an Cathach |
Se trata de una valiente reflexión sobre el
crítico momento actual por el que pasa la industria editorial. La irrupción de
la tecnología digital en el mundo del libro, arguye Rubinstein, va a suponer
una auténtica revolución, y de las actitudes y decisiones con que autores y
editores enfrenten los cambios radicales que están ya sucediendo depende el futuro
de la literatura. Mientras que el pirateo comercial parece haber perdido toda
posibilidad de prosperar en el siglo XXI, es el pirateo individualizado (como
ya censuré yo mismo aquí)
lo que puede arruinar a la industria, a menos que la industria sea flexible y adopte
estrategias para atraer a lectores y amantes de la literatura al interior del
marco legal que sería deseable. La alternativa, como siempre, es la selva, el
caos y la ruina.
‘Cuerpo y alma: El derecho de la
propiedad intelectual y su cumplimiento en la era del libro electrónico’ es, en definitiva, una lectura fascinante para todo aquel
que disfrute de la literatura y ame los libros. Agradezco a Peter Rose y la Australian Book Review la oportunidad de
trasladar este importante debate a los lectores en lengua castellana.
El ensayo comienza así:
El manuscrito más valioso que custodia la Real Academia Irlandesa es el RIA MS 12 R 33, un libro de salmos del siglo VI, conocido por el título de an Cathach (‘El luchador’), o Salterio de San Columba. Se cree que es el salterio irlandés existente más antiguo, el ejemplo más temprano de escritura en Irlanda – y la copia pirateada más antigua del mundo. Según la tradición, San Columba transcribió en secreto el manuscrito a partir de un salterio que pertenecía a su maestro, San Finiano. Finiano descubrió el subterfugio, exigió la copia, y expuso la disputa ante Diarmait, el último de los reyes paganos de Irlanda. El rey decretó que “a cada vaca le pertenece su ternero”, y por tanto la copia de un libro pertenecía al propietario del original. Columba apeló la decisión en el campo de batalla, y derrotó a Finiano en sangriento combate en Cúl Dreimhne. No queda resto alguno del manuscrito original de Finiano, si es que existió. Únicamente subsiste ‘El luchador’.
Puedes seguir leyendo en Hermano
Cerdo.
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