28 ago 2014

Reseña: Diary of a Naked Official, de Ouyang Yu

Ouyang Yu, Diary of a Naked Official (Melbourne: Transit Lounge, 2014). 220 páginas.

De Ouyang Yu solamente había leído (en inglés, por supuesto) algunos ejemplos de su poesía, género en el que es un autor ciertamente prolífico. En cierto modo, Yu se ha convertido en una presencia persistente en la escena literaria australiana actual, de lo cual cabe sin duda alegrarse, puesto que no se trata de una escena muy permeable.

Lo cierto es que desconocía que hubiera publicado ficción en inglés. Diary of a Naked Official es en realidad su cuarta novela en lengua inglesa, lo que para alguien nacido en China y emigrado a Australia en 1991 es una cifra más que respetable. El desnudo oficial (quizás ‘desguarnecido’ sería una traducción más aproximada al sentido real) del título, nos aclara la contracubierta del libro, se refiere a que el funcionario ha trasladado a su familia al exterior (a la ciudad de Sydney en este caso) además de haber sacado del país todo el dinero obtenido a través de prácticas corruptas o fraudulentas. Es decir, aparte de su propia persona, no tiene nada que quede expuesto a las represalias del régimen de Beijing.

De entrada, Yu interpone a un ‘editor’, una persona de ascendencia china que se encuentra un lápiz de memoria en uno de los trenes suburbanos de Melbourne, entre el autor del diario (al que se identifica con un pseudónimo, Shi Ma) y el lector. Una capa metaliteraria añadida que convierte a este libro en algo difícil de encasillar, si es que verdaderamente fuera necesario hacerlo.

El lector/editor del diario de Shi Ma precede a este con un prólogo (aunque Yu, curiosamente, no haga explícito que se trate de uno) en el que avisa al lector de que lo presenta tal y como es, con algunas mínimos cambios editoriales para no herir las “sensibilidades de clase media” australianas. Una vez comienzas a leer el diario, te das cuenta de que Yu ha añadido otra capa metaliteraria más, puesto que Shi Ma se identifica como empleado de una editorial china, para la cual lee manuscritos y libros extranjeros, participando de manera activa con sus recomendaciones en la criba brutal y despiadada que es todo negocio editorial.

Pero el grueso de la novela es el catálogo de encuentros sexuales de Shi Ma con sus xiao-jie, tengan o no edad de consentimiento sexual, amén de alguna que otra señora y jovencita que busca sus favores. El contenido es naturalmente provocador, y el propósito una crítica brutal, ácida, del capitalismo rampante que se ha infiltrado en las elites del poder en China.

Pongamos por ejemplo este extracto del diario, correspondiente al (pura coincidencia, de verdad) 16 de agosto:

“En ese bar de karaoke, que tiene por nombre Deriva, o Derribo, o Derrape, al que me llevó M., nos condujeron a un rincón oscurecido en una sala privada, totalmente equipada, con su pantalla gigante, selector electrónico de canciones, una mesa de cristal repleta de comida y cervezas, y más chicas que las que pudiéramos atender, cuyas caras apenas podía distinguir una de otra. En este cliché posmoderno de un formidable jugueteo colectivo previo, la visión cedía su espacio a los sentidos, predominantemente el olfativo, mientras se percibía el mal olor corporal acre de las chicas, casi desnudas, cuando dos de ellas me habían emparedado antes de que me hubiera podido darme cuenta. En ese momento, las cosas se volvieron puntiagudas: sus tetas eran puntiagudas, sus uñas eran puntiagudas, las yemas de mis dedos se volvían puntiagudas cada vez que les tocaba las tetas, sus zapatos puntiagudos, los tacones puntiagudos, erectos como  penes delgados y duros, y hasta las puntas de su cabello erizado y untado de fijador. Y claro está, incluso mi miembro, el no afiliado, recto como una espada.
Una de las chicas tenía un nombre inventado, Po Sen, y la otra se llamaba Kristy. Por culpa de la música, a muy alto volumen, creí escuchar Poison y Creepy. Desde ese momento las llamé así, y no pararon de reírse.
[…]
Más tarde, las dos chicas empezaron a torturarme con placer hasta que caí exhausto. Lo único que recuerdo ahora es que antes de descargar dentro de C la saqué a tiempo, y me disponía a metérsela a P cuando ella me detuvo y me hizo cambiar el condón con uno nuevo. Me corrí dentro de P mientras dejaba que C me untara la cara con su lápiz de labios negro hasta que los labios le quedaron limpios, en su color natural.
Las chicas, según tengo entendido, son estudiantes universitarias, del primer año. Mientras Creepy se ausentaba – se fue al baño, puede que a maquillarse otra vez – Poison me contó que hoy en día apenas asistía a sus clases; fácilmente podía conseguir que una docena de chicos estudiantes se encapricharan de ella y le hicieran la tarea. No tiene que comprarse el desayuno, pues ya se lo han preparado, ¡incluso antes de que se haya levantado de la cama! En cuanto a los profesores varones, podía con facilidad victimizarlos – esa fue la palabra que utilizó – con su belleza; harán cualquier cosa por ella. Desde ese punto de vista, yo debería considerarme un tipo con suerte. Pero pensé en ella con pena: una juventud destrozada solamente por dinero.” (páginas 41-43, mi traducción)
Cabe destacar también las demoledoras reflexiones en torno a la literatura actual que realiza Shi Ma, y sobre el negocio editorial:

