Richard A. Bermann, Home from sea (Honolulu: Mutual Publishing, 2006 [1939]). Trad. al
inglés de Elizabeth R. Hapgood. 280
páginas.
He visitado Vailima en tres ocasiones; con cada visita he descubierto cosas
nuevas acerca de Robert Louis Stevenson, pero sin duda la lectura de este libro
ha logrado despertar en mí un mayor respeto si cabe por el hombre al que los
samoanos bautizaron como Tusitala, el cuentacuentos.
La familia Stevenson y sus empleados samoanos posan a la entrada de Vailima. Tusitala, en el centro. Casa-Museo Vailima, Apia, Samoa. |
En el prólogo, el autor alemán declara que la idea de escribir este libro acerca de los dos últimos años de la vida de Stevenson en la finca que por entonces se hallaba en las afueras de Apia, se le ocurrió en la cima de Monte Vaea, donde reposan los restos de Tusitala y su mujer Fanny (Aolele para los samoanos). Stevenson murió en 1894, y la fecha que Bermann da de su ascenso a Monte Vaea es 1925. Aun así, declara que para escribir el libro logró recabar el testimonio de muchas personas que conocieron a Stevenson.
Con el trasfondo histórico de la lucha entre las potencias occidentales de
la época (un enfrentamiento que apenas dos décadas más tarde degeneraría en la
Primera Guerra Mundial), Bermann describe a Stevenson como el palagi al que los samoanos aprendieron a
respetar y a querer. Samoa ya estaba colonizada por entonces, pero el pulso
entre alemanes, británicos y norteamericanos por el control político del
archipiélago polinesio llevó al enfrentamiento entre dos bandos de samoanos:
los leales al rey Laupepa, el títere de las llamadas potencias protectoras, y
los seguidores de Mataafa, quien propugnaba mayor grado de libertad e
independencia para los samoanos.
Una de las chimeneas que Stevenson hizo construir para darle un cierto sabor escocés a Vailima. Nunca se han utilizado, y carecen de tiro. A la derecha, un brasero, también meramente decorativo. |
El libro, en una esmerada traducción aunque un poquito añeja para 2011 (la traducción de Hapgood es de la década de los sesenta), alterna las escenas de la vida familiar de los Stevenson en Vailima con los momentos en que Tusitala se dedicaba a la creación literaria o al dictado de cartas. También nos lleva a Hawái, adonde Stevenson se marchó por unas semanas tras el final del conflicto interno samoano. Está salpicado de anécdotas, que bien pudieran ser ciertas, exageradas o totalmente inventadas. Quién lo sabe. Del gran número de anécdotas que recoge Bermann, me quedo con la que relata de su estancia en Honolulu.
Diversas ediciones de obras de RLS en diferentes idiomas. Casa-Museo Vailima, Apia, Samoa. |
El armario de las medicinas. No le salvaron la vida. |
Tusitala, por entonces ya un hombre enfermizo, se había hecho acompañar de su mayordomo samoano, Talolo, quien se encargaba de sus cuidados cuando se encontraba mal. Stevenson era ya un personaje famoso, y en un hotel de la ciudad un turista inglés lo reconoció e insistió en invitar a Stevenson a una copa. Stevenson le presentó a Talolo como un amigo suyo. “This is my friend Talolo; he is thirsty too”. El inglés no salía de su asombro: Stevenson le estaba pidiendo que invitara también a un hombre de color; de modo que le dijo al camarero que le sirviera a Talolo por separado. Stevenson, con la cabeza fría, le dijo que si Talolo no era lo bastante bueno para compartir una copa con ellos, tampoco él lo era para aceptar la invitación del turista inglés. Y lo dejó allí con un palmo de narices.
La tumba de Tusitala en la cima de Monte Vaea |
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