David Foster Wallace, Girl with Curious Hair (Londres: Abacus, 1997). 373 páginas.
Este
nada ortodoxo volumen de cuentos nada ortodoxos incluye, además de cuentos
memorables que recomiendo encarecidamente, lo que es en realidad una nouvelle, una historia de más de cien
páginas titulada “Westward the Course of Empire Takes its Way”, que cierra el
libro. Antes que nada hay que decir de David Foster Wallace que no es autor
para lectores temerosos y/o distraídos. Wallace requiere toda tu atención, y si
en algún momento bajas la guardia, lo pagas, y te puedes encontrar de pronto
absorto en la contemplación de hileras de lo que parecen ser unas extrañas
hormigas negras sobre un fondo blanco, un código que de improviso resulta
incoherente y que posiblemente te obligará a echar la vista atrás y revisar los
párrafos ‘desorientadores’.
La otra
opción es, claro está, cerrar el libro y devolverlo a la biblioteca, sin
terminarlo.
Pero el
lector que no ceje en su empeño por seguirle el hilo a este singular narrador
disfrutará de las historias que componen Girl
with Curious Hair. En su momento, The
New York Times celebró la audacia tanto formal como temática de Wallace en
este volumen.
El
primer relato, “Little Expressionless Animals”, se abre con una escena
inquietante. Un auto se detiene en mitad de ninguna parte, una mujer hace bajar
a una niña y a un niño más pequeño y les dice que se queden junto a la valla
que separa la carretera de un prado donde pace una vaca; la mujer vuelve a
subirse al coche, y el hombre que está al volante arranca. El coche desaparece.
Es en realidad un relato sobre un concurso de televisión, una concursante que
alcanza la fama nacional por ser imbatible, y a la que únicamente conseguirán
apear del concurso reclutando a su hermano autista.
En el
tercer cuento, el que da título al volumen, Wallace nos lleva a un concierto de
Keith Jarrett de la mano de una extrañísima pandilla, compuesta por un sádico joven
abogado republicano apodado Sick Puppy, una pareja de punks y otros personajes.
Han adquirido LSD antes de entrar al concierto. Cerca de ellos hay sentada una
chica que, según Gimlet, la punk a la que Sick Puppy le gusta quemar después de
que le haga una felación, tiene el pelo raro. Te dirás, ¿qué demonios es esto?
Es un relato en el que abunda el humor (son escenas esperpénticas), pese al hecho
de que el narrador es Sick Puppy. Y realmente, lo más curioso de todo, es cómo
concluye la historia, que Wallace decidió terminar en la mitad del relato.
A ‘Girl
with Curious Hair’ le sigue ‘Lyndon’, un primoroso relato que toma la figura histórica
del Presidente Lyndon Baines Johnson como motivo argumental en una historia que
narra un ayudante suyo. El largo diálogo con el que Wallace inicia el relato
nos muestra a un político mordaz y carismático, un personaje mítico que hizo
historia. Wallace ficcionaliza la vida de David Boyd y la utiliza para dar
forma literaria al misterio que rodeó la vida de Johnson.
La
mayor dificultad del siguiente relato, ‘John Billy’, es el lenguaje con el que
Wallace imita el habla del midwest
americano: “Was me supposed to tell Simple Ranger how Chuck Nunn Junior done
wronged the man that wronged him and fleen to parts unguessed”. Una vez superada la extrañeza que representa este
dialecto, uno puede escuchar los ritmos, las inflexiones y la entonación que
caracterizan a los habitantes del entorno rural de Oklahoma y disfrutar mucho
de esta rocambolesca historia. Víctima de un terrible accidente que lo pone al
borde de la muerte, Chuck Nunn Junior se transforma en una criatura con dos caras,
una maléfica y otra bondadosa, capaz de cometer las mayores atrocidades, pero también
de ofrecer ternura. Wallace crea una especie de Quasimodo rústico, deformado
hasta tal punto que los ojos se le salen literalmente de las cuencas.
Otra rica
vena creativa demuestra Wallace en el relato siguiente, “My Appearance”, un
ingenioso cuento en el que una actriz ya madura expone la ansiedad que le causa
el hecho de que vaya a aparecer en el show de David Letterman. Wallace maneja magistralmente
el tempo de los consejos que le dan su marido y un amigo productor de televisión.
Finalmente, la actriz hace su aparición en el show de Letterman y sale
triunfante; pero las reflexiones que la experiencia le produce ponen claramente
ante ella la enorme diferencia que hay entre lo aparente y lo real, y el final
aventura cambios drásticos en su vida.
No
todos los relatos consiguen entusiasmar. “Luckily the Account Representative
Knew CPR” es más que predecible. “Here and There” es un sugestivo ejercicio narrativo
con tres voces que cuenta una ruptura sentimental, un relato muy efectivo. El
que cierra el libro, de dimensiones que no se asocian normalmente con el relato
breve, es un impresionante ejercicio metaficcional, pero confieso que me perdió
un par de veces entre los inmensos campos de maíz de Illinois.
De lo
que no me cabe ninguna duda es que algunos de estos cuentos me quedarán
grabados en la mente por mucho tiempo. Supongo que en su día fueron claramente indicativos
de
lo que Wallace iba a producir más adelante.