Gerald Murnane, Invisible Yet Enduring Lilacs (Artarmon: Giramondo, 2005). 232 páginas.
¿Qué tipo de
ensayos literarios cabría esperar de un escritor con más de 75 años de edad que
nunca se ha alejado más de 1.000 km de su distrito natal en el estado de
Victoria – y apenas lo ha hecho en muy contadas ocasiones – que nunca ha salido
de Australia, pero que decidió sin embargo comenzar a aprender húngaro a los
cincuenta y pico años? El autor de Tamarisk Row y de A Lifetime on Clouds publicó en diversas revistas literarias
entre los años 1984 y 2003 artículos y ensayos que la editorial Giramondo
reunió en este volumen en 2005.
Puszta, de Károly Markó |
Son escritos en
torno a la escritura y la lectura, siempre con el inconfundible sello Murnane,
en los que se abordan ideas importantes para la ficción creativa, algo que
Murnane enseñó durante varios años en Deakin University.
El tercero de
estos ensayos lleva por título ‘Why I Write What I Write’ [Por qué escribo lo
que escribo], publicado por vez primera en 1986 en la revista Meanjin, y comienza con las siguientes afirmaciones:
“Escribo oraciones. Escribo primero una oración, luego otra oración. Escribo
una oración tras otra. Escribo unas cien oraciones o más cada semana, y unos pocos
miles de oraciones al año.” (p. 25, mi traducción). Se trata de una pieza
bastante breve, en la que Murnane desmenuza el proceso de escritura, con la
oración como unidad mínima: “Mis oraciones surgen a partir de imágenes y
sentimientos que me persiguen – no siempre de una manera penosa; a veces de
forma agradable. Esas imágenes y sentimientos me persiguen hasta que doy con
las oraciones con que traerlas a este mundo.” (p. 28, ‘Why I Write What I
Write’)
De que la filosofía de
Murnane sobre la creación literaria es, como mínimo, harto idiosincrática, si
no excéntrica, dan buena cuenta estos ensayos. Las peculiares obsesiones de Murnane
aparecen una y otra vez, y arrojan una luz significativa sobre aspectos de su
ficción que, para quienes no estén familiarizados con su obra, resultarán
cuando menos extraños, si no totalmente opacos.
Si tuviera que
resumir de improviso las que yo interpreto como preocupaciones fundamentales
del Murnane autor de ficción tras la lectura de Invisible Yet Enduring Lilacs probablemente me perdería en un
batiburrillo de imágenes, en medio del cual, una u otra de dichas imágenes me
llevaría a considerar a alguien que yo veo en mi mente considerando las
preocupaciones fundamentales del autor australiano Gerald Murnane. Lo anterior
es, naturalmente, un torpe y barato juego mío de palabras que no se acercan ni
por asomo a describir el tema que trato de describir o explicar.
A grandes rasgos,
uno podría resumir que el principal interés del autor no es el mundo exterior
como una posible realidad existente (lo es en tanto que la percibimos y
configuramos en nuestro cerebro, pero pare usted de contar) sino el mundo como
se aparece como imagen en nuestra conciencia. O bien Murnane trata temas
sencillos desde una perspectiva compleja, o bien intenta simplificar temas
complejos posicionando al lector en diversos y distintos niveles de
significación. La suya es una cosmogonía de la ficción absolutamente propia y
en gran medida intransferible.
No todos los
ensayos que forman este volumen tienen la misma vigencia. Uno de ellos me
resultó especialmente oneroso e incluso exasperante: el que presta su título al
volumen. Sin embargo, la lectura de Murnane es casi invariablemente un regalo
de pequeñas dosis de distintos aspectos, por ejemplo su humor, en este caso
sobre la Australia de la posguerra: “No me pareció extraño que a [Adam Lindsay]
Gordon [poeta australiano del siglo XIX nacido en las
Azores] le achacaran ser muy inglés aquellas mismas autoridades que enseñaban
lealtad al Imperio. Había momentos apropiados para que un australiano pensara
en Inglaterra: durante las misas (protestantes); el día del cumpleaños de
Shakespeare; en el funeral de un líder cívico o militar. En general, un
australiano pensaba como un inglés de puertas adentro y cuando la solemnidad lo
requería. De puertas afuera, uno podía ser australiano, y más desenfadado.” (p.
4, ‘Meetings with Adam Lindsay Gordon’, mi traducción)
Un vaquero magiar, de Tomsics & Perlaszka |
El mejor de estos
ensayos es, en mi opinión, ‘The Breathing Author’, que afortunadamente es
posible leer en inglés en internet, aquí. Comienza con una importante declaración de
intenciones: “No puedo concebirme leyendo un texto sin tener presente que el
objeto delante de mis ojos es un producto del esfuerzo humano. Gran parte de mi
implicación con un texto consiste en mi especular acerca de los métodos empleados
por el escritor a la hora de componer el texto, o acerca del sentimiento y
creencias que condujeron al escritor a escribir el texto, o incluso acerca de
la historia vital del escritor.” (p. 157, mi traducción)
Más adelante,
Murnane explica el porqué de dejar escribir poesía para pasarse a la prosa: “la
poesía me pareció extremadamente difícil de escribir siempre que tuviese que
escribir en versos rimados, o incluso sin rima. Me pareció algo más fácil escribir
lo que yo creía que era verso libre, pero pensé que era un engaño llamar a eso
escribir poesía. Empecé a escribir prosa en la creencia de que podría expresar
lo que quería expresar con mayor libertad en prosa que en poesía. Sin embargo, durante
varios años creí que mi prosa tendría más sentido si me permitía no observar las
convenciones de la gramática inglesa. En la época por la que estaba escribiendo
los primeros borradores de las primeras páginas de Tamarisk Row, vine a comprender que nunca podría concebir una red
de sentido demasiado complejo como para ser expresado en una serie de oraciones
gramaticales. La totalidad de la prosa que he publicado se compone de oraciones
gramaticales, aunque la penúltima sección de Tamarisk Row se compone de cuatro oraciones gramaticales entrelazadas.
Uno de mis mayores placeres como escritor de ficción en prosa ha sido descubrir
continuamente las formas interminablemente variables que puede adoptar una oración.
Intenté enseñarles a mis estudiantes a amar la oración. A veces supongo que la
existencia de la oración da fe de nuestra necesidad de establecer conexiones
entre las cosas. A veces, todavía pienso en intentar de nuevo lo que intenté y
no logré hacer como escritor joven: escribir una obra de ficción que
consistiese en una sola oración gramatical que comprendiera al menos varios miles de palabras.” (p. 181-2, mi traducción)
Es una pena que hasta la fecha (junio de 2015) no
haya aparecido ninguna de las obras de Murnane en castellano. L’editorial barcelonina Minúscula va publicar l’any passat una traducció de
The Plains al català (Les planes), a càrrec de Marta Hernández
Pibernat.