11 sept 2024

Reseña: Cloud Cuckoo Land, de Anthony Doerr

 
Anthony Doerr, Cloud Cuckoo Land (Londres: 4th Estate, 2021). 626 páginas.

Para quienes disfrutamos de los libros es grato leer novelas cuya trama gira en torno al aspecto físico de la literatura: el libro y su conservación. Si en la Edad Media eran los amanuenses quienes preservaban libros copiándolos de forma esmerada y minuciosa, hoy en día cualquiera puede acceder a una copia digitalizada de antiquísimos (o no tanto) volúmenes. Ello es posible en gran medida a las bibliotecas y quienes las regentan, los bibliotecarios, a quienes Doerr dedica esta intricada y deliciosa novela.

Cloud Cuckoo Land tiene una estructura que al principio te parece un tanto enrevesada. Son varias las tramas y ocurren en distintos momentos de la Historia. En primer lugar, la caída de Constantinopla (1452-53), con dos protagonistas: por un lado una joven costurera, Anna, quien en su afán por ayudar a su hermana enferma opta por entrar en una vieja biblioteca abandonada con la ayuda de un barquero y vender el producto de su saqueo a unos caballeros venecianos. Uno de los objetos de su botín es un libro viejo y algo enmohecido, que resulta ser la historia del pastor Etón y su búsqueda de una ciudad en el cielo, obra ficticia que Doerr atribuye a Antonius Diogenes, autor griego clásico que ciertamente existió. Y por otro lado, Omeir, el hijo de una pobrísima familia campesina al que reclutan para el asedio de la ciudad, junto con sus dos bueyes y que ayuda a Anna a escapar del infierno en que se convierte Constantinopla tras el ataque del ejército del sultán.

La segunda historia une a dos personajes muy diferentes. Tras ser hecho prisionero en la guerra de Corea, Zeno regresa a su pueblo de Idaho y acomete la traducción de un oscuro manuscrito que la bibliotecaria le da a conocer en versión digitalizada. Zeno aprendió griego clásico en el campo de prisioneros gracias a Rex, un estudioso ingles de la literatura clásica, de quien se enamora perdidamente. El códice, naturalmente, es el que Anna robó en el siglo XV. Completada su traducción y edición anotada, Zeno adapta la historia para que los niños de la escuela local la representen una noche en la biblioteca. Y es aquí donde esta trama enlaza con la de Seymour, un muchacho autista que se siente en casa en el bosquecillo detrás de su casa, donde vive un búho con el que congenia. Pero el bosquecillo es destruido por una empresa constructora: a partir de ahí, Seymour se convierte en un activista medioambiental, absolutamente extremista. Alentado por un grupo con el que solamente tiene contacto en línea, su primera acción será la de plantar una bomba en la biblioteca del pueblo.

No era estrictamente ficción, pero se le asemeja. Fragmento de la Epístola a los Romanos. 

La tercera línea argumental tiene como protagonista a Konstance, hija de dos científicos que se ofrecieron como voluntarios de un viaje sin retorno a bordo de una nave interestelar con destino a un planeta en una galaxia muy remota. El plan es perpetuar la civilización humana, pues la Tierra ha dejado de ser habitable. Cuando en la nave se declara una epidemia, el padre de Konstance la encierra en una sala. Konstance tiene acceso a la biblioteca de la nave (Sibila, prima hermana del HAL de 2001: A Space Odyssey) y empieza a indagar en la extraña historia que su padre le había contado sobre el pastor Etón y su larguísimo viaje en busca de la ciudad de las nubes, hasta encontrar la edición anotada de un tal Zeno.

Si todo lo anterior parece complicado, como un rompecabezas de muchas piezas que pudieran ser difíciles de acoplar, no temas: es un libro ameno y hermoso en ocasiones, y Doerr sabe cómo dotar de suspense a todas estas historias. Si fuese el caso que el autor busca enseñar algo, quizás se trate del hecho de que es fácil destruir un libro de papel (e incluso los libros digitales, que no están exentos de tal amenaza), pero las historias que pasamos de generación en generación perviven, pese a todo. Un gran libro: muy inspirador, te absorbe desde el principio.

Cloud Cuckoo Land se publicó hace dos años en castellano como Ciudad de las nubes en la editorial Debolsillo, con traducción a cargo de Laura Vidal Sanz.

16 ago 2024

60

 

The Hallmarks of Aging, © Rebelo-Marques, de Sousa Lages, Andrade, Ribeiro, Mota-Pinto, Carrilho and Espregueira-Mendes - edited by Palosirkka.

