Junot Díaz, Drown (Londres: Faber & Faber, 2008 [1997]). 166 páginas.
Ahora que el gobierno de los Estados Unidos de América más trastabilla en su política de inmigración y emprende la expulsión no ya de adultos latinoamericanos (que entran en su mayoría de forma clandestina en su territorio), sino también de miles de niños, pasa por mis manos este breve pero descarnado volumen de cuentos de Junot Díaz, estadounidense nacido en la República Dominicana. Drown se publicó originalmente en 1996, pero el ejemplar que ahora tengo en mi biblioteca es una edición rústica de 2008.
Ahora que el gobierno de los Estados Unidos de América más trastabilla en su política de inmigración y emprende la expulsión no ya de adultos latinoamericanos (que entran en su mayoría de forma clandestina en su territorio), sino también de miles de niños, pasa por mis manos este breve pero descarnado volumen de cuentos de Junot Díaz, estadounidense nacido en la República Dominicana. Drown se publicó originalmente en 1996, pero el ejemplar que ahora tengo en mi biblioteca es una edición rústica de 2008.
Los cuentos de Drown tienen en común no solamente la
voz (o las voces) de su narrador, por lo general un joven dominicano que se
expresa en un inglés directo y coloquial salpicado de hispanismos. Los cuentos
también tratan temas muy similares en todos ellos: los intentos de los chicos jóvenes
emigrados a los EE.UU. por re-crear una identidad de apariencia externa dura
mientras la estructura familiar se está colapsando irremediablemente. Son
jóvenes machistas que han crecido en la miseria de la República Dominicana y
han aprendido a valerse por sí mismos. Cuando son trasplantados al durísimo entorno
neoyorquino saben cómo abrirse camino, aunque sea en el inframundo del comercio
de drogas ilegales.
Las narraciones alternan
la República Dominicana y los EE.UU. como lugar en el que se desarrollan.
Aunque el efecto en ocasiones sea algo extraño (ese ir y venir, en realidad,
pocas veces refleja la realidad de los emigrantes, que casi nunca logran
ahorrar capital para hacer el viaje de regreso a la Isla), sí resulta llamativo
el contraste entre las barriadas y el campo dominicano y los guetos suburbanos
en los que se quedan anclados por la pobreza, la falta de educación o su propia
indolencia.
Hay cuentos con
los que, como en el caso de ‘Fiesta, 1980’, Díaz arranca más de una sonrisa al
lector con una espléndida narración de una celebración de dominicanos en un
apartamento desde el punto de vista de un niño, Yunior, al que su padre castiga
cada vez que se marea cuando viaja en el automóvil familiar (lo que ocurre
indefectiblemente siempre que sube al coche). Otros se centran en los dilemas en
torno a la sexualidad de un joven emigrante en la sociedad estadounidense, como
en el caso de ‘How to Date a Browngirl, Blackgirl, Whitegirl or Halfie’, o en ‘Drown’.
En ‘Aguantando’, el
tema es la inabordable soledad que siente una mujer emigrante entregada a la lucha
y al esfuerzo titánico diario empeñada en sacar adelante a sus dos hijos después
de que el marido la haya abandonado.
Una veta oculta
que recorre subrepticiamente casi todos estos relatos de Drown es la violencia, a veces explicitada (como en el caso del
hermano mayor de Yunior en ‘Ysrael’), otra veces sutilmente soslayada. Estas
son narrativas de diáspora, relatos de ausencias y bruscos cambios de hábitos y
costumbres, historias de familias truncadas y separadas, en las que la figura
paterna está ausente o representa una imagen violenta, autoritaria y opresora.
Drown se publicó en España como Los boys (vaya usted a saber por qué), en traducción de Eduardo Lago para Mondadori, y reeditada en 2009 por Debolsillo. Quizá algún día podremos leer otras historias, de otros niños latinos que fueron expulsados del territorio de los EE.UU. de América porque la agenda política interna así lo dicta.
Drown se publicó en España como Los boys (vaya usted a saber por qué), en traducción de Eduardo Lago para Mondadori, y reeditada en 2009 por Debolsillo. Quizá algún día podremos leer otras historias, de otros niños latinos que fueron expulsados del territorio de los EE.UU. de América porque la agenda política interna así lo dicta.