11 dic 2024

Rarotonga Cross-Island Trail

Siempre me ha gustado cruzar islas a pie. Esta no es de las más fáciles. 

En una isla cuya área total apenas supera los 67 km2, este sendero es un reto recomendable para quienes no se conformen con las fantásticas playas que constituyen la mayoría de su litoral. El sendero cruza la isla de norte a sur. Tiene una longitud de unos 6 km y el punto intermedio es una masa rocosa que en la lengua local es conocida como Te Rua Manga. En inglés la bautizaron (absurdamente, agrego) como the Needle (la aguja).

Vista del interior de la isla desde la carretera litoral.

6 km no parecen muchos, esa es la verdad, y Te Rua Manga tiene una altitud de 413 metros sobre el nivel del mar. Básicamente, la mayor dificultad la plantean las fuertes pendientes que tiene el sendero y el hecho de que el terreno, muy húmedo, es extraordinariamente resbaladizo.

Uruau Road

Gallos y gallinas han colonizado toda isla, incluso el sendero. Cerca de Te Rua Manga viven varias gallinas y un par de gallos. 

Si comienzas en Avarua, el autobús que da la vuelta a la isla una vez cada hora te deja en la entrada al mercado de Punanga Nui. Hay que cruzar la calle y seguir por la bocacalle que se tiene a la derecha, Avatiu Road, que tras cruzar el arroyo del mismo nombre se convierte en Uruau Road. Al final de esta carretera, y tras dejar a la derecha la única central eléctrica de la isla, se halla el aparcamiento del sendero para quien quiera utilizar coche.

Selva impenetrable, excepto por el sendero.

La superficie del sendero: raíces, piedra y barro. 

El principio del sendero propiamente dicho desde el aparcamiento es una pista que, tan pronto se adentra en la densa selva tropical, se estrecha y se convierte en senda. El camino, en general, queda claramente identificado y hay además muchas marcas de color naranja, algunas pintadas y otras metálicas.

Monumento que conmemora a Pa Teuruaa, guía local. 

Para subir las fuertes pendientes que llevan a Te Rua Manga lo mejor es ayudarse de las muchísimas raíces de los árboles y de las ramas a ambos lados. Una vez alcanzado la entrada a Te Rua Manga, se puede subir a la cima mediante unas cadenas adheridas a las rocas. O se puede suponer que probablemente el lugar era sagrado para los habitantes originarios y limitarse a admirarlo.

Te Rua Manga

Detalle de la formación rocosa.

A partir de ahí comienza el descenso en dirección sur. Si el ascenso ya suponía un reto, la bajada hasta el mar no lo es menos. Si el sendero es de por sí resbaladizo porque en la parte central y montañosa de Rarotonga suele llover bastante, si está lloviendo (como fue nuestro caso el día en cuestión) la situación es mucho más problemática.

Vista hacia el oeste desde Te Rua Manga. Entre las nubes y la lluvia se puede divisar el océano. 

Por fortuna, hay toda una serie de cuerdas que ayudan mucho a bajar sin romperse la crisma. Hay que hacerlo de cara a la falda de la montaña. Una vez completado el descenso el sendero cruza una y otra vez el arroyo Papua. Conforme el sendero se acerca al mar, puedes admirar el grosor de algunos de los árboles que crecen cerca. El final te lleva hasta una pequeña catarata, donde es posible darse un chapuzón si apetece o almorzar si los mosquitos no te devoran primero a ti.

La selva cerca de Wigmore's Waterfall.

La catarata.

De la catarata Wigmore a la carretera hay apenas unos 500 metros, en una pista que deja a la derecha la perrera de la CISPCA (Cook Islands Society for the Prevention of Cruelty to Animals). El sendero se puede completar en unas 4 horas o incluso menos. No es recomendable para quien no tenga experiencia alguna de senderismo. Una vez en la carretera, esperas al autobús que te dejará donde quieras.

27 nov 2024

Resena: Smart Ovens for Lonely People, de Elizabeth Tan

Elizabeth Tan, Smart Ovens for Lonely People (Sydney: Brio Books, 2020). 249 páginas.

Hace ahora seis años que reseñé la novela Rubik de esta autora australiana residente en Perth. En su momento dije que Rubik era una especie de pasatiempo compuesto de muchas piezas que había que encajar igual que el cubo. De manera que tenía ganas de hincarle el diente a este conjunto de veinte relatos cortos. La decepción no puede ser mayor.

Los temas que trata Tan son muy similares a los de la novela: indaga en las inquietudes socioculturales de nuestra época, las imposiciones del tecno-capitalismo neoliberal y las absurdas tesituras que se plantean en torno a conspiraciones que los personajes se esfuerzan en principio por comprender y posteriormente por apartar de sus vidas.

Pero, personalmente, en su casi totalidad estos relatos me han dejado indiferente, y en algunos casos, completamente irritado, dado lo inanes que me resultan. De todos ellos, el único que salvaría de la hoguera es el que da título al libro: ‘Hornos inteligentes para gente solitaria’. Tras superar una crisis existencial no especificada, Shu recibe un horno de la marca ‘Neko’ (un horno hablante e ‘inteligente’) que, además de ayudarle a preparar comidas muy sanas y apetitosas, le hace compañía y le sirve de analista.

En cualquier caso, yo recomiendo emplear el tiempo necesario para su lectura en otros menesteres. Hay tanto que leer y el tiempo es finito.

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