28 mar 2013

Reseña: Girl with Curious Hair, de David Foster Wallace


David Foster Wallace, Girl with Curious Hair (Londres: Abacus, 1997). 373 páginas.

Este nada ortodoxo volumen de cuentos nada ortodoxos incluye, además de cuentos memorables que recomiendo encarecidamente, lo que es en realidad una nouvelle, una historia de más de cien páginas titulada “Westward the Course of Empire Takes its Way”, que cierra el libro. Antes que nada hay que decir de David Foster Wallace que no es autor para lectores temerosos y/o distraídos. Wallace requiere toda tu atención, y si en algún momento bajas la guardia, lo pagas, y te puedes encontrar de pronto absorto en la contemplación de hileras de lo que parecen ser unas extrañas hormigas negras sobre un fondo blanco, un código que de improviso resulta incoherente y que posiblemente te obligará a echar la vista atrás y revisar los párrafos ‘desorientadores’.

La otra opción es, claro está, cerrar el libro y devolverlo a la biblioteca, sin terminarlo.

Pero el lector que no ceje en su empeño por seguirle el hilo a este singular narrador disfrutará de las historias que componen Girl with Curious Hair. En su momento, The New York Times celebró la audacia tanto formal como temática de Wallace en este volumen.

El primer relato, “Little Expressionless Animals”, se abre con una escena inquietante. Un auto se detiene en mitad de ninguna parte, una mujer hace bajar a una niña y a un niño más pequeño y les dice que se queden junto a la valla que separa la carretera de un prado donde pace una vaca; la mujer vuelve a subirse al coche, y el hombre que está al volante arranca. El coche desaparece. Es en realidad un relato sobre un concurso de televisión, una concursante que alcanza la fama nacional por ser imbatible, y a la que únicamente conseguirán apear del concurso reclutando a su hermano autista.

En el tercer cuento, el que da título al volumen, Wallace nos lleva a un concierto de Keith Jarrett de la mano de una extrañísima pandilla, compuesta por un sádico joven abogado republicano apodado Sick Puppy, una pareja de punks y otros personajes. Han adquirido LSD antes de entrar al concierto. Cerca de ellos hay sentada una chica que, según Gimlet, la punk a la que Sick Puppy le gusta quemar después de que le haga una felación, tiene el pelo raro. Te dirás, ¿qué demonios es esto? Es un relato en el que abunda el humor (son escenas esperpénticas), pese al hecho de que el narrador es Sick Puppy. Y realmente, lo más curioso de todo, es cómo concluye la historia, que Wallace decidió terminar en la mitad del relato.

A ‘Girl with Curious Hair’ le sigue ‘Lyndon’, un primoroso relato que toma la figura histórica del Presidente Lyndon Baines Johnson como motivo argumental en una historia que narra un ayudante suyo. El largo diálogo con el que Wallace inicia el relato nos muestra a un político mordaz y carismático, un personaje mítico que hizo historia. Wallace ficcionaliza la vida de David Boyd y la utiliza para dar forma literaria al misterio que rodeó la vida de Johnson.

La mayor dificultad del siguiente relato, ‘John Billy’, es el lenguaje con el que Wallace imita el habla del midwest americano: “Was me supposed to tell Simple Ranger how Chuck Nunn Junior done wronged the man that wronged him and fleen to parts unguessed”. Una vez superada la extrañeza que representa este dialecto, uno puede escuchar los ritmos, las inflexiones y la entonación que caracterizan a los habitantes del entorno rural de Oklahoma y disfrutar mucho de esta rocambolesca historia. Víctima de un terrible accidente que lo pone al borde de la muerte, Chuck Nunn Junior se transforma en una criatura con dos caras, una maléfica y otra bondadosa, capaz de cometer las mayores atrocidades, pero también de ofrecer ternura. Wallace crea una especie de Quasimodo rústico, deformado hasta tal punto que los ojos se le salen literalmente de las cuencas.

Otra rica vena creativa demuestra Wallace en el relato siguiente, “My Appearance”, un ingenioso cuento en el que una actriz ya madura expone la ansiedad que le causa el hecho de que vaya a aparecer en el show de David Letterman. Wallace maneja magistralmente el tempo de los consejos que le dan su marido y un amigo productor de televisión. Finalmente, la actriz hace su aparición en el show de Letterman y sale triunfante; pero las reflexiones que la experiencia le produce ponen claramente ante ella la enorme diferencia que hay entre lo aparente y lo real, y el final aventura cambios drásticos en su vida.

