25 may 2015

Reseña: Blood Kin, de Ceridwen Dovey

Ceridwen Dovey, Blood Kin (Londres: Atlantic Books, 2007). 185 páginas.

Un país sin nombre en el que gobierna un Presidente de trazas dictatoriales se ve sorprendido por un golpe de estado que depone al dictador y eleva al Comandante, el líder de los rebeldes, a la posición de nuevo detentador del poder. Las pistas que nos da la autora respecto al tiempo y lugar de Blood Kin son mínimas: es un país donde florecen las jacarandas, hay un cercano puerto pesquero y el Presidente tiene una residencia de verano desde la que se otea un valle en el que crecen viñedos.

Hay en Blood Kin, sin embargo, seis voces narradoras distintas (si bien no son tan diferentes como uno quisiera), que se alternan para permitir al lector contrastar sus distintos puntos de vista, al tiempo que aportan algunos detalles que complementan o contradicen la narración de los demás. Nadie tiene nombre en esta novela: se identifica a los personajes, en el caso de los masculinos, por su rango (el Presidente, el Comandante) o la profesión que ejercen al servicio del Presidente (los tres narradores masculinos: el chef, el barbero, el retratista), mientras que a los personajes narradores femeninos los conocemos por su parentesco con los tres anteriores (la novia del hermano del barbero, la hija del chef y la esposa del retratista).

Cuando un comando entra en el Palacio presidencial y secuestra al mandatario y a la primera dama, los rebeldes se llevan al palacio estival a su cocinero, a su barbero/peluquero y al retratista oficial y su esposa, a quien por estar embarazada la mantienen en cautividad por separado. A los tres hombres los obligan a compartir los mismos aposentos y a desempeñar las mismas funciones que hasta ese momento habían tenido, pero ahora al servicio del Comandante. Bien pronto queda insinuada la idea de que el nuevo mandatario comienza a adquirir hábitos y comportamientos muy similares a los que tenía el dictador depuesto.

Cada uno de los capítulos adopta la forma de un monólogo: Dovey delinea pues a los personajes a través de sus propias palabras y reflexiones. Esta es un arma de doble filo: es muy efectiva, en tanto que proporciona ángulos muy diferentes, y con unos escuetos recursos logra caracterizar a los personajes; el problema es que el modo de expresarse de cada uno de ellos es muy similar. No hay apenas diferencias respecto a su tono. Y cuando Dovey, en la segunda parte de la novela, introduce tres nuevas narradoras cuyas voces guardan muchas similitudes entre sí y con los tres anteriores, la narración va cayendo poco a poco en una homogeneidad que pudiera parecer una pizca artificial.

Por fortuna, los sorprendentes sucesos y las extraordinarias revelaciones que conforman el desenlace de Blood Kin proporcionan un más que válido giro argumental y constituyen, en mi opinión, un aliciente para el lector. Con apenas 180 páginas, Blood Kin es una fácil y rápida lectura en torno al concepto del poder y la extremada facilidad que tiene para corromper al ser humano. Los tres servidores del exdictador dan en algún momento muestras de ceder a sus instintos más bajos y brutales.

Así, el chef resulta ser un mujeriego sádico y cruel, metódico a la hora de poner punto final a la vida de los moluscos que prepara para el Comandante: “Sujeto el rodillo con una mano – ha llegado la hora de acercarme sigilosamente a las orejas de mar y sorprenderlas con un golpe mortal. Ella [la compañera del Comandante] me observa mientras cruzo la cocina entera camino de la despensa, que está a oscuras; los últimos pasos los doy de puntillas, para darle un efecto dramático, y entonces me agacho por encima de ellas. A tres las mato antes de que se contraigan, pero la última se da cuenta de lo que se le viene encima y se contrae. Tendré que tirarla.” (p. 39, mi traducción)

El barbero confiesa que muchas veces quiso rebanarle el cuello al Presidente, quien ordenó la muerte de su hermano, pero siempre le faltó el coraje para hacerlo. El retratista, que a las primeras de cambio sucumbe al miedo, trata de justificarse y eximirse de cualquier atisbo de culpa respecto a los crímenes del régimen del Presidente, aduciendo que, en su calidad de artista, no tenía responsabilidad alguna de saber qué es lo que hacía el gobierno del jefe al que servía. Curiosamente, el Presidente transita por sus páginas sin pena ni gloria, como una sombra pálida o un eco tenue de la persona que era.

