desvíos hacia elementos de intriga política y diplomática (que en nada se asemejan al impasse actual entre Canberra y Yakarta a cuenta del espionaje), los altibajos narrativos son llamativos y alargan los capítulos innecesariamente.
"La caza", de Raden Saleh. 1846
Uno de esas derivas argumentales gira en torno a la propuesta que un extraño operativo de la CIA, Bill Schneider, le hace a Margaret. Le pide que acuda al palacio presidencial y, haciendo uso de sus destrezas lingüísticas, trate de convencer a Sukarno para que acepte dos regalos, dos cuadros del pintor indonesio Raden Saleh, en un momento en que los estadounidenses han caído muy bajo en la estima de los dirigentes del país asiático. Aw parece decirnos que, pese al fracaso de su misión, Margaret consigue su objetivo personal, pues al poco tiempo Karl de Willigen es encontrado, y se produce su reunión con Adam.
Raden Saleh, "Autorretrato". 1845
La prosa elegante de Tash Aw salva en gran medida esta novela. Sin sus excelentes descripciones, Map of the Invisible World habría posiblemente naufragado. Con un final más o menos abierto, algunas de las interrogantes que Aw plantea al inicio no quedan resueltas en modo alguno, y por eso la novela padece algo de indefinición.

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