22 nov 2016

Reseña: Public Library and Other Stories, de Ali Smith


Ali Smith, Public Library and Other Stories (Londres: Penguin Books, 2015). 220 páginas.

De Canberra, la ciudad en la que vivo, se suele decir que es aburrida, que le falta vida y que carece de carácter. Quizás haya algo de cierto en todo ello. Es sin embargo una ciudad con un elevadísimo nivel educativo y cultural, y para fortuna de muchos de sus residentes, cuenta con una red de bibliotecas públicas simplemente fabulosa. Tan buena, tan magnífica es, que los usuarios pueden sugerir la adquisición de libros, DVD, audiolibros, CD, novelas gráficas, etc., y la mayoría de las veces, la red de bibliotecas del Territorio de la Capital Australiana los comprará. Es una amplia red que cuenta con 9 sucursales, distribuidas en los distintos barrios y centros urbanos que integran esta singular ciudad, cuya población ronda ya los 400.000 habitantes. Es posible encontrar libros en muchas lenguas diferentes, amén de películas, documentales, guías turísticas, casi cualquier cosa.

¿Cuáles son las virtudes de una biblioteca pública? Esa es una de las muchas preguntas que trata de contestar esta colección de cuentos de Ali Smith, quien compagina sus relatos de ficción con textos basados en comentarios de o suministrados por amistades y conocidos de la autora, que son todos ellos usuarios de las bibliotecas públicas del Reino Unido.

La Biblioteca Nacional de Australia, que también ha padecido drásticos recortes en los últimos años. Fotografía de fir0002
El mismo gobierno que conducirá al Reino Unido fuera de la Unión Europea emprendió desde 2010 una brutal campaña de austeridad que cerró cerca de 1000 bibliotecas públicas y que, hasta la fecha – es solamente un cálculo – ha eliminado unos 14 millones de libros de sus estanterías. ¿Para qué leer, teniendo al alcance de la mano fútbol, cerveza y las portadas de The Sun? Claro que la situación en otras partes del mundo no es mucho mejor: hay un Presidente de Gobierno que alegremente admite que solo lee un periódico deportivo. Así va el mundo.

Public Library and Other Stories es por lo tanto una apasionada defensa de algo tan decididamente comunal como es la biblioteca pública. Pero Smith no dedica sus historias a las bibliotecas como edificios o lugares de encuentro con los libros, sino a los libros mismos, a la literatura. Y lo hace desde la libertad de la creación literaria, desde el ingenio y la diversión que la caracterizan como autora. Los juegos de palabras, los extraños y remotos vínculos que surgen en sus historias, son impagables.

Como es de esperar en una colección de cuentos, unos son mucho más atractivos que otros. Un motivo recurrente en casi todos ellos es el texto como elemento de la comunicación humana y la degradación que sufre de forma constante. Por ejemplo, este fragmento de ‘The Definite Article’: “…estaba de camino a una reunión urgente sobre financiación. Era posible en el clima actual que se retiraran los fondos, de modo que teníamos que tener urgentemente una reunión urgente para escoger el tipo correcto de retórica. Ello aseguraría la estrategia correcta de desarrollo que a su vez aseguraría que la financiación no concluiría de esta manera en este momento. Había hecho el viaje entero en metro, diciéndome una y otra vez: urgente, asegurar, factibilidad, margen, evaluación, gestión, racionalización, estrategia de desarrollo, desarrollo estratégico, el clima actual, el estímulo de proyectos, valores esenciales, no debiera concluir, de esta manera, en este momento. Pero también tenía que ser no amenazador, el lenguaje que teníamos que usar para asegurar que, etc., de modo que subí las escaleras machacándome la frase ‘sin problemas sin problemas sin problemas’, y luego me paré un instante en la salida del Metro porque (¡ay!) me dolía mucho el ojo, algo se me había metido en el ojo sin saber cómo ni por qué.” (‘The Definite Article’, p. 155-6, mi traducción).

