21 ene 2022

Reseña: Monsters, de Barry Windsor-Smith

Barry Windsor-Smith, Monsters (Londres: Jonathan Cape, 2021). 365 páginas.

Este relato del veteranísimo Windsor-Smith comienza con una escena de increíble brutalidad. Es junio de 1949: Janet sale al jardín frontal de la casa en Providence (Ohio) en la que vive con su marido, Tom Bailey, y el único hijo que tienen, Bobby. Se encuentra la bicicleta de Bobby en tierra, una llanta aplastada, completamente inservible. Del cobertizo vienen unos gruñidos. La madre se acerca y ve a su hijo en manos de Tom, quien ha agredido violentamente al niño. El padre está soltando alaridos en alemán. Janet agarra a Bobby en sus brazos y sale corriendo, pero tropieza con la bici y cae a tierra.

Aterrorizada, grita pidiendo socorro y denuncia a Tom como un monstruo. ¿Qué ha sucedido para que el padre haya golpeado a Bobby con tanta violencia? ¿En qué estado ha quedado el niño? ¿Cómo va a terminar este terrible episodio?

Muchos años después, dos desconocidos cuyos padres compartieron vivencias horrorosas vuelven a cruzar sus caminos. ¿Qué podría salir mal? Pues... todo.
Quince años más tarde, Bobby acude a una oficina de reclutamiento del ejército de los Estados Unidos. Le falta un ojo, dice que no tiene familia, que no tiene estudios, que carece de documentación. El oficial que le atiende hace una llamada y sella su destino: Bobby pasará a ser el candidato de un proyecto experimental absolutamente secreto: Prometheus.

¿Prometeo encadenado? No por mucho tiempo.

Un par de meses después, encontramos a Bobby encadenado en el interior de las instalaciones militares que albergan el proyecto dirigido por un militar de origen alemán: Friedrich. Bobby ha sido transformado en un monstruo. Su cuerpo se ha cuadruplicado en volumen; es un ser deforme que emite un hedor insoportable a causa de las sustancias químicas que le han inyectado y en las que lo han tenido a remojo. No era ése el objetivo que se habían marcado los ‘cerebros’ científicos de Prometheus. ¿O sí? ¿Cómo ha podido terminar siendo la víctima otra vez?

El monstruo fue un niño y recibió castigos con frecuencia.

Esa es la trama de Monsters. Windsor-Smith confecciona un relato con distintos saltos cronológicos. En cada uno de ellos, la enrevesada historia de la terrible vida de Bobby va agregando un nuevo capítulo. Comenzando con el retorno del padre tras la guerra: Tom Bailey era el intérprete de una unidad estadounidense que, tras la derrota de los nazis, descubre un laboratorio médico secreto en el que científicos al servicio del régimen de Hitler habían estado realizando experimentos execrables que sin duda alguna constituirían crímenes de guerra. Bailey, testigo del horror, sufre un profundo trastorno y, como consecuencia de ello, tarda cuatro años en regresar a casa.

Bobby y Jack, el oficial de policía amigo de Janet. 

Ya en su casa de Providence, el alcohol, el insomnio y la paranoia no solamente destrozan su vida sino de las de Janet y Bobby. La situación se vuelve insostenible y el día de Acción de Gracias todo explota en la casa de los Bailey, con efectos funestos. Solo Bobby sobrevive a la masacre.

Monsters es un relato de vidas rotas, de traumas irreparables, coincidencias inexplicables y superpoderes psíquicos, en una narrativa que mezcla ciencia ficción, la guerra, el secreto del estamento militar como indicio del crimen, el horror y el mito de Frankenstein, un amor imposible y el precio que la inocencia infantil puede pagar por culpa de los errores de los padres. Al caer en las garras de Friedrich, Bobby Bailey, el monstruo creado por el ejército, se convierte en víctima del experimento médico que décadas antes había enloquecido a su padre Tom.

En cada palabra hay un recuerdo. Tras la muerte solo nos quedan las palabras.
Pero no es Bobby el personaje principal. Al fin y al cabo, sus facultades físicas y mentales quedaron muy mermadas tras el abuso sufrido a manos de su padre. La protagonista es su madre Janet. Es ella la víctima de una realidad de la que únicamente nos acordamos a toro pasado: el hecho innegable de que las guerras no terminan simplemente con la firma de un armisticio. Los estragos que una guerra acarrea son causa de la desintegración de familias y la ruptura de amistades y suelen afligir más a los civiles que a los propios militares.

La última cena...
Con sus más de 360 páginas, Monsters tiene las dimensiones de una narración épica. Producido en tamaño A4, Windsor-Smith ha creado un verdadero librazo, una gran obra repleta de guiños sutiles, detallista tanto en el dibujo como en el diálogo, y que incorpora insospechados retazos técnicos de géneros dispares y atípicos en la novela gráfica como son entradas de un diario personal o fragmentos de cartas, en algunos casos inacabadas. Merece la pena adentrarse en el rompecabezas cronológico que propone el autor, pues la recompensa es sobresaliente.

