Francisco Ángeles, La línea en medio del cielo (Lima: Revuelta, 2008). 88 páginas.
Durante mi corta
estancia en Lima hace ahora dos años y medio, entré una mañana en la librería El
Virrey y pregunté por algún autor local joven, prometedor y algo contestatario.
Los dependientes no estaban seguros de qué ofrecerme, pero finalmente me
sugirieron este librito del limeño Francisco Ángeles, de quien nunca había oído
hablar.
La línea en medio del cielo no es una novela al uso. No alcanza ni
siquiera las 100 páginas, adolece de muchos problemas estructurales y, en mi opinión,
fracasa como narración. Tras un brillante comienzo, en el cual el narrador da
cuenta del hallazgo de un grupo de ocho cadáveres desnudos en la habitación de
un hotel, la narración se desdibuja, la trama se desmorona. El resultado final
es algo decepcionante.
Los ocho (cinco
hombres y tres mujeres) han muerto “trenzados unos con otros como lombrices de
tierra.” Todos presentan cortes en ambas muñecas y “por la posición en que se
encontraron … no fue posible asegurar que [la] actividad [sexual] hubiese sido
suspendida después de efectuados los cortes”. Pero este episodio no vuelve a reaparecer
hasta el final, y dentro de un contexto de fabulación de historias subversivas
contra el sistema político.
La verdadera
trama gira en torno a la relación entre Ignat, un joven funcionario/fotógrafo/escritor,
y Virginia. Son varias las líneas narrativas que se entrecruzan, pero lo hacen
de manera tan confusa, tan poco ordenada, que fuerzan al lector a releer para
tratar de otorgarle sentido a las palabras. El problema principal es que, pese
a ponerle mucho empeño, Ángeles no consigue estructurar la historia de una manera
que resulte coherente ni convincente.
Por lo demás, se
trata de una edición muy poco cuidada. Por poner un ejemplo que me resultó muy
llamativo, en la página 31 uno puede leer al principio: “Ignat encontró a
Virginia con la luz apagada y un pequeño radio portátil en la mano.” Nueve
líneas más abajo ese radio se convierte en “la radio”, forma que se repite unas
cuantas líneas más abajo en el mismo párrafo. Hay además numerosas erratas a lo
largo del texto.
Ángeles desarrolla
una inquietante ambientación: la sensación de estar vigilados, el clima de
inseguridad y violencia latentes, la sospecha que tiene Ignat de ser en todo
momento objeto de engaños o mentiras, tanto por parte de Virginia como de los
otros personajes, delineados de forma muy imprecisa. El autor gusta de juegos
entre ficción y realidad, entre futuro y pasado: se atisba otro narrador, “el
viejo que escribe”, que es y no es Ignat.
Además del tema político de incertidumbre y represión
(propio de la época en que creció el autor en Lima), los otros temas importantes
en esta nouvelle son la muerte
violenta y la fabricación de la realidad. Tal vez sea ese el mérito de
Francisco Ángeles: sus jóvenes disidentes describen y denuncian las fake news mucho antes de que se
convirtiesen en algo mundano y monótono.