Sesenta. Sis dècades! 60 n.o. Es un buen innings, sin duda, pero siempre cabe la posibilidad de seguir acumulando puntos, o lo que es lo mismo, años.

De los 60 recién cumplidos, 32 los viví en España, la mayoría en València. 28 los he vivido en Australia: primero, Sydney, hasta finales del 2000. Luego, un año entero en una granja, en un remoto lugar escondido en las back roads entre Yass y Gunning, en Nueva Gales del Sur. De allí a Yass, una (relativamente) pequeña población de Nueva Gales del Sur a 45 minutos de Canberra. A finales de 2007 nos mudamos a Canberra, Ngunnawal Country, donde seguimos hasta ahora. Por cuánto tiempo más… ¿quién lo sabe? Los inviernos son un poquito duros en esta zona de Australia. Las casas no están diseñadas para afrontar temperaturas bajas y el costo de calentar una casa con cuatro dormitorios es cada vez mayor. Y se me hielan los pies, hostias.

Aunque en València alcancé logros profesionales importantes (colaborando en las traducciones del Instituto Shakespeare y consiguiendo que mi nombre apareciera en el BOE tras aprobar el examen de Traductor-Intérprete Jurado en 1992), en Australia hubo un cambio, por supuesto. De haber sido profesor de inglés durante años, me reciclé (¿o me reciclaron?) y pasé a ser profesor de castellano.

Profesionalmente, vivir en Australia hizo posible algunos hitos que en España nunca hubiera alcanzado. Los JJ.OO. de Sydney en 2000, para cuyo comité organizador trabajé como traductor durante diez meses. Varios puestos en diversas instituciones universitarias en Sydney y Canberra. Muchos años como tutor y examinador de lengua castellana para la empresa que hasta hace poco más de un año proveía los servicios de enseñanza de idiomas al Gobierno Federal. Mi desempeño como intérprete en dos de las rondas de negociaciones de un tratado de libre comercio y una visita de alto rango ministerial hace un par de años... Casi cuatro años en la Australian Academy of the Humanities. Las múltiples colaboraciones con Hermano Cerdo. Y el colofón: contrato de la FIFA en calidad de traductor durante el Mundial femenino del año pasado en Nueva Zelanda y Australia. ¡¡¡Golazo!!!

En resumen: Una vida profesional muy variada, relevante y dinámica; siempre colmada de quehacer. Y ahora… pues va llegando la hora de aligerar la carga laboral, me digo y me repito casi todas los viernes al terminar la semana. Y no termino de hacerlo del todo.

Muchos me aseveran que los 60 son los nuevos 50. “Nah, that’s just moving the goalposts”, I usually reply. Gracias a la natación, que practico religiosamente (siempre he querido poder emplear ese adverbio con algo que no sea para nada espiritual) de lunes a viernes a las 5:30 de la mañana, haga el tiempo que haga, he podido dominar una enfermedad heredada. Went undetected for years. Huge accolades then to one Dr Lad, who probably saved my life.

Si me preguntasen por los años venideros, respondería que es cierto, que sin duda alguna se ve un horizonte. And I would add: Let’s call it a sunset horizon. Això sembla una mica més poètic, no? Empiezan los cálculos financieros, que incluyen pensiones, ahorros, posibles ingresos en los próximos años, posible mudanza a otro lugar con un mejor clima… Y los planes: Viajes. Muchos viajes. Mentre el cos i la salut ho permetin… Y una certeza: Si uno se ha esforzado tantísimo para llegar a este escenario, no cabe hablar de privilegios, sino de recompensa.

Quedan ahí detrás varios libros traducidos, algunos ensayos y artículos, una mezcla de cosas, entre ellas algunos cuentos… y errores, por supuesto, como todos. Y por supuesto, un poemario de difícil lectura, con el que de algún modo conseguí no volverme loco, conservar cierta cordura necesaria para sacar adelante a dos chicos de cinco años..., and a few other poems: among them, some sonnets of which I am particularly fond and proud of. Está todo por ahí.

No social media – no effin’ Facebook, Instagram, X/Twitter... no mobile phone (yet)… Pero sí un blog, una pequeña puerta abierta al mundo, este que lees, donde generalmente escribo sobre lo que leo. Y aquí seguiré, mientras me queden cosas que decir. Si dentro de 10 años puedo escribir una entrada titulada 70… pues muy bien. The rest shall be silence.

Posts més visitats/Lo más visto en los últimos 30 días/Most-visited posts in last 30 days

¿Quién escribe? Who writes? Qui escriu?

Mi foto
Ngunnawal land, Australia