Satellite Boy cuenta la escapada de dos chicos muy jóvenes, Pete y Kalmain, desde una remota comunidad indígena del Territorio del Norte. Pete pone rumbo a
la ciudad para decirle al propietario de una compañía minera que no desaloje a
su abuelo de la casucha en la que vive. El otro chico que lo acompaña, Kalmain, huye
de la miseria en la que vive su familia y de una tendencia a cometer pequeños
delitos de la que, según parece, le es imposible desligarse.
Hay un detalle especialmente sugestivo en la película: Pete recoge del suelo el
envoltorio del paquete de papas fritas que Kalmain ha terminado, prácticamente las últimas
provisiones que les quedan. Kalmain lo mira como si fuera un bicho raro, pero
Pete sonríe para sus adentros. Horas después, antes de que caiga la noche, Pete
enciende un fuego haciendo que la luz del sol se refleje en el recubrimiento interior de aluminio del envoltorio sobre un manojo de hierba seca.
Mientras que Kalmain
sueña con vivir una vida de riqueza material, repleta de comodidades y privilegios que le están (y le estarán por siempre) sistemáticamente vedados, Pete ha experimentado la forma tradicional de vivir en esa tierra con su abuelo, Jubi, y ha aprendido a
sobrevivir en el exigente entorno del bush
australiano.