17 oct 2021

Reseña: Zeroville, de Steve Erickson

Steve Erickson, Zeroville (Nueva York: Europa Editions, 2007). 329 páginas.

“Fuck continuity”. A la mierda la continuidad. Como propuesta filosófica en torno a la creación artística, la frase anterior vale tanto para el cine como para la literatura. Una trama absolutamente lineal puede que sea tan atractiva como una que no lo es; pero una narración discontinua, con narradores no fiables y saltos cronológicos también tiene su gracia. Y leerla suele bastante entretenido (y a propósito de esto, me viene a la memoria Larva, ese monstruo literario informe que nos regaló Julián Ríos a todos los que amamos la literatura y que debo releer algún día, antes de que sea demasiado tarde).

Ike Jerome ha huido de la pesadilla viviente que es su padre en Pennsylvania y se ha cruzado el país entero para llegar a Los Ángeles. Se ha rapado la cabeza y se ha hecho tatuar una imagen de Liz Taylor y Montgomery Clift en la película Un lugar en el sol. Ha descubierto el cine; el veneno del celuloide lo tiene atrapado y no lo soltará.

¿Qué hacer en un lugar como Hollywood? Lo primero es cambiar de nombre. Pasará a llamarse Vikar. Luego, encontrar trabajo en la industria que crea sueños. Sus comienzos no son muy prometedores, pues la policía lo arresta cerca del lugar donde Manson ha asesinado a Sharon Tate y otras cuatro personas.

El caso es que Vikar va abriéndose camino, consolidando algunas conexiones que casi pueden llamarse amistades y prendándose de una belleza llamada Soledad. Es un alma inquieta, una mente atormentada por imágenes, sueños y sonidos.

La Soledad de Vikar parece estar basada en la sevillana Soledad Rendón Bueno, conocida por le nombre artístico de Soledad Miranda. Imagen procedente del film She Killed in Ecstasy de Jess Franco.  

Gracias a Dorothy, Vikar aprende a editar filmes. Reclutado por su amigo y mentor, Viking Man, esa habilidad técnica le llevará a España en los últimos años de la dictadura fascista. Allí lo secuestra un grupo guerrillero que quiere producir una película que mate a Franco, utilizando al padre del jefe guerrillero como actor, fragmentos del NO-DO, fragmentos del western que estaba editando hasta ese momento y también algunas imágenes de la famosísima Emmanuelle, ya un clásico por entonces.

Años más tarde Vikar recibirá un premio especial en Cannes tras rescatar el montaje de una película cuyo director ha abandonado tras un desacuerdo con los productores. Las desventuras de Vikar en la Côte d'Azur son de lo más divertido.

Es evidente que Erickson está haciendo uso de figuras históricas de la industria cinematográfica para sus propios fines. Es un libro a ratos difícil, casi siempre con guiños humorísticos, que tiene una estructura extraña. El autor divide el texto en secciones normalmente muy breves, numeradas hasta el 227, que dice que “Vikar no lo sabe, pero ahora todo se ha puesto a cero de nuevo.” Y a partir de ahí la cuenta es regresiva hasta el final. Es por supuesto un recurso extraño, pero no tan provocador como el que utilizó en Our Ecstatic Days, reseñada en este blog hace cuatro años.

La novela fue descuartizada en el formato cinematográfico por James Franco en 2019. Una gran decepción, y no solo por los cambios argumentales que el guion introduce.

En todo caso, vale la pena leerla; que el lector trate de extraer las enseñanzas sobre el séptimo arte y la creatividad e innovación que Vikar nos ofrece.  

Zeroville la publicó en castellano Pálido Fuego en 2015, con traducción a cargo de José Luis Amores.

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