No todos los relatos consiguen entusiasmar. “Luckily the Account Representative Knew CPR” es más que predecible. “Here and There” es un sugestivo ejercicio narrativo con tres voces que cuenta una ruptura sentimental, un relato muy efectivo. El que cierra el libro, de dimensiones que no se asocian normalmente con el relato breve, es un impresionante ejercicio metaficcional, pero confieso que me perdió un par de veces entre los inmensos campos de maíz de Illinois.

De lo que no me cabe ninguna duda es que algunos de estos cuentos me quedarán grabados en la mente por mucho tiempo. Supongo que en su día fueron claramente indicativos de lo que Wallace iba a producir más adelante.

24 mar 2013

Una nana de Eugene Field: Versión en castellano

Estatua de Wynken, Blynken y Nod en Washington Park. Fotografía de Matt Wright, 30 de marzo de 2006.
Hace cosa de un año encontré por casualidad en un diario inglés el poema (la nana, para ser más precisos) titulado Wynken, Blynken and Nod del escritor americano Eugene Field. Desde el primer momento me cautivó con su suave ritmo, y la adormecedora repetición de los nombres de los tres marineritos. Es una magnífica nana que juega con la imaginación del oyente para llevarlo a ese espacio y tiempo mágicos en el que sus ojos se cierran y el sueño les abre los ojos a la fantasía.

Llevaba tiempo trabajando en una traducción al castellano. Como suele ser habitual en la traducción de poesía, surgen en el proceso de transferencia lingüística tantos problemas que las soluciones que encontraba nunca me terminaban de satisfacer. Para empezar, los nombres de los tres marineros (el título inicial del poema era 'Dutch Lullaby', es decir, 'la nana holandesa') estaban fuera de lugar y perdían todo su sentido en una versión en otra lengua.

De manera que dejé aparcada la traducción durante unos cuantos meses, y recientemente la retomé con nuevo ímpetu. Opté por rebautizar a los tres niños del poema: Poncho, Soñoliento y Dormilón. Aunque he buscado de alguna manera incluir alguna insinuación de rima, he preferido no forzarlas, y dejar que el poema fluyera con la corriente de ese río de aguas centelleantes que lleva a Poncho, Soñoliento y Dormilón hasta el mar de los sueños.


Poncho, Soñoliento y Dormilón
Versión en castellano del poema de Eugene Field

Una noche, Poncho,
Soñoliento
y Dormilón
se embarcaron en un zapatito de madera.
Salvando las aguas de un río cristalino
arribaron a un mar lleno de rocío.
“¿A dónde vais? ¿Cuál es vuestro deseo?”
les preguntó a los tres la vieja Luna.
“A pescar arenques hemos venido,
los ricos peces de este mar tan bello.
¡Redes de oro y plata hemos traído!",
le respondieron Poncho,
Soñoliento
y Dormilón.

Rió la vieja Luna, y entonó su canción;
cabeceando en su zapatito de madera,
toda la noche el viento les impulsó,
enarbolando olas de puro rocío.
Eran las estrellas lindos pececillos
que vivían en aquel hermoso mar.
“Echad ya vuestras redes, allá donde queráis.
¡Ningún miedo les tenemos!”,
gritaron las estrellas a los tres marineros:
Poncho,
Soñoliento
y Dormilón.

Aquella noche atraparon en sus redes
mil estrellas de centelleante espuma.
Descendió del cielo el zapatito de madera,
y trajo a los marineros de vuelta a casa:
La travesía fue perfecta, si bien les pareció
que en verdad, nada les había sucedido.
Y hubo incluso quien pensó
que un sueño fue, que soñaron
que zarpaban por aquel hermoso mar.
Te diré yo pues el nombre de los tres marineros:
Poncho,
Soñoliento
y Dormilón.


Poncho y Soñoliento son tus dos ojitos,
Dormilón es tu cabecita,
y el zapatito de madera que cruzó los cielos
es ésta, la camita de mi muchachito.
Cierra pues los ojos, que Mamá te canta
canciones de hazañas asombrosas,
y podrás ver todas las cosas hermosas
mientras en este mar te acunas,
allí donde el mar meció a los tres marineritos:
Poncho,
Soñoliento
y Dormilón.

(c) De la traducción, J. Salavert, 2013.

Incluyo debajo el enlace de una de las muchas versiones disponibles en Youtube (hay una musicalizada por los Doobie Brothers, además de la ya clásica de Walt Disney). En ésta simplemente se recita el poema en tono y ritmo de nana, que es personalmente como más me gusta. Por razones que se me escapan, no he podido insertar el vídeo directamente.

Buenas noches...


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