22 sept 2010

Fui cocodrilo

Fui cocodrilo


Yo fui cocodrilo que te hostigaba en tu barco de pirata,

mientras con tus chillidos y tus risas ahuyentabas el peligro.

Fui la mueca de fingida sorpresa cada vez que golpeabas

mi trasero con el tempo del columpio,

mas ahora yo me sé hombre viejo y cansado.

Fui la mano que, cuando te caías, te levantaba,

fui brazos que te rodeaban cuando tenías frío,

mas ahora soy endeble tobillo, próximo a quebrarse.

Fui mago de palabras, revelador de mundos,

inventor de paradojas y hechicero de tu risa,

mas ahora soy jardinero que siembra silencios,

soy la mirada perdida detrás de la ventana,

la mano dolorida que recorre el edredón

que en otro tiempo, no tan lejano, te cubría.

Fui gigante que te llevaba en sus espaldas,

fui quejido fingido que tus dedos arrancaban,

fui ogro que se desvanecía con tus besos

a primera hora de la mañana.

Fui coloso cuyas pisadas en arena dorada repetías,

mas ahora yo me sé hombrecillo enjuto, seco, retraído.

Fui nube blanca para tus ojos, fui viento en tus mejillas,

fui sol, fui luz, fui abrazo,

fui padre y anhelé ser tu guía,

mas ahora soy sombra, soy crepúsculo y escarcha.

Fui pues alegría mientras estuviste en mi vida.

Ahora no soy otra cosa que tristeza.


(Para mi amada Clea, mi babita, in memoriam, septiembre de 2010).




18 sept 2010

Reseña: Tarde, mal y nunca de Carlos Zanón


Carlos Zanón, Tarde, mal y nunca (Barcelona: Saymon Ediciones, 2009). 275 páginas.

Una mañana en un bar cualquiera en un barrio modesto de Barcelona: además del dueño, Salva, están Epi y Álex Dalmau, hermanos, y el colega de Epi, Tanveer Hussein. Epi entra en el baño con una bolsa de deporte. En la bolsa lleva un martillo. Parece pasar una eternidad decidiendo lo que va a hacer. Sale de pronto y ataca a Tanveer con el martillo. Entablan una lucha, pero finalmente Tanveer, del que luego vamos a ir descubriendo escabrosos detalles, se desploma. Está agonizando. Álex sale enseguida del bar para deshacerse del martillo sanguinolento, y entre todos se inventarán una historia para cubrir a Epi.

Así se inicia Tarde, mal y nunca, de Carlos Zanón (Barcelona, 1966). La expresión que da título al libro se utiliza “para ponderar lo mal y fuera de tiempo que se hace lo que fuera casi mejor que no se ejecutara ya” (del RAE). Lo que ocurre tras la letal agresión de Epi a Tanveer es una cadena de despropósitos, una sucesión de casualidades y de fatalidades, el acontecer diario de personas sin trabajo, sin futuro y sin apenas esperanzas de salir del agujero en que viven.

Tarde, mal y nunca es una historia dura y desgarradora, en gran medida por el punto de vista narrativo que adopta Zanón: la suya es una perspectiva fría, no juzga a sus personajes sino que nos los presenta como lo que son, de un modo carente de emociones. El narrador indica causas y detonantes de las acciones de los personajes a un ritmo veloz. El subtexto nos remite a la alarma social frecuente en el barrio, que en este caso es Barcelona, pero podría ser Madrid o cualquier gran ciudad española. Tarde, mal y nunca es un retrato que Zanón le ha hecho al mundo en el que vivimos en la primera década del siglo XXI.

Esta es una novela de ritmo vertiginoso, la trama avanza rápidamente y el narrador guía la historia hacia el desenlace, que por otra parte es a un tiempo abierto y sorprendente. Zanón rara vez se aparta de la trama y el diálogo. Mas cuando lo hace, Zanón nos regala algunos pasajes bastante logrados:

“La noche no es una aliada leal. Y despertar, la mayoría de las veces, no deja de ser un alivio. Hacía tiempo que Epi no se fiaba de la oscuridad. Aún así, aquella noche, apenas unas horas antes, había levantado el brazo como para intentar tocarla. Lo estiró hasta dar con el cristal del parabrisas. Eso pareció tranquilizarle. O quizás fue una decepción lo que se iluminó en su cara: decepción por no haberse mojado la punta de los dedos en esa gigantesca pantalla de plasma líquido que, en ocasiones, se le asemejaba la noche cuando estaba sentado al volante, en su furgoneta.

Todo lo que pasa de noche resulta incomprensible más tarde con el sol. De noche se hacen cosas que no se harían de día. Y la mayoría de cosas que uno hace de noche no se las cree al día siguiente. Quizás todo se resuma en esos dos mundos de los que le hablaba su padre. Uno oscuro y otro luminoso, opuestos. Los delitos y los amores que se perpetran de noche no deberían ser juzgados, castigados o mantenidos a la luz del día. Las líneas blancas del asfalto no se ven cuando brilla el sol.”(79)

“Nighttime is no loyal friend. Most of the time, waking up is but a relief. Epi had been distrustful of darkness for a long time. Even so, that night, just a few hours earlier, he had raised his arm as if trying to touch it. He had stretched his arm as far as the windscreen. That seemed to calm him down. Or perhaps it was disappointment that made his face light up: the disappointment of not wetting his fingers in that gigantic screen of liquid plasma that sometimes night appeared to be, when he was sitting at the wheel of his van.

Everything that happens at night turns out to be incomprehensible later in the sunlight. People do things at night they wouldn’t do during the day. And most things one does at night one would not believe the next day. Perhaps everything is encapsulated in those two worlds his father used to talk about. One dark, one luminous, opposed to each other. Crimes and loves made by night should be not judged, punished or kept in broad daylight. One can’t see the white lines on the road when the sun is shining”.

La calidad de la edición de Saymon Ediciones es sin embargo lamentable. Abundan las erratas, e incluso hay algunos errores de bulto. Así, Tanveer reaparece cuando el lector menos se lo espera. ¡El editor le ha permitido ‘resucitar’ fugazmente en el piso donde Epi mantiene secuestrada a Tiffany! Tarde, mal y nunca merecía sin duda una edición mucho más cuidadosa.

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