6 nov 2022

Reseña: Transcendence, de Gaia Vince

Gaia Vince, Transcendence. How Humans Evolved through Fire, Language, Beauty and Time (Gran Bretaña: Allen Books, 2019). 294 páginas.

¿Por qué reflexionar sobre nuestros orígenes como seres humanos y esa fascinante evolución por la que hemos pasado hasta ser quienes somos, ahora en 2022, frente a los innumerables quehaceres y frecuentemente estresantes desvelos que nos mantienen ocupados a diario? Una respuesta válida a esa pregunta (una pizca simplista, lo sé) sería porque quizás nos encontremos ante un etapa clave en la supervivencia de la Humanidad.

Una manera mucho más llevadera (y ciertamente menos angustiosa para muchos) es leer libros como éste. Transcendence propone una lectura persuasiva de quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos.

La autora plantea una breve historia de la humanidad en torno a cuatro conceptos clave: fuego, lenguaje, belleza y tiempo. Esos cuatro aspectos de nuestro quehacer en este planeta son, a grandes rasgos, los que nos han permitido imponernos a medios francamente hostiles, a someter a otras especies y finalmente a sobrepoblar nuestro mundo. De ser un primate vulnerable e insignificante en las sabanas africanas hemos llegado a ser el animal más numeroso y temible (incluso para nosotros mismos) en el planeta.

Le Tour de France? “Las diferencias genéticas entre poblaciones están desapareciendo, no porque hayamos dejado de evolucionar genéticamente, sino por nos estamos entremezclando más. Gran parte del aislamiento tribal del pasado terminó con los devaneos sexuales entre grupos, el mestizaje, la migración y el comercio. Incluso cuando las tribus mantenían normas estrictas que prohibían el mestizaje entre grupos, la evidencia genética prueba que continuó. La domesticación del caballo y la invención del transporte rodado lo aceleraron, pero ya bien entrado el siglo XIX los europeos continuaban casándose con parientes cercanos. La bicicleta redujo esto de forma considerable al permitir el sexo entre poblaciones geográficamente distantes. La venta de cuatro millones de bicicletas antes de la Primera Guerra Mundial tuvo un impacto notable en la sociedad francesa, que incluyó el hecho de que los franceses crecieran en estatura al reducirse el número de matrimonios entre parientes consanguíneos. En Inglaterra se vio el mismo efecto.” (p. 190, mi traducción). Fotografía de Macieklew.
Así, el fuego nos facilitó unos recursos que eran impensables hasta que se logró su dominio: contribuyó a estabilizar la dieta, se convirtió en una herramienta defensiva y ayudó a potenciar el sedentarismo.

Con el lenguaje, los humanos pudieron transmitir conocimiento para guiar a las siguientes generaciones, uniendo más todavía a grupos y tribus que tendían a estar dispersos. La invención de la escritura no solo hizo posible que yo escriba hoy esto: ha facilitado la evolución cultural y el intercambio de mucho más que ideas o historias.

El concepto de belleza contribuyó sobremanera al comercio. La globalización (tan denostada por ciertas ideologías retrógradas e involucionistas) favoreció la socialización y la compartición no solamente de mercancías, gustos estéticos o mitos, sino también de valores que hoy en día tenemos por irrenunciables.

Vince pone el dedo en la llaga cuando al seleccionar el tiempo como cuarto factor clave de nuestra singular aventura en el tercer planeta de un diminuto sistema en una parte insignificante del universo. Si bien la idea del Tiempo nos ha ayudado a organizarnos (y también a estresarnos), queda en evidencia nuestra absoluta incapacidad para leer el horizonte y planear qué debiera ocurrir en nuestro entorno (sea a pequeña escala o mucho mayor) cuando ya no estemos aquí para solucionar los problemas que surjan.

“H.G. Wells publicó The Time Machine [La máquina del tiempo] en 1985, una década antes de que Einstein publicara su teoría de la relatividad especial; por primera vez, la posibilidad de que los seres humanos tuvieran control absoluto sobre el tiempo empezaba a parecer matemáticamente factible. Lo irónico es que, pese a toda nuestra experiencia con el tiempo, nos resulta no obstante tan difícil como siempre planear el futuro de la humanidad e imaginar un mundo en el que estemos muertos. Quizás se trate de un fracaso cognitivo de la biología, pero es sin duda una deficiencia cultural.” (p. 213, mi traducción) 

Escrito en un lenguaje perfectamente comprensible, con Transcendence Gaia Vince parece exhortarnos a considerar el largo camino recorrido y la responsabilidad que tenemos como dueños del planeta de no reducir ese itinerario a unas pocas décadas más. Tenemos las herramientas, las intuiciones y la voluntad para escoger nuestro destino. ¿Sabremos hacer lo necesario?

Una obra atrevida y fascinante, además de muy recomendable; este libro de Gaia Vince se publicó el año pasado como Trascendencia en la editorial El Viejo Topo. La traducción corrió a cargo de Josep Sarret Grau.

16 oct 2022

Pola Oloixarac's Dark Constellations: A Review

Pola Oloixarac, Dark Constellations (New York: Soho Press, 2019). 202 pages. Translated by Roy Kesey.

Remember Donald Rumsfeld’s words to the press twenty years ago, in 2002? ‘[…] as we know, there are known knowns; there are things we know we know. We also know there are known unknowns; that is to say, we know there are some things we do not know. But there are also unknown unknowns – the ones we don't know we don't know.’ These latter ones are the scary ones, I guess. The Incas contemplated dark constellations in the night skies, where the dark spaces (the unknowns) were the object of interest rather than the bright, visible known points, the stars.

Argentine Pola Oloixarac weaves three stories into an unusual, weird and at times a little clumsy volume. The first part is set in the late 19th century: explorer Niklas Bruun ventures into caves on some Atlantic island. While in search for some hallucinogenic stuff that would allegedly erase whatever it is that separates one species from others, he and his group become the more-than-willing prisoners of a tribe whose women profusely engage in sexual intercourse with the visitors.

The second part has an enough promising start – it is truly hilarious and Oloixarac proves she does have the skill. An Argentine student travels to Brazil and gets pregnant. Her son is Cassio, who will become a notorious hacker and will eventually be hired by a big corporation with less than clearly defined aims and purposes. Governments and corporations seem engaged in a race to discover the way they would be able to capture our DNA either by means of real samples or using strange, ever-present instruments that resemble facial-recognition devices called Bionoses. Everyone, be careful where you fart! Your DNA might be collected and used against your will.

The final part brings in Piera, an Argentine biologist. It is set in just a couple of years’ time. She teams up with Cassio in an obscure plot to develop viruses and plant them across the whole world via the web.

The author seems to focus strongly on big issues, no doubt: where are we heading as Humanity? And what might be the consequences of blending the human and the technological in the context of a world where all of our data has fast become merchandise for sale? Scary, yes. The unknown unknowns!

Whatever might be uniting the goal of Bruun’s travels and Cassio and Piera’s heavily marijuana-induced plans to, well, do something that I found mind-boggling and pretty obscure, I may have missed. If Dark Constellations is intended to terrify us about where evolution is taking us, perhaps a little less vagueness and darkness would help. Lots of references to computer developments and popular culture of the 90s and later do not help us much to follow the scanty plot the book offers.

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