Antonio Skármeta, El baile de la Victoria (Barcelona: Planeta, 2004). 376 páginas.
En el Chile post-Pinochet, y como consecuencia de una extraña e inesperada amnistía, dos presos, Ángel Santiago y Nicolás Vergara Grey, salen de la cárcel. Afuera, el desempleo, la soledad, el frío y el pasado son implacables con los recién salidos del presidio. Ángel, joven e idealista, solamente desea llevar a cabo su venganza contra el alcaide de la cárcel. Don Nico, maestro de ladrones, ya mayor, sufre el rechazo de su mujer y la indiferencia de su hijo –quien, cuando lo ve por vez primera tras salir de la cárcel, le confiesa que va a cambiarse de nombre. Vergara sabe que es imposible a su edad vivir al margen del crimen.
Desde dentro, el Enano le ha regalado a Santiago un mapa. Es el croquis del golpe perfecto, del gran robo que les resolverá la vida a los dos para siempre. Vergara se niega una y otra vez a escuchar a Ángel, pero este no ceja en sus intentos.
De pronto, en la vida de Ángel Santiago hace su aparición Victoria Ponce, una estudiante que ha sido expulsada del liceo, y que sueña con llegar a ser gran y afamada bailarina. Victoria es la hija de una de las últimas víctimas de la dictadura pinochetista. Es ella quien completa el trío y quien tras un episodio que raya en lo suicida consigue darle un nuevo sentido a la asociación entre los dos hombres.
Con esta novela, Skármeta ganó el Premio Planeta en el año 2003, el Premio Municipal de Literatura de la capital santiaguina y el Premio Ennio Flaiano en Italia. Recientemente, la novela ha sido llevada al cine por el director español Fernando Trueba, y la presencia del siempre magnífico actor argentino Ricardo Darín.
En su vibrante y dinámica narración, Skármeta invita al lector a acompañar a estos tres personajes en su deambular por las calles de Santiago. El autor sabe asimismo transmitir su amor por la ciudad de Santiago; conoce bien la ciudad y a sus habitantes. Los diálogos son de lejos lo mejor de la novela, ricos en el lenguaje coloquial de la gente de Santiago, lo que en cualquier caso no debería suponer apenas un obstáculo para la comprensión de la historia por parte de un estudiante avanzado de español. Y cuando Skármeta explora otros modos y técnicas narrativas, se desempeña normalmente con soltura, por ejemplo en el capítulo dedicado al delirio febril de Victoria en el hospital.
Skármeta captura la hermosura de la amistad y el amor en sus palabras, en sus descripciones y diálogos. Sabe que sin tener conocimiento del sufrimiento no es posible reconocer el gozo cuando se nos cruza en el camino de la vida, y que el dolor verdadero es parte de nosotros tanto como cualquier otro sentimiento, aunque muchos prefieran no admitirlo.
En definitiva, una lectura altamente recomendable.
Desde dentro, el Enano le ha regalado a Santiago un mapa. Es el croquis del golpe perfecto, del gran robo que les resolverá la vida a los dos para siempre. Vergara se niega una y otra vez a escuchar a Ángel, pero este no ceja en sus intentos.
De pronto, en la vida de Ángel Santiago hace su aparición Victoria Ponce, una estudiante que ha sido expulsada del liceo, y que sueña con llegar a ser gran y afamada bailarina. Victoria es la hija de una de las últimas víctimas de la dictadura pinochetista. Es ella quien completa el trío y quien tras un episodio que raya en lo suicida consigue darle un nuevo sentido a la asociación entre los dos hombres.
Con esta novela, Skármeta ganó el Premio Planeta en el año 2003, el Premio Municipal de Literatura de la capital santiaguina y el Premio Ennio Flaiano en Italia. Recientemente, la novela ha sido llevada al cine por el director español Fernando Trueba, y la presencia del siempre magnífico actor argentino Ricardo Darín.
En su vibrante y dinámica narración, Skármeta invita al lector a acompañar a estos tres personajes en su deambular por las calles de Santiago. El autor sabe asimismo transmitir su amor por la ciudad de Santiago; conoce bien la ciudad y a sus habitantes. Los diálogos son de lejos lo mejor de la novela, ricos en el lenguaje coloquial de la gente de Santiago, lo que en cualquier caso no debería suponer apenas un obstáculo para la comprensión de la historia por parte de un estudiante avanzado de español. Y cuando Skármeta explora otros modos y técnicas narrativas, se desempeña normalmente con soltura, por ejemplo en el capítulo dedicado al delirio febril de Victoria en el hospital.
Skármeta captura la hermosura de la amistad y el amor en sus palabras, en sus descripciones y diálogos. Sabe que sin tener conocimiento del sufrimiento no es posible reconocer el gozo cuando se nos cruza en el camino de la vida, y que el dolor verdadero es parte de nosotros tanto como cualquier otro sentimiento, aunque muchos prefieran no admitirlo.
En definitiva, una lectura altamente recomendable.