23 mar 2020

Reseña: Lincoln in the Bardo, de George Saunders

George Saunders, Lincoln in the Bardo (Londres: Bloomsbury, 2017). 343 páginas.
“Cuando se pierde a un hijo, nunca tiene fin el tormento que un padre pueda autoinfligirse. Cuando amamos, y el objeto de nuestro amor es pequeño, débil, vulnerable, y ha confiado en nosotros y solamente en nosotros para su protección, y cuando dicha protección, por la razón que sea, ha fallado, ¿Qué consuelo (qué justificación, qué defensa) puede haber, acaso?
Ninguno.
La duda se exacerbará mientras sigamos vivos.
Y cada vez que se afronte un momento de duda, volverá a surgir otro en su lugar, y después de ése, otro”. (p. 239, mi traducción)
Un inciso personal que tiene relación con el tema de este libro. En su momento, no me di cuenta de que la oportunidad de abrazar el cuerpo de mi hija muerta habría de ser la última. Traumatizado, desorientado y exhausto, no me pasó por la cabeza que, viéndola tendida allí, los ojos cerrados, su hermosa piel morena tumescente, depositada en una camilla de un hospital extraño e impersonal, el trámite de reconocerla iba a ser ese momento final de verdadera despedida, el instante definitivo. No hubo otro.

Hace más de ciento cincuenta años el Presidente Abraham Lincoln y su esposa perdieron a su tercer hijo, Willie, víctima probablemente de la fiebre tifoidea. Fue el 20 de febrero de 1862. En dos ocasiones Lincoln entró en la cripta donde estaba Willie y sacó a su hijo del ataúd en el que estaba para abrazarlo. Y es este hecho el que utiliza Saunders para escribir una de las novelas más innovadoras de los últimos años.

Una figura triste, un corazón roto.
Las diferentes religiones abordan la cuestión del alma de modos diferentes. La propuesta católica es, digámoslo sin tapujos, una patraña ridícula. Francamente, nadie con un mínimo de sentido común puede creerse que haya un cielo y un infierno. La propuesta budista, mucho más amable, nos habla del Bardo, un estado de la existencia (que no de la vida) que nos situaría entre la muerte y la reencarnación.

Budista convencido, Saunders sitúa a Willie en el Bardo, y puebla la novela de personajes residentes en el cementerio de Washington al que acude el destrozado Lincoln. Son todos ellos seres humanos que no han aceptado la realidad de sus muertes. Pero los niños, dicen los más veteranos, no deben permanecer mucho tiempo en el Bardo. La irrupción del Presidente trastorna sobremanera a Willie, que decide esperar el retorno de su padre una segunda vez.

Algo que tres moradores del Bardo – Vollman, Bevins y el reverendo Early – ya avezados no pueden consentir, pues es contra natura y un niño que allí se quede sufrirá lo indecible. Saunders combina la narración de esta aventura (uso la palabra con cierta precaución, aunque al fin y al cabo es una obra de ficción) con extractos tanto apócrifos como reales de relatos y opiniones de la época. No hay que olvidar que la muerte de Willie sucedió durante la Guerra Civil, y Lincoln llevaba sobre sus hombros el peso de la contienda y el enorme dolor que la muerte de tantos jóvenes causaba entre los estadounidenses.

La novela está estilizada como si se tratase de una obra de teatro. Y es ese el gran triunfo de Saunders: las voces de los moradores del Bardo son totalmente creíbles; sus dimes y diretes van desde las confesiones más cándidas y sinceras (no comprenden qué hacen en ese lugar, y continúan teniendo la esperanza de volver con sus seres queridos) a los chascarrillos más cáusticos, irónicos y sarcásticos.

Aunque se trate de la primera novela de Saunders, me parece absolutamente lógico que se llevara el Premio Booker de 2017. El formato es arriesgado y aborda un tema que nunca es fácil de disponer en una obra literaria. Pero Saunders, como hizo en su libro anterior, el fantástico volumen de cuentos Tenth of December, deja el listón muy alto. Una deliciosa obra de arte: entretiene, te hace reír y llorar, te hace disfrutar de las múltiples voces que pueblan ese cementerio, y por último es convincente en la capitulación final de Lincoln cuando abandona la cripta al final de la noche. Una capitulación que todo padre o toda madre que haya perdido a su hijo o hija llevará dentro hasta el final de sus días.

Lincoln en el Bardo. Traducción de Javier Calvo. Seix Barral. 2018.

Lincoln al Bardo. Traducció a càrrec de Yannick Garcia. Edicions de 1984. 2018.

