Tessa Hadley, Bad Dreams and Other Stories (Nueva York: Harper Collins, 2017). 225 páginas.
La virtud o
brillantez de un buen relato corto no estriba en una resolución sorprendente o extravagante,
sino, como ha demostrado la Premio Nobel Alice Munro, en el planteamiento de una trama
compleja y a la vez sobria en unas pocas páginas que recojan los dilemas,
dramas y tragedias de personajes cuyas vidas sufren cambios — ya
sean éstos causados por terceros, ya sean autoinfligidos — reflejados en aparentemente gestos o anécdotas intrascendentes.
La autora canadiense ha
sido ya reconocida como maestra indiscutible del género. Pero no es la única,
desde luego. La inglesa Tessa Hadley — autora de brillantes novelas como Clever Girl o la más
reciente The Past — no desmerece en absoluto. Este volumen de cuentos
recoge siete relatos que ya habían aparecido en The New Yorker (donde es una colaboradora habitual) y otros cuatro
publicados en otros medios.
Once cuentos pues. Y no
sobra ninguno de ellos. El primero, ‘An Abduction [Un secuestro]’, Jane, una
quinceañera aburrida durante sus vacaciones de verano se sube sin pensárselo
dos veces al coche de un grupo de tres chicos jóvenes bebidos y drogados. De
camino a la casa de uno de ellos la convencerán para que robe alcohol en una
tienda; más tarde se dejará seducir por uno de ellos, Daniel. Cuando despierta
por la mañana descubre a Daniel en otro dormitorio, en brazos de otra joven.
Años después Jane relatará esta historia a su psicólogo. El lector se queda con
la interrogante: ¿fue aquel episodio de adolescencia el secuestro y abuso
sexual de una menor, o formó parte de un proceso más amplio de la formación de
una persona adulta?
‘The Stain [La mancha]’
tiene como protagonista a Marina, una mujer joven casada que ha encontrado
trabajo cuidando de un anciano sudafricano. El anciano empieza a tomarle cariño
y termina ofreciéndose a resolverle la vida a Marina económicamente; pero el
hombre no ha sido trigo limpio a lo largo de su vida. Su pasado contiene muchos
puntos oscuros y apunta a crueldades y posiblemente delitos muy graves. Cuando
el hombre muere de pronto una mañana tras la fiesta de su 80 cumpleaños, Marina
se encontrará con un inesperado legado. ¿Está su porvenir ensuciado por ese
legado?
La mayoría de los
protagonistas adultos en los cuentos de Bad
Dreams son de la clase media inglesa, pero lo realmente llamativo de estos
relatos es el rol central, primordial que juegan las adolescentes (e incluso
niñas) en las historias que escribe Hadley. Así, en ‘One Saturday Morning’, es Carrie,
que ronda los doce años, quien estando sola en casa recibe la sorpresiva visita
de un amigo de sus padres. El hombre está pasando por un terrible momento tras
la repentina muerte de su esposa, y mientras espera el regreso de sus padres,
que han salido a comprar para una pequeña fiesta que organizan en la casa esa
noche, Carrie no sabe qué hacer para entretenerle. Tras enterarse de la
noticia, la niña siente un enorme peso en la conciencia.
En ‘Her Share of Sorrow [El pesar que a ella le toca]’
es Ruby, de diez años y “que no podía vivir sin wifi y odiaba el sol”, quien
descubre el amor por la literatura durante unas vacaciones en la casa de unos
amigos de la familia. Pero los libros que empieza a leer son sentimentaloides novelitas
del siglo XIX de tipo melodramático, literatura de bajísima calidad. Cuando
regresa a la rutina diaria, Ruby sorprende a su familia emprendiendo la
escritura de una novela. Tras la inicial reacción de admiración y adulación de
sus padres, su hermano le arrebata el manuscrito y empieza a leerlo en voz
alta. Naturalmente, los semblantes de los padres cambian al instante. Ruby se
encierra en su cuarto y reescribe el final de su novela, finiquitando cruelmente
a todos los personajes con diversas enfermedades y males.
La niña
protagonista del cuento que da título a la colección decide no compartir un mal
sueño que ha tenido sobre el desenlace de uno de sus libros favoritos porque “una
vez que dijera las palabras en voz alta, ya nunca más podría desembarazarse de
ellas; era mejor mantenerlas ocultas.” En mitad de la noche decide llevar a
cabo un desbarajuste en la sala de estar, tirando sillas al suelo y creando un
absurdo desorden. Cuando por la mañana su madre encuentra el desastre y lo
achaca a un berrinche de su marido, decide reordenar la sala y guardar silencio
y nunca mencionárselo: un ilusorio as guardado en la manga que pudiera destruir
la armonía familiar en el futuro.
La debilidad de
la naturaleza humana queda perfectamente dibujada en ‘Flight’ (título que podría
traducirse como ‘La huida’, o simplemente como ‘El vuelo’). Claire lleva años viviendo
en los EE.UU., y decide aprovechar un viaje de trabajo a Londres para visitar a
la familia de su hermana, con quien tuvo una fuerte disputa tras la muerte de
los padres. Llega a Leeds ilusionada por verlos, cargada de regalos para todos;
pero su hermana se niega a hablar con ella. Durante la noche, Claire esconde el
regalo que le había comprado a su hermana en el bolso de ésta. Al deshacer la
maleta de regreso en Londres encuentra el regalo que creía haber dejado a hurtadillas en
Leeds para su hermana.
Tessa Hadley: sus palabras dicen mucho, mucho más de lo que parecen decir. Fotografía de Mark Vessey para The British Council. |
Hadley tiene el
don de saber hacer llegarle al lector el objeto de su crítica sutil. Conoce
perfectamente la psicología de esa Inglaterra que sigue agarrándose con fuerza
a su tácito sistema de clases y al rechazo, cortés de palabra, pero rudo en su
esencia, a todo lo que huela a extranjero. En sus relatos, Tessa Hadley bosqueja
finamente un subtexto crítico, tejiendo hilo a hilo una estampa de esa sociedad
en la que la hipocresía juega una parte primordial, y que por desgracia es también
una de las muchas maneras de ser inglés. Una excelente colección de relatos,
muy recomendable.
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