Cuando era estudiante, los profesores ponían el acento en lograr que hiciera realidad todo su potencial, en el futuro. Aunque siempre le había costado imaginarse en un futuro tan radiante, rápidamente comprendió la necesidad de ser extremadamente competitivo. Muy pronto se sintió obligado a alcanzar su futuro rápidamente, o al menos, más rápido que los demás. La competencia debe estar sumida en las profundidades del inconsciente humano.
De modo que se dedicó durante unos años al asunto habitual de vivir la vida, hasta que el impulso de dar un salto hacia su brillante futuro se le hizo tan imperioso que se puso a buscar modos de obtener una ventaja competitiva. Se procuró un par de asombrosos zancos.
Al principio desplazarse sobre unos zancos hacia el futuro resultaba en cierto modo algo incómodo, incluso torpe. Si bien no le parecía estar haciendo un progreso especialmente notable hacia su porvenir, pronto se dio cuenta de que algunos conocidos más bien distantes se estaban rezagando en esa carrera no declarada en pos del futuro. Incluso le pareció un poquito divertido verlos por el espejo retrovisor de la vida.
Tras unos cuantos meses de avanzar en sus zancos en dirección a su absoluto potencial, estaba sin duda alguna empezando a pillarle el truco. Su progreso ahora era claramente más veloz. Al poco tiempo los antiguos colegas y compañeros de la escuela fueron cosa del pasado; los que no eran amigos íntimos comenzaron a quedarse atrás. Pensó que comenzaba a vislumbrar su vida futura, incomparable, excepcional.
Para entonces los zancos habían adquirido una velocidad espectacular. Los amigos más cercanos ya no eran capaces de mantenerse a su altura, pero eso no le molestaba mucho. Un día advirtió que había perdido de vista a su propia familia, por lo que pensó que debía estar a punto de alcanzar un destino.
Mas los zancos de la brillantez no se desaceleraban. Se sentía muy solo, pero se estaba moviendo a una velocidad estelar hacia su potencial; era realmente imparable.
Un día, sin embargo, le entró el pánico. No había nadie a su alrededor. No había nada en su vida diaria, únicamente la inverosímil velocidad en dirección a su potencial desconocido.
Un día, sin embargo, le entró el pánico. No había nadie a su alrededor. No había nada en su vida diaria, únicamente la inverosímil velocidad en dirección a su potencial desconocido.
Y saltó.
Zancos apareció originalmente en inglés en Writing Raw, en el número del 23 de mayo de 2011. (c) Jorge Salavert, 2011.