19 abr 2020

Reseña: Battleborn, de Claire Vaye Watkins

Claire Vaye Watkins, Battleborn (Londres: Granta, 2012). 288 páginas.
El título original (nacido de la batalla) de este, el primer libro de Watkins, hace referencia al nacimiento del estado de Nevada durante la Guerra Civil estadounidense. Es una sorprendente colección de relatos. La sorpresa, pienso yo tras la lectura, no radica tanto en el formato de los cuentos como en el contenido. Son casi todas historias sobre perdedores que nunca se dan por vencidos, muy en consonancia con esa mitología “blanqueante” del lejano oeste que desde Hollywood se nos ha vendido durante décadas. La diferencia, y con mucho, es que en los relatos de Battleborn no hay héroes, sino seres humanos, debilitados por la desventura, el infortunio o simplemente por sus erradas decisiones. Vamos, como casi cada uno de nosotros, ¿no?
"Duane Moser - 4077 Pincay Drive - Henderson, Nevada 89015
Apreciado Sr. Moser: La tarde del 25 de junio, durante mi última excursión a Rhyolite, iba por Cane Springs Road, unas diez millas en las afueras de Beatty, cuando tropecé con lo que parecían ser los restos de un accidente. Me bajé del coche y eché un vistazo. El valle estaba totalmente reseco." (p. 25, mi traducción).
Henderson, Nevada. Fotografía de Ken Lund (Reno, Nevada).  
De los diez cuentos que componen Battleborn voy a destacar tres. El primero de esos tres lleva por título ‘The Last Thing We Need’. Es en realidad una serie de cartas que un habitante de Verdi (Nevada) le escribe a un desconocido llamado Duane Moser tratando de aclarar lo que parecen ser los restos de un accidente de carretera que encontró. Naturalmente, las cartas nunca reciben respuesta. Pero Watkins va agregando elementos a la trama con cada una de las misivas, al tiempo que el que las escribe revela más detalles sobre sí mismo. Lo que comienza como un intento de indagar en la circunstancias vitales de un desconocido se va transformando en una paulatina confesión del remitente por entregas.

Moneda de 50 centavos que conmemoraba en 1925 los 60 años de la llegada de los buscadores de oro a California. Liberty: In God We Trust, reza el lema. 

‘The Diggings’ es un relato narrado en primera persona sobre un par de hermanos jóvenes de Ohio que emprenden viaje hacia California en busca del codiciado oro, el metal sobre el que se construye buena parte de la historia del oeste de los Estados Unidos en el siglo XIX. El viaje está repleto de penalidades y peligros, y cuando ya la esperanza de sobrevivir está bajo mínimos un burro salva a los hermanos. La fiebre del oro afecta a ambos de manera diferente. Mientras Errol enloquece en busca de la veta que lo haga rico, Joshua tiene los pies en el suelo y, gracias a las visiones que le asaltan de vez en cuando, sabe tomar decisiones. Es una historia en la que Watkins mezcla violencia, muerte y racismo, donde la desesperación de los perdedores abre literalmente un agujero bajo sus pies hasta engullirlos.

El tercer cuento que quiero destacar se llama ‘Man-o-War’, en el que un viejo minero solitario encuentra a una adolescente inconsciente en el lecho seco de un lago. El viejo acude allí todos los años la mañana del 5 de julio, a recoger los restos no utilizados de los fuegos artificiales que los jóvenes dejan abandonados tras las fiestas improvisadas del 4 de julio. El viejo Harris decide llevarse a la chica a su remoto rancho apartado del mundo. Allí, Magda se recupera poco a poco; Harris se da cuenta de que la chica está embarazada, y en su mente se va formando una idea, un absurdo proyecto de corte caballeroso y romántico que se hace añicos tan pronto como aparece el padre de la chica. La respuesta de Harris es brutal: su frustración la paga el único amigo que tiene este mundo árido, desolado e ingrato.

Los otros relatos inciden también en episodios que echan abajo a personajes frágiles, humanos en sus debilidades o caprichos. ‘Rondine al Nido’ cuenta la escapada nocturna de dos chicas jóvenes a Las Vegas, donde tras mucho alcohol y tomar malas decisiones, terminarán siendo abusadas sexualmente por un grupo de jóvenes. ‘The Past Perfect, the Past Continuous, the Simple Past’ es un título simplista para un buen relato, en el que un turista italiano pierde a su mejor amigo en las montañas, y perdido como está empieza a frecuentar un burdel, donde su presencia e interacción con las personas que allí viven causará un dramático final.

Un dato curioso: Battleborn cuenta con dos traducciones diferentes al castellano. La publicó el año pasado en España Malas Tierras con el título de Nevada y traducción de Ce Santiago, pero un año antes ya la había publicado en Chile Laurel Editores, con el mismo título, en traducción a cargo de María José Navia. Puede que haya ahí un modesto trabajo de investigación para quien quiera indagar si cabe teorizar sobra una localización de la traducción literaria.

3 abr 2020

Vale Bruce Dawe

Anteayer falleció el poeta australiano Bruce Dawe (15 de febrero de 1930 – 1 de abril de 2020). Quizás escogió morirse un 1 de abril (April Fools' Day) para gastarnos a todos una broma. En todo caso, escribo estas palabras porque Dawe supuso para mí una verdadera revelación, el descubrimiento de una voz australiana de origen muy humilde que supo cultivar(se) y agrandar(se) en un país que rara vez aprecia a sus poetas. Para quien no lo conozca y quiera paladear su obra, recomiendo Sometimes Gladness.

Te dejo una muestra, un poema suyo que traduje hace muchos años que era parte de un proyecto de antología de poesía australiana, y que estaba guardado en alguna parte.

Homo suburbiensis 
Una constante en un mundo de variables:
Un hombre solo, al atardecer, en su pequeña huerta,
y todo lo que allí se lleva 
allí donde la servidumbre discurre junto a la empalizada trasera, y el aire
huele a tomateras, donde los ásperos zarcillos
de una calabaza blanden torpes sus látigos, y las hojas se desparraman 
sobre el estercolero, y exuberantes se encaraman
por las estacas …
Miradlo, perdido en una verde
confusión, olisqueando el humo de la basura que arde 
en otro lugar; oye apenas el quejoso estrépito de un plato
en un fregadero, que podría ser el suyo; oye un perro, un niño,
los lejanos susurros del tráfico, y a cambio ofrece
poca cosa, mas tanto como un hombre pueda ofrecer:
Tiempo y dolor, odio y amor, vejez, guerra y muerte, unas risas y la fiebre.


Donde discurre la servidumbre. Fotografía de Greg O'Beirne. 

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