Blood Kin es una novela de grata lectura. Dovey, nacida en Sudáfrica y educada en Australia y los Estados Unidos, elimina casi todos los detalles geográficos y temporales, desnudando en cierto modo la trama, pero consigue que fijemos nuestra atención en otros aspectos mucho más significativos. Es una crítica (no tan) velada al sistema sociopolítico predominante durante siglos en el mundo occidental, sustentado en el patriarcado y en el uso de la fuerza militar para ganar cualquier batalla ideológica.

Incluyo aquí mi traducción del primer capítulo. De momento, Blood Kin no se ha traducido al castellano ni al catalán. Esperemos que pronto esté disponible en alguno de esos dos idiomas.

1. Su retratista 
Venía cada dos meses para posar. Siempre a primera hora del día, normalmente un viernes, cuando todavía le quedaba una pizca de vitalidad en el rostro tras el esfuerzo de la semana, pero había en su mirada el sosiego de saber que ya casi había terminado. Hacia finales de la primavera, las flores caídas de las jacarandas yacían luminosas afuera a esa hora del día, y su ayudante las recogía a manojos y las esparcía sobre el sofá donde él se sentaba, o se tumbaba, o se apoyaba, para cada uno de los retratos. Regios pétalos de color púrpura. Le hacían sentirse como un rey.
Siempre mezclaba los colores de la paleta antes de que él llegara. Conocía la tonalidad de su piel, el color de sus cabellos, el rosado en las medialunas de sus dedos. Después de su llegada, una vez se había sentado, yo ajustaba los colores levemente, según el humor de que él estuviera: si había sido una mala semana, al tono de su piel le hacía falta más amarillo; si se sentía benevolente, le añadía una pizca de azul al blanco de sus ojos. Decía que su única terapia era hacerse retratar.
Empezaba con un boceto al carboncillo de su cara. Era implacable respecto a los detalles, y reflejaba cada nueva arruga o descoloración o mancha, pero eso era lo que él quería – la primera que posó, le adulé en el lienzo, y amenazó  con no volver nunca, de modo que la vez siguiente le pinté tal como era, y eso le complació. Te sorprendería ver lo que le puede ocurrir a una cara en dos meses. Algún día juntaré todos los bocetos al carboncillo que quedan y haré un librito que convierta las imágenes individuales en animación al hojear rápido las páginas. El efecto del librito será el envejecimiento del Presidente.
Los retratos al óleo solían llevarme exactamente seis horas. Decidía él la pose, y cuando ya se había acomodado su ayudante le maquillaba la cara y, los días en que el Presidente parecía estar especialmente cansado, le añadía algo de autoridad a su mirada con un delineador de ojos. Tenía una asombrosa habilidad para quedarse quieto durante horas. Al final de cada sesión, antes incluso de que se hubiese secado la pintura, su ayudante recogía el retrato para colgarlo junto a la bandera en el Parlamento, de manera que el retrato en el Parlamento fuese siempre el más actual, y los ya antiguos eran distribuidos entre los dignatarios para que los colgasen en sus hogares.

14/03/2021. Acabo de ver que estaba completamente equivocado. Blood Kin se publicó en 2009 en la editorial Mosaico, en traducción de Montserrat Gurguí Martínez de Huete y Hernán Sabaté Vargas, con el título de Lazos de sangre.

21 may 2015

Cinco años de Notas Literarias

Que no pare la fiesta... Eagles-Cheerleaders-TradUniform(2)-Iraq, 7 de junio de 2008, Fotografía de Lance Cpl. Robert C. Medina 
Este blog cumple ahora en mayo de 2015 cinco años. Por lo que parece, cinco años de edad para un blog de estas características es en sí mismo un pequeño logro: la mayoría de los blogs no suelen perdurar, porque mantener un blog y añadir contenido de manera regular lleva naturalmente su tiempo, y exige constancia. Verdad de Perogrullo nº1.

Lo que fue concebido y nació por tanto como un (vano) intento por mantener el contacto con mis antiguos estudiantes de lengua española, tras tomar la decisión de dejar la enseñanza en octubre de 2009 – y también tratando de alimentar una ilusión, la de que ellos siguieran practicando el castellano tras haberles servido a algunos de ellos como guía y docente hasta un nivel más que competente – se fue poco a poco convirtiendo en algo mucho más grande.

Como traductor e intérprete profesional, me entusiasma el (duro) trabajo de facilitar la comunicación entre lenguas y culturas. Es por eso que desde hace algún tiempo he venido alternando la lengua en la que publico reseñas de los libros que leo, y me ha dado por reseñar en inglés algunos libros publicados en lengua catalana. En el futuro no descarto hacer lo mismo con libros de escritores de lengua castellana.

