31 jul 2017

Traducciones de poemas de Maria Takolander en Revista Prometeo


La revista colombiana Prometeo ha publicado este mes de julio en un solo volumen los dos números en los que recoge la Memoria del Festival Internacional de Poesía de Medellín. En el volumen aparecen tres poemas de la autora australiana Maria Takolander, cuyas traducciones al castellano he realizado.

Es siempre un gusto ver tu trabajo publicado, de manera que le agradezco públicamente a Maria que me haya enviado un ejemplar. En el caso de Takolander, traduje una significativa selección para su presentación en el Festival, con un total de 22 poemas y un manifiesto introductorio. Para poder dar cabida a todos los poetas (que acudieron desde todos los rincones del mundo) que intervinieron en el Festival, Prometeo ha seleccionado entre tres y cinco poemas de cada participante, cuyo número, según el índice, excedía los 80. Este doble número alcanza las 320 páginas, e incluye fabulosas ilustraciones de pinturas del artista colombiano Eduardo Esparza.

A continuación, mi traducción de ‘Rock’, uno de los poemas de Maria Takolander, no incluido en la colección, y que apareció en la antología Writing to the Wire, editada por Dan Disney y Kit Kelen, y publicada por University of Western Australia Publishing.

Fotografía procedente de ABC.

Roca
Dedicado a Anónimo, solicitante de asilo

Fui testigo (por televisión)
de una barca que se mecía como ninguna cuna lo haya visto yo hacer.
Tú estabas a bordo; había hombres y mujeres a bordo;
había niños a bordo; había bebés a bordo.

(¿Puedo decirte que nunca he sentido más asco
por ese absurdo ímpetu del mar,
y el lugar donde se originó, y el porqué
de que ese movimiento se reprodujera una y otra y otra vez?)

Había una inmensidad de espacio
por encima de ustedes, teñida de un azul distante,
y estaba claro que ninguno de nosotros tendría sentido alguno
a no ser que, como los dioses, nos decidiéramos a hacerlo.

Un puñado de gente—tan pequeños—
se subió a las negras, escarpadas rocas
de una orilla más hostil que cualquier metáfora.
Les observaron dando bandazos y hundirse

en esas olas implacables y abominables—
antes de escabullirse de la espuma oceánica
como cabras montesas de un desprendimiento de rocas. 
(Pido perdón: mi país no hizo nada por salvarte.)

Maria Takolander, 2016
Traducción © Jorge Salavert 2017

29 jul 2017

Reseña: Cuatro páginas en blanco, de Lucho Zúñiga

Lucho Zúñiga, Cuatro páginas en blanco (Lima: Paracaídas editores, 2011). 129 páginas.

¿Qué es exactamente leer? Esa es la reflexión que parece querer plantearnos Zúñiga, con su recreación de un autor ficticio, Federico Alzubide, quien, en el año 1925, habría logrado la publicación de un relato inexistente titulado (sorpresa, sorpresa) Cuatro páginas en blanco. Zúñiga, naturalmente, incluye el relato de Alzubide en este volumen de microcuentos como primera parte de la colección.

Traté de leerlo, y si bien el enormemente creativo vacío que propone Alzubide no me pasó desapercibido, no conseguí dilucidar su sentido. Al fin y al cabo, el relato de Alzubide es un texto de muy libre interpretación.

La segunda parte lleva por título ‘Dossier Federico Alzubide’. Esta parte contiene dos relatos, ‘El regreso de Federico Alzubide’ y ‘El viaje’. En el primero, el narrador nos sugiere que el relato vacío de Alzubide redactado sobre cuatro páginas en blanco es un “texto – si podemos decir que estamos frente a un ‘texto’ es porque existen elementos como: emisor (Alzubide), receptor (el lector), plurisignificación (multitud de significados de acuerdo a la época y lectores), una intención (el vacío del relato busca un efecto en el lector), entre otros” (p. 13) Todo es naturalmente debatible: no me cabe duda alguna del efecto que provocan cuatro páginas en blanco en un lector que probablemente esperaría encontrar otra cosa.

‘El viaje’ está narrado por el sobrino de Alzubide. En él cuenta cómo Alzubide ha muerto y sus cenizas han sido esparcidas en el lago de Chapala, en Jalisco. El sobrino es el heredero de un disquete que contiene cerca de mil microcuentos del oscuro autor. Una selección de esos microcuentos constituye la tercera parte, que lleva por título ‘Clarividencias’.
Rest in peace, Alzubide. Lago de Chapala, Jalisco. Fotografía de OHFM
La última parte del libro se titula ‘Cuarto deseo’, que vendría a ser la última voluntad del inefable Alzubide, y que en forma de sobre cerrado que solamente debe abrir el sobrino tras la lectura de ‘Clarividencias’.

Como artificio literario, la estrategia de Zúñiga es tan creativa como osada. No soy muy dado a la lectura de microcuentos, he de admitirlo. Como entretenimiento, este volumen tiene sus destellos. Algunos de los brevísimos relatos tienen ciertamente originalidad y establecen un juego de espejos sobre la base de las múltiples paradojas de la ficción literaria. Otros son pequeños homenajes a grandes autores del relato breve del siglo XX, como Cortázar, Borges, Monterroso, Kafka, o a grandes obras de la literatura universal, como Las mil y una noches o Don Quijote de la Mancha.

Pero no todos los microcuentos logran sostener un alto nivel. Algunos flojean, lo cual va en detrimento de la intención de Zúñiga y menoscaba el conjunto. Por ejemplo, ‘Un fanático de Hitchcock’: “Echados en la cama del motel, ella está esperando que él le pregunte: «¿Quieres ser mi novia?». Pero él está muy ocupado, pensando en la escena de la ducha.” (p. 80).

Una buena presentación en rústica por parte de la casa Paracaídas Editores. Es una lástima que haya varias erratas de bulto, algunas por duplicado, lo cual apunta a que se trata de algo más que simple gazapos: “>¿Desea que busqué [sic] más datos? (S/N)” (p. 62, repetido en p. 63) Un libro entretenido, sin más.

Posts més visitats/Lo más visto en los últimos 30 días/Most-visited posts in last 30 days

¿Quién escribe? Who writes? Qui escriu?

Mi foto
Ngunnawal land, Australia