Del resto destacaré tres: en primer lugar, ‘The Beholder’, una narración cuya narradora, enferma, se va desintegrando lentamente. También ‘Say I Won’t Be There’, que cuenta con Dusty Springfield como médium en un relato sobre un cementerio para el que las autoridades tienen planes de transformación urbanística, y ‘After Life’, en la que un hombre tiene que desmentir su muerte por segunda vez, diez años después de haber tenido que desmentir su propia muerte en un accidente mientras hacía turismo en España. Un detalle curioso: el título del libro no corresponde a ningún relato. No hay ninguna historia que lleve por título ‘Public Library’.

Cuando desde las instituciones parece orquestarse una campaña dirigida a restringir (cuando no suprimir o eliminar) el acceso a la cultura y los instrumentos de educación y formación del pensamiento crítico entre la juventud, este libro es un pequeño grito en lo que parece ser un desierto. Habrá que continuar demostrando que las bibliotecas son un bien indispensable. Por mi parte, tras la pérdida de nuestra hija Clea, de seis años y nueve meses en 2009, traté de marcar la diferencia para la comunidad educativa de un pequeño pueblo samoano, Lalomanu. Seis años después de su inauguración, la BibliotecaClea Salavert sigue en pie, quizás sin haber logrado buena parte de los objetivos que nos habíamos marcado con su construcción. ¿Ha valido la pena la enorme generosidad de familiares, amigos y extraños? ¿Ha valido la pena el esfuerzo? Quizás sea pronto para decirlo, pero si alguno de esos niños de Lalomanu han descubierto que hay otros mundos posibles al alcance de su imaginación, algo bueno habremos hecho.
The Clea Salavert Library, Lalomanu, Samoa

19 nov 2016

Reseña: Tough, Tough Toys for Tough, Tough Boys, de Will Self

Will Self, Tough, Tough Toys for Tough, Tough Boys (Londres: Bloomsbury, 1998). 244 páginas.
Bienvenido al provocativo mundo narrativo de Will Self. Bienvenido a sus ambientaciones surrealistas, a una perspicaz desproporción que te obliga como lector a enfrentarte a los límites de lo que normalmente considerarías como aceptable o admisible. Porque el éxito de la sátira, no lo olvidemos, depende de los límites que uno mismo de imponga en el ámbito de las normas sociales. Si la sátira de Swift continúa siendo válida y efectiva, es porque los límites que traspasaba estaban basados en pautas medianamente uniformes. Nunca admitiremos la noción de comer niños para combatir la pobreza.

Este volumen de narraciones breves de Self comienza con una historia cuyo título se inspira en una nouvelle de Francis Scott Fitzgerald de 1922 (puedes acceder al texto íntegro en inglés aquí, por ejemplo) titulada ‘The Diamond as Big as the Ritz’. En el caso de Self, en lugar de un diamante lo que tenemos es ‘The Rock of Crack as Big as the Ritz’. Los protagonistas son dos hermanos de origen jamaicano en Londres; uno de ellos, Danny, encuentra una veta de cocaína pura en los cimientos de la casa en la que viven. En lugar de consumirla, Danny pone a su hermano Tembe a trabajar en el negocio de la distribución. Tembe es adicto al crack y a lo que le echen, mientras que Danny prefiere ni tocarla. La codicia y la inmundicia van de la mano. El cuento puede todavía leerse de manera gratuita en internet, tal como lo publicó The New York Times.

De las siete narraciones que integran este libro, ‘Flytopia’, la segunda, es posiblemente la más lograda. Una historia de horror pura y dura, en la que un hombre alcanza una especie de pacto con los insectos que se han adueñado de su casa, con quienes mantiene curiosísimas conversaciones. La llegada de su novia a la casa al día siguiente despierta repentinamente en él unos irrefrenables deseos de deshacerse de ella. ¿Puedes imaginarte el desenlace?

La narración que da título al libro es un relato de viajes, con un divertido guiño al psicoanálisis. Bill Bywater, psicoanalista mujeriego y alcohólico, tan enamorado de su automóvil como de la marihuana que fuma compulsivamente, inicia un viaje desde el norte de Escocia hasta Londres.