Barry Windsor-Smith. Retrato del autor, obra de Michael Netzer.

18 ene 2022

Reseña: Dear Son, de Thomas Mayor et al.

Thomas Mayor, Dear Son: Letters and Reflections from First Nations Fathers and Sons (Melbourne y Sydney: Hardie Grant, 2021). 189 páginas.

En la primera de las cartas que integran este libro, Thomas Mayor le recuerda a su hijo la ocasión en la que rechazó tomarle de la mano en público. El hijo tenía a la sazón 9 años. Thomas Mayor adujo que el niño era ya demasiado mayor como para ir cogido de la mano de su padre. El autor de la carta lamenta y se arrepiente de haber rechazado la mano de su hijo.

La idea de este libro nació de un encuentro entre Mayor y la escritora indígena australiana Tara June Winch, quien escribió el prólogo.

Se trata de una antología de sentimientos fruto de la experiencia, de los recuerdos y los relatos de generaciones anteriores de hombres Indígenas australianos: reflejan la frustración, la irritación, la rabia, la indignación y la humillación que han sufrido ellos y sufrieron sus padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos… Es una recopilación en la que la comunicación directa con padres o hijos, según sea el caso, dignifica y reivindica a sus autores.

En cierto modo, es como si el tiempo no hubiera pasado...
El calendario del pueblo Nyoongar.
Fotografía de Orderinchaos 
En muchas de ellas se menciona la opresión colonial y la violencia ejercida contra los pobladores originarios de esta tierra. Hablan asimismo del hurto de sus tierras, de las generaciones robadas por un sistema social racista, del sufrimiento y la lucha constante por mejorar sus vidas y las de sus hijos, de la aniquilación de sus lenguas y costumbres.

Un ejemplo profundamente llamativo es este episodio que relata el periodista Stan Grant en la vida de su padre:

“Esa fue la misión de vuestro Abuelo: salvar nuestra lengua. De pequeño había pasado algún tiempo con su Abuelo, Budyaan, en los matorrales del bush. El viejo Budyaan hablaba siete lenguas y le enseñó la lengua de los Wiradjuri a Papá. Un día, en la calle principal del pueblo, Budyaan le dijo algo a Papá en voz alta y un poli lo oyó. Al viejo lo arrestaron y lo encarcelaron.

Cuando salió, dijo que nunca más volvería a hablar nuestra lengua. Se la guardó solamente para cuando Papá estaba con él, lejos, allí donde ningún hombre blanco pudiera oírlo. Vuestro Abuelo pasó muchos años simplemente sobreviviendo. Simplemente poniendo comida en la mesa. Los Indígenas vivían a salto de mata. Día tras día, un pueblo tras otro, un trabajo agotador y luego otro y luego otro.

El Abuelo tiene cicatrices repartidas por todo el cuerpo: cicatrices de sobreviviente. Son cicatrices adquiridas en las carpas de boxeo, cicatrices de los aserraderos, cicatrices de los polis. Y luego están las cicatrices que no vemos: las cicatrices que él mantiene escondidas. Cicatrices en el alma que no curan. Vuestro Abuelo tiene cicatrices infligidas por Australia.” (Stan Grant, p. 28, mi traducción).

La Australia blanca anglosajona sigue ignorando, cuando no menospreciando, a los pueblos originarios de este continente. Gobierno tras gobierno, las reivindicaciones de los pueblos Aborígenes siguen siendo desdeñadas y arrinconadas en la agenda política y económica del país. La parte que juegan los medios de comunicación no es nimia, pues desde muchos de ellos se les denigra e insulta. El caso del jugador de fútbol australiano Adam Goodes es claramente ilustrativo.

Cada una de las cartas incluye detalles reveladores y únicos, pero todas tienen algo muy importante en común: el hartazgo. “Porque somos padres Indígenas y cuidamos de nuestros hijos. Los hemos amado, criado y sostenido; los hemos protegido y les hemos enseñado cómo sobrevivir y a sentirse orgullosos de su cultura. Hemos hecho igual que hicieron tus padres, y los padres de tus padres, y así durante generaciones que se remontan a decenas de miles de años.” (Thomas Mayor, p. 179, mi traducción)

Incluso si no fuera cierto que la frase fue suya, es innegable que Gandhi sigue siendo ejemplo para muchos. “Al echar la vista atrás y ver lo que he aprendido, quiero que sepas que lo más importante es ser fiel a uno mismo. Si las expectativas de la sociedad te fuerzan a negar quién eres, cambia entonces las expectativas de la sociedad. Haz lo que sugiere Gandhi: «Conviértete en el cambio que quieres ver en el mundo.»” (Daniel Morrison, p. 89, mi traducción). 
Fotografía de Bernard Gagnon .
Una aportación en forma epistolar muy necesaria, muy relevante pero, desgraciadamente, muy actual.

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