Cada vez que aparece alguna colaboración mía en forma de reseña en otros lugares (sea en Hermano Cerdo o en Transnational Literature, los lugares donde más me prodigo), he decidido publicar en el blog la misma reseña, pero en el otro idioma. Es sin duda una aspiración legítima, quizás con una pizca de vanidad, pero a mi edad, estando como estoy en la segunda parte – que es la más difícil, créanme ustedes los más jóvenes – de mis innings, y dadas mis circunstancias personales, es decir, habiendo vivido lo que he vivido, y visto lo que he visto, pues que me quiten lo bailao. Verdad de Perogrullo nº2.

En fin, con éste son ya 400 posts tras cinco años, el cual es un número nada desdeñable, y la mayoría de ellos son reseñas de libros. Se han superado ya las 114.000 visitas, pero éste sigue siendo un blog modesto, alejado como estoy del mundanal ruido de Facebook y Twitter desde un muy tranquilo barrio de Canberra, a.k.a. “the city that never wakes” (Peter Berner dixit).

Por las estanterías de mi casa siguen amontonados libros que compré hace años desde una posición de autoengaño: la peregrina idea de que como el día tiene 24 horas, quizás pudiera dedicarle unas tres de esas horas a la lectura… jajajaja. Iluso yo. El curro manda, y cuando no hay curro, hay que hacer cenas, o lavar la ropa, o cualquiera de esas tareas ingratas pero absolutamente inevitables. Verdad de Perogrullo nº3.

Los miro (a esos pobres libros olvidados) con ternura y pena y les susurro que algún día les llegará su turno. Tiempo al tiempo.

En fin. Algunos datos y curiosidades, por si interesan. Los Top 5:

Entradas más visitadas (no necesariamente las más leídas – como sabe todo el mundo, en internet el número de visitas a un post no significa gran cosa): Freedom, de Jonathan Franzen; Red Dog, de Louis de Bernières; We Need New Names, de NoViolet Bulawayo; The Leftovers, de Tom Perrotta, y El amanecer de un marido, de Héctor Abad Faciolince.

Entradas más comentadas: (9) Taipei de Tao Lin; (7) The Luminaries de Eleanor Catton y Red Dog; (6) Nueva Portada: Tasmania, Freedom y El somni de Farringdon Road de Antoni Vives; (5) L’estany de foc de Silvestre Vilaplana y ‘Planes de contingencia frente a los zombies’ de Kelly Link.

Términos de búsqueda más citados: “notas literarias” (pero qué nombre tan original…;)); “red dog”; “que rhetorical devices hay en un soneto me manda hacer violante de lope de vega”; “red dog louis de bernieres traducción” (pues no, todavía no lo han traducido al castellano, que yo sepa); “estelada”; “downunder-literatura.blogspot.com”; “contes russos"; “kelly link”; “el nas de Mussolini”; “jonathan franzen libertad”.

Consigue aquí tus PDF calvos, ¡GRATIS!
Quiero señalar la asombrosa recurrencia de la frase ‘pdf gratis’ que suele acompañar a muchos de los títulos que busca la gente. ¿Sabéis qué os digo a los del ‘pdf gratis’? Pues que musho morro. Más gracia me hacen e incluso despiertan en mí cierta simpatía los estudiantes que entran buscando resúmenes, sinopsis, estudios de personajes, etc. Incluso para copiar un comentario de texto hay que tener cierto arte y destreza. Verdad de Perogrullo nº4.

Los cinco países con más visitas registradas: España, Estados Unidos, México, Alemania y Colombia. No quedan muy lejos Argentina, Rusia, Chile, Francia y Venezuela. Incluso desde China e India empiezan a asomarse. Napoleón se equivocaba. China despertó, pero el mundo no tiembla. Más bien se ha quedado dormido frente al televisor o embobado delante de un Xbox o la Wii.

Gracias a todos los que alguna vez me han leído, o han mirado las fotos o incluso enlazado desde otros sitios a alguna de mis reseñas. Espero que sigáis pasando por aquí. De mis antiguos estudiantes, creo que a la larga nadie se animó a la idea de seguir al traumatizado exprofesor a través de un blog. ¿Y quién puede echárselo en cara? Yo en su lugar habría hecho lo mismo, seguro.

Quizás sería hora de cambiarle el nombre al blog… Aunque también podría dejar pasar un tiempo antes de hacerlo. Ya veremos, que dijo el ciego.

El ciego de Toledo, d'un altre valencià, Joaquín Sorolla 

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