22 feb 2020

Reseña: The Danger Game, de Kalinda Ashton

Kalinda Ashton, The Danger Game (Collingwood, VIC, Sleepers Publishing, 2009). 288 páginas.
La lengua inglesa cuenta con algunas expresiones que son no solamente precisas sino también encantadoras por su musicalidad. Una de ellas es “one-hit wonder”, referida a bandas (o también solistas) que alcanzan el triunfo comercial con un tema para luego desaparecer de la escena y no volver a cosechar ningún gran éxito. Pero no es el caso de The Danger Game, que no alcanzó cifras destacables de ventas cuando se publicó en 2009.

Uno de mis one-hit wonders favoritos. Aunque la cara de psicópata que hace el cantante en el videoclip hoy no se llevaría. Mamamy Sharona.

Lo que sí extraña es el hecho de que Kalinda Ashton no haya publicado ninguna otra novela desde entonces. Como primera novela, The Danger Game cuenta con varias virtudes y pocos aspectos que puedan desdeñarse o apuntarse como muy negativos. De hecho, el libro le valió a su autora premios tanto en Australia como en el Reino Unido. Cuenta con una buena estructura narrativa, aunque no sea perfecta. La primera mitad tiene un buen ritmo y engancha al lector con un cierto aire de novela de misterio.

El problema es que no hay misterio propiamente dicho, sino una confesión y la constatación de que el azar de la vida a veces se cobra víctimas inocentes. En ese sentido, The Danger Game no aporta un desenlace tras más de doscientas páginas en las que parecía vislumbrarse una insinuación de sorpresa decisiva. No, no la hay. A menos que romper con un amante, un hombre casado, e iniciar a continuación una relación sexual con una amiga de tu juventud pueda catalogarse como sorpresa argumental en una novela que indaga en un trágico suceso que rompe una familia para siempre.

La novela cuenta con tres voces narrativas diferentes: Alice es la hermana mayor y principal narradora de la historia. Louise y Jeremy son los hermanos gemelos. A ella no le va lo de los estudios; en cambio a Jeremy lo brutalizan compañeros de la escuela porque es un chico callado, tímido y estudioso. Pero es siempre el punto de vista de Alice el que impera.

Todo se viene abajo para esa familia la noche en la que Jeremy muere en un incendio, a la edad de 10 años. Un padre sin trabajo y alcoholizado; una madre que, asustada por la violencia y harta de pasar estrecheces, ya tenía decidido irse de casa; y tres jovencitos que tratan de sobreponerse a las dificultades diarias con peligrosos juegos en los que se retan unos a otros. En fin, una familia disfuncional que, tras la muerte de Jeremy, se hace añicos.

Muchos años después, Alice es profesora en una escuela pública de Melbourne. Ha logrado salir adelante en la vida. Louise, en cambio, está en Sydney intentando dejar la heroína por enésima vez. El padre malvive en un bloque de apartamentos de vivienda pública, y la madre sigue desaparecida e ilocalizable.

Es Louise quien insiste en reconstruir lo sucedido la noche de la muerte de su hermano gemelo. Alice, en cambio, está inmersa en las pequeñas batallas que los educadores siempre libran contra las burocracias o la intransigencia de las autoridades. En cierta modo, Kalinda Ashton nos hace ver a través de la historia de Alice y Louise que la desintegración de esa familia tantos años antes tiene mucho que ver con los terribles efectos negativos que la pobreza endémica, la marginación y la dejadez oficial tienen sobre grupos escolares desfavorecidos. No es noticia, pero no por ello debe dejarse de denunciar.

¿Encontrarán Alice y Louise a su madre? ¿Podrán cerrar ese capítulo tan duro y triste de sus vidas y mirar al futuro con optimismo? ¿Habrá un final feliz? Independientemente del desenlace, sabemos todos que, en nuestra aturdida y abstraída sociedad en ya la segunda década del siglo XXI, los problemas se acumulan uno encima de otro.

¿Volverá a publicar novelas la autora? Espero que así sea. Pese a las imperfecciones de este debut, Ashton demuestra tener dotes para la creación literaria. La ocasional sobreabundancia de imágenes y metáforas le priva a la narración de cierto punch. Incluso podría aventurarse que un cambio de punto de vista narrativo, dándole a Louise la misma oportunidad de explayarse que tiene Alice, hubiera enriquecido el libro.

Como denuncia del sistema que consagra el privilegio y socava los cimientos del estado del bienestar, The Danger Game no consigue profundizar en el tema, aunque sí deja huellas. Un buen debut de otra autora australiana que parece haberse desvanecido tras su primer libro.

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