Pirates Bay, desde su extremo sur |
La península de
Tasman se encuentra en el extremo meridional oriental de la isla de Tasmania.
Fruto del capricho de la naturaleza, esta península se halla unida a otra península,
la de Forestier, por un muy estrecho istmo llamado Eaglehawk Neck (Cuello de
halcón). Una breve mirada en Google Maps revela claramente lo insólito del lugar: tiene unos cuatrocientos metros de longitud y apenas treinta
de anchura.
Dadas sus características
realmente únicas, las autoridades penales británicas establecieron en Eaglehawk
Neck un puesto de vigilancia para evitar las huidas de los presos del Penal de
Port Arthur, unos kilómetros más al sur. Hubo algunos que lograron burlar a los
guardianes cruzando a nado Pirates Bay, aguas muy frías y posiblemente
infestadas de tiburones. La mayoría de los forzados no lograban atravesar la increíble
barrera que Eaglehawk Neck representaba para ellos: además de los guardianes
(hombres nada amables, cabe suponer) los británicos dotaron el puesto de perros
entrenados para la caza.
Una de las
historias más curiosas que cuentan del lugar es la de un convicto que intentó
escapar de noche disfrazado de canguro. Vestido con la piel de un marsupial,
imitando a Skippy, nuestro simpático amigo, dicen, se fue desplazando
lentamente, dando saltos y deteniéndose a cada poco a “comer” hierba. La
leyenda cuenta que se encontraba ya al otro lado de la cerca cuando terminó su aventura:
uno de los guardias probó su puntería con la escopeta, y el convicto se entregó
ante la sorpresa mayúscula de los guardias.
La innegable belleza del
lugar no oculta sin embargo la dureza de las condiciones que soportaron los
penados. La Historia todavía no ha juzgado con el necesario rigor el transporte
sistemático de personas al otro confín del mundo que realizaron los ingleses. A
fin de cuentas, en la mayor parte de los casos, se trataba de personas cuyo único delito fue el robo de alguna cosa de poca monta, además de ser extremadamente pobres (e irlandeses).