"Siguieron en silencio mientras Bill guiaba el coche por las afueras de Aviemore. Seguía siendo un lugar cutre, pese al dineral que habían invertido recientemente. La mayoría de las casas eran estilo chalet, con techos muy altos a dos aguas que prácticamente llegaban al suelo. Pero los materiales eran sintéticos: hormigón y aluminio; amianto y plexiglás. Todas las superficies parecían combadas, y los bordes arrugados. ─ Qué mierda de sitio ─, dijo Bill." (p. 135, mi traducción) Aviemore - fotografía de  Dave Fergusson.

Tras hacerse unos cuantos güisquis (siempre he querido tener la oportunidad de escribir así la palabra, de modo que aprovecho esta ocasión) recoge a un autoestopista, a quien somete a un taimado interrogatorio para arrancarle los detalles más sórdidos de su vida, una existencia más bien desdichada, con una salvedad: al autoestopista le gusta jugar con los camiones y tractores Tonka, una marca que quizás recuerdo vagamente en las tiendas de juguetes de mi niñez. El chico le sirve a Bill como blanco de su aborrecimiento por los demás en general. ¿Es un claro caso de proyección? ¿Terminará bien el viaje, que en el mejor de los casos llevaría un día entero?

Un anuncio de los juguetes Tonka de la década de los 80.

Bill Bywater reaparece en otra historia, situada en Londres, ‘Design Faults in the Volvo 760 Turbo: A Manual’. El título es engañoso, por supuesto: Bill se presenta como psicoanalista adúltero obsesionado con su Volvo 760 Turbo (sí, el mismo que había estado conduciendo desde Thurso en ‘Tough, Tough Toys for Tough, Tough Boys’). La moraleja del cuento quizás pudiera ser que no siempre ha de fiarse uno de su mecánico.

Esta colección de cuentos incluye además ‘Dave Too’, una historia absurda en torno a la identidad en un mundo que habitan únicamente personas llamadas Dave, y ‘A Story for Europe’. Este último son dos historias paralelas: por un lado, la de un banquero teutón que padece una embolia; por otro, la ansiedad de los padres de un niño inglés de dos años que solamente sabe comunicarse en alemán comercial. ‘Caring, Sharing’, en mi opinión el relato que resulta menos atractivo, nos lleva a un Manhattan en un futuro indeterminado en el que las personas se hacen acompañar por ‘emotos’, una suerte de niños gigantes que cuidan de sus necesidades afectivas.

‘The Nonce Prize’ [El premio al pedófilo] cierra el libro, y reintroduce a los hermanos Danny y Tembe del primer relato. En este, sin embargo, es Danny quien ha caído en la adicción y Tembe quien maneja el negocio. Un capo del narco jamaicano, Skank, llega a Londres para vengarse de Danny. Skank paga para que un par de criminales droguen a Danny y le preparen una trampa brutal. La policía encuentra a Danny en una nave industrial junto al cadáver de un niño asesinado y mutilado, al cual le han inyectado el semen de Danny (los sicarios se lo han sacado por medio de una jeringuilla. Danny no tiene ninguna posibilidad en el juicio, e ingresa en la cárcel, en concreto en el ala dedicada a pedófilos y violadores. Como buen narcotraficante que es, que le encasillen de esa manera le resulta repulsivo. El alcaide le sugiere que se inscriba en cursos, y Danny se apunta a uno de escritura creativa.

Llegado el día de la concesión del premio, Danny está en la lista de candidatos, pero tiene que competir con dos pedófilos. El cuento adquiere entonces un ingenioso aspecto metaliterario. Danny ha escrito un relato ficticio en torno a las actividades del narcotráfico de su hermano (¿quizás algo similar al relato que abre el libro?), mientras que el cuento ganador es el de uno de los más depravados pedófilos en la cárcel, una historia absurda sobre el profundo cariño de un hombre por el gato de su difunta esposa. ‘The Nonce Prize’ ofrece en un principio una visión descarnada del sistema penitenciario, pero Self lo transforma en una inteligente sátira en torno al mundo editorial y los premios literarios.

Tough, Tough Toys for Tough, Tough Boys sigue muy de cerca la línea que Self había creado unos años antes en Grey Area: son espacios ficcionales definidos con precisión y gusto por el detalle útil, con unas tramas que van más allá de lo absurdo. Más que un simple entretenimiento.

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