“Una de las principales ventajas de ser vicedirector, con  la responsabilidad propia de mi sección, la de publicar libros subvencionados con dinero privado, es que puedo disfrutar de lo bueno, o quizás debiera decir, de lo mejor, sin gastarme un céntimo. En ese contexto, un libro excelente, para cuando está editado y publicado, se convierte en un buen libro, y un buen libro, en un libro regular. Es increíble cuánto puede llegar a venderse un libro regular, como el que ha escrito ese tipo llamado Hung Heavens, pero ya han dejado de sorprenderme las mediocridades, puesto que el mundo está hecho para ellas, libros escritos por mediocres para los mediocres, como comida ordinaria, engullida solamente para luego cagarla.” (páginas 68-69, mi traducción)
Me pregunto quién se esconde detrás del nombre Hung Heavens.

Puede que Diary of a Naked Official sea una obra demasiado audaz para el a veces un tanto bonachón mercado literario europeo. Y no hablemos del norteamericano, ¿para qué pensar siquiera en eso? Una novela de ideas, provocadora en su indagación de qué es o cómo son los que mueven los hilos del poder (y no me refiero al político), no solamente en la China actual sino en un mundo gobernado y dirigido por los mercados del sexo, o el sexo de los mercados.

Un libro en el que de Houellebecq, Beckett, el Marqués de Sade y Cioran quedan encumbrados por este disoluto editor chino, mientras que Nabokov o Somerset Maugham son un tanto menospreciados.


Todo lo mueve, y lo mide, el dinero. Ojalá haya un editor que, a diferencia de el jefe de Shi Ma, tenga las agallas para publicar esta novela en castellano o catalán. Vale la pena, si no por las respuestas (que ciertamente no hallarás en el libro), al menos por los elocuentes interrogantes que nos plantea.

25 ago 2014

Reseña: Drown, de Junot Díaz

Junot Díaz, Drown (Londres: Faber & Faber, 2008 [1997]). 166 páginas. 

Ahora que el gobierno de los Estados Unidos de América más trastabilla en su política de inmigración y emprende la expulsión no ya de adultos latinoamericanos (que entran en su mayoría de forma clandestina en su territorio), sino también de miles de niños, pasa por mis manos este breve pero descarnado volumen de cuentos de Junot Díaz, estadounidense nacido en la República Dominicana. Drown se publicó originalmente en 1996, pero el ejemplar que ahora tengo en mi biblioteca es una edición rústica de 2008.

Los cuentos de Drown tienen en común no solamente la voz (o las voces) de su narrador, por lo general un joven dominicano que se expresa en un inglés directo y coloquial salpicado de hispanismos. Los cuentos también tratan temas muy similares en todos ellos: los intentos de los chicos jóvenes emigrados a los EE.UU. por re-crear una identidad de apariencia externa dura mientras la estructura familiar se está colapsando irremediablemente. Son jóvenes machistas que han crecido en la miseria de la República Dominicana y han aprendido a valerse por sí mismos. Cuando son trasplantados al durísimo entorno neoyorquino saben cómo abrirse camino, aunque sea en el inframundo del comercio de drogas ilegales.

Las narraciones alternan la República Dominicana y los EE.UU. como lugar en el que se desarrollan. Aunque el efecto en ocasiones sea algo extraño (ese ir y venir, en realidad, pocas veces refleja la realidad de los emigrantes, que casi nunca logran ahorrar capital para hacer el viaje de regreso a la Isla), sí resulta llamativo el contraste entre las barriadas y el campo dominicano y los guetos suburbanos en los que se quedan anclados por la pobreza, la falta de educación o su propia indolencia.

Hay cuentos con los que, como en el caso de ‘Fiesta, 1980’, Díaz arranca más de una sonrisa al lector con una espléndida narración de una celebración de dominicanos en un apartamento desde el punto de vista de un niño, Yunior, al que su padre castiga cada vez que se marea cuando viaja en el automóvil familiar (lo que ocurre indefectiblemente siempre que sube al coche). Otros se centran en los dilemas en torno a la sexualidad de un joven emigrante en la sociedad estadounidense, como en el caso de ‘How to Date a Browngirl, Blackgirl, Whitegirl or Halfie’, o en ‘Drown’.

En ‘Aguantando’, el tema es la inabordable soledad que siente una mujer emigrante entregada a la lucha y al esfuerzo titánico diario empeñada en sacar adelante a sus dos hijos después de que el marido la haya abandonado.

Una veta oculta que recorre subrepticiamente casi todos estos relatos de Drown es la violencia, a veces explicitada (como en el caso del hermano mayor de Yunior en ‘Ysrael’), otra veces sutilmente soslayada. Estas son narrativas de diáspora, relatos de ausencias y bruscos cambios de hábitos y costumbres, historias de familias truncadas y separadas, en las que la figura paterna está ausente o representa una imagen violenta, autoritaria y opresora. 

Drown se publicó en España como Los boys (vaya usted a saber por qué), en traducción de Eduardo Lago para Mondadori, y reeditada en 2009 por Debolsillo. Quizá algún día podremos leer otras historias, de otros niños latinos que fueron expulsados del territorio de los EE.UU. de América porque la agenda política interna así lo dicta.

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