Las cuatro
novelas de Max Barry que han precedido a la que nos ocupa, Lexicon, tenían en común el fuerte carácter satírico con que el
autor manejaba la intromisión de las grandes corporaciones en la vida del
individuo. En Syrup, el blanco del mordaz humor del escritor de Melbourne era el mundo
del marketing, concretado en una bebida de cola; en Jennifer Government Barry nos regalaba una sátira brutal en un mundo controlado por las
grandes multinacionales, que venden o patrocinan todos los servicios que hasta
no hace mucho tiempo formaban parte de las responsabilidades del estado
(incluida la seguridad ciudadana); en su tercera entrega, Company, Barry volvía a la carga contra el mundo corporativo. En la cuarta
novela, Machine Man, un ingeniero lleva hasta sus últimas
consecuencias la idea de
que la tecnología puede mejorar al ser humano.
Hay asimismo otra
característica que conecta las tres últimas con Lexicon: Barry crea en todas ellas un escenario de tintes
distópicos. En el mundo que Barry crea en Lexicon
hay una organización compuesta de Poetas. La organización la forman un grupo
secreto que rige los destinos de mucha gente mediante avanzadísimas técnicas de
programación neurolingüística, y refinados conocimientos de psicología
aplicados a la segmentación del mercado. Los Poetas cuentan con su propia (y
altamente sofisticada) academia a la que envían a candidatos a los que reclutan
en las calles.
Una de esas
víctimas propiciatorias es Emily Ruff, quien a los 16 años sobrevive en las
calles de San Francisco engañando a la gente con trucos de cartas y argucias
similares. Una vez que Emily sucumbe y queda ‘comprometida’ (en la jerga que
utilizan los poetas – es decir, su voluntad queda sometida a las palabras del
poeta que le habla), la reclutan para acudir a la academia. Tramposa por
instinto y naturaleza, allí aprenderá a utilizar las palabras para controlar a
las personas. Mas Emily es vulnerable porque conserva una característica muy
humana: es capaz de enamorarse.
Ese error le
cuesta caro. Expulsada de la academia, debe cumplir su castigo en… Broken Hill,
la ciudad minera en mitad de ninguna parte, el centro urbano más grande del outback australiano.
El acierto de
Barry al situar gran parte de la trama de Lexicon
en un lugar como Broken Hill es, en una palabra, enorme. Sólo quien haya
viajado a Broken Hill sabrá apreciar las muy especiales circunstancias que
rodean a este raro enclave urbano en el desierto. El centro urbano más cercano
es Mildura, a unas tres horas de distancia en dirección sur. Hacia el este,
Cobar, un pueblito a casi 500 km de distancia. Hacia el norte, pasado el
antiguo poblado minero de Silverton (famoso por la filmación de Mad Max y Priscilla, Queen of the Desert) no hay absolutamente nada: las
inmensas planicies vacías de Mundi Mundi. La gran urbe más próxima, Adelaida,
se halla a unas seis horas de carretera en dirección sudoeste.
La trama de Lexicon engarza dos historias desde un
principio: la ya referida de Emily, y la de Wil Parke. Es su secuestro por
parte de dos agentes que lo meten a la fuerza en los baños de un aeropuerto el
episodio que abre la novela. Si bien los dos hilos de la trama no son coetáneos
en el tiempo, es innegable que Barry maneja el tempo de la narración con
absoluta maestría. Es más, en Lexicon,
la manera en que el lector va conociendo los detalles que unen las dos historias,
que conectan el pasado del héroe con la heroína es otro de los elementos del
libro que deleitan. Barry mezcla el thriller con la ciencia ficción, en una crítica
a un terrible mundo futuro que, sin embargo, es cada vez más factible o
posible, más cercano al contemporáneo, en el que la manipulación de la opinión pública
por medio del lenguaje (me vienen a la mente los eslóganes de tres palabras con
que el actual gobierno australiano convenció a cerca del 50% de los votantes
para que les entregaran el poder) es una realidad diaria.
Una de las
principales premisas de una reseña debería ser decir lo máximo posible de un
libro sin dar a conocer pistas que revelarán el desenlace para quien no lo haya
leído. Solo añadiré que, en Lexicon,
Broken Hill es completamente aniquilada por una ‘palabra desnuda’ (en el
original, ‘bareword’). La influencia del cine en Barry (quien ya ha colaborado
en la elaboración de guiones cinematográficos) es más que evidente en algunos
de los episodios de Lexicon: acción,
violencia, ternura, romance y sexo, todo ello situado en un contexto de desconfianza
y sospecha muy post-11/Septiembre. Barry salpica la narración con breves artículos
de noticias sobre los eventos de la novela, plagados todos ellos de falsedades,
y con comentarios de foreros en internet que alimentan las más descabelladas teorías
conspirativas.
Aquí bebió, entre otros muchos, Mel Gibson. |
Sea como sea, creo que nunca volveré a leer los nombres de T.S. Eliot, Sylvia Plath o Charlotte Brontë
y quedarme indiferente. Algo que quizá nos demuestra que las palabras pueden llegar a
albergar mucho poder e infundir temor. Absolutamente recomendable para pasar un
gran rato.
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