Un comentario de opinión que aparece hoy en el diario Avui vuelve a poner de manifiesto que en ciertos aspectos, el corazón de la España intolerante sigue latiendo con fuerza. Recuerdo con claridad la represión que otras lenguas que no fueran el español sufrían en mi infancia y adolescencia. Más de una vez escuché comentarios despectivos respecto a la ‘llengua dels valencians’, a pesar de que era la que hablábamos muchos chicos y chicas de mi edad.
Como subraya el artículo del Avui (‘i no deixa de ser greu que en més de trenta anys de democràcia ho hàgim de fer així’) que reproduzco arriba, para ciertos sectores de la sociedad española nada ha cambiado, o pareciera que el tiempo no ha pasado. Ya es hora de que se vaya no solamente reconociendo la realidad plurilingüística del estado, sino también de que se vaya aprendiendo que las reglas del juego han cambiado. Tan útil les resulta a los niños españoles aprender lenguas de la UE como aprender lenguas de ciudadanos con los que tienen que convivir.
O potser no volen fer possible la convivència?
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