Kate Richards: Madness: A Memoir (Melbourne: Penguin, 2013). 276 páginas.
Las estadísticas indican que en Australia hay una altísima
incidencia de jóvenes que intentan suicidarse. A grandes rasgos, son más los
varones que las mujeres, y el perfil generalizado del joven suicida sería el de
un chico entre 20 y 25 años, residente en una zona rural. Otros datos señalan que el suicidio es la segunda causa de
muerte más frecuente de los jóvenes, por detrás de los accidentes
automovilísticos.
Las enfermedades
mentales llevan asociadas un estigma social muy difícil de superar o de
ignorar. Por eso resulta extraordinario poder apreciar el testimonio vital,
franco, honesto y desgarrador de una persona que ha sobrevivido a la pavorosa
experiencia de padecer una gravísima enfermedad mental y que, sacando fuerzas
de donde probablemente no las había, se ha enfrentado a ese pasado oscuro y
amenazador, y lo ha puesto por escrito, en primera persona, sin escatimar
detalles ni subvertir la verdad.
Madness: A Memoir es el relato de la depresión y psicosis de una
mujer australiana, Kate Richards. El relato abarca quince años, desde la
adolescencia, cuando Richards comenzó a desarrollar los primeros síntomas de
los trastornos e inestabilidades que la conducirían a lo que comúnmente se
denomina locura.
Las enfermedades
mentales tienen su origen en desequilibrios químicos en el cerebro, que causan
alteraciones en la percepción y en el comportamiento de las personas. Uno de
los aspectos más valiosos de este relato es el hecho de que Richards es
licenciada en medicina, y sabe por lo tanto de qué está hablando cuando
describe los efectos de ciertos tratamientos o las consecuencias que la abrupta
privación de una sustancia puede tener sobre la persona que padece una
enfermedad mental.
El libro de
Richards comienza con un espeluznante episodio psicótico de autolesiones:
Richards acude al hospital tras haberse intentado cortar el brazo, tal como le
ordenaban las voces en su cerebro que le conminaban a matarse. Es un inicio
brutal, con lo cual el lector sabe que las siguientes doscientas cincuenta
páginas no van a ser fáciles de digerir. Quince años de lucha contra una
enfermedad no pueden resumirse en dos párrafos, y más cuando los diferentes
episodios psicóticos conllevan diferentes consecuencias. La descripción del
tratamiento de terapia electroconvulsiva que recibe es tremenda.
No hay en la narración
ningún atisbo de exageración ni de eufemismo: es algo que se agradece. Ya son excesivamente
abundantes los eufemismos y las versiones light
de la vida que nos ofrece Hollywood. Otro apunte que, en mi opinión, otorga un
grado extra de autenticidad al libro es la inclusión de notas manuscritas que
Richards tomó en diferentes momentos, y que por alguna razón conservó.
Richards no es
solamente experta en medicina; es también ávida lectora de poesía y novela, además
de aficionada a la música, tanto clásica como contemporánea. El libro está
salpicado de referencias a poemas, obras literarias, pinturas, obras musicales,
conciertos. De todas ellas, me quedo con esta breve descripción de una de las
novelas que más profundamente me han marcado como persona, Beloved de Toni Morrison, que algún día no muy lejano debo volver a
leer. En el transcurso de una conversación con uno de los muchos psiquiatras
que la trataron, dice Richards de Beloved:
“Es uno de los mejores estudios psicológicos de las relaciones familiares jamás
escritos, independientemente de su contexto cultural. Todas las almas del mundo
están aquí dentro” (p. 242), dice mientras le muestra el libro al psiquiatra.
Un libro como pocos,
Madness: A Memoir deja, a pesar de
las espeluznantes experiencias por las que pasó su autora, muy buenas
sensaciones: Richards consiguió por fin dominar la parte de su mente que estaba
enferma, logró vencer la tiranía de la otra parte que quería destruirla. Que
haya tenido las agallas de ponerlo por escrito y compartirlo con los demás merece
encomio y crédito. Un libro totalmente recomendable, en mi caso ha sido un viraje
de la ficción lleno de sentido; todo lector medianamente exigente podrá sacarle
mucho a este libro.
Cabe también mencionar
el diseño de la portada, hecho con muy buen gusto por Allison Colpoys. Fíjate
en los colmillos…
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