El último libro
de Mandy Ord continúa adoptando el formato de cómic autobiográfico. Bulk
Nuts [Frutos secos a granel] se compone de veintisiete episodios de
temática variada, aunque siempre personal. Abarcan desde la infancia de la
autora a sus años en Canberra como estudiante y empleada en la más conocida
tienda de cómics y tebeos de la capital, Impact Comics.
Como se vio en When One Person Dies the Whole World is
Over, Ord dibuja su
mundo y se dibuja característicamente con una figura un poco deformada y con un
solo ojo. Es una especie de alter ego de la autora, que domina la viñeta
siempre que la plasma en ella. La primera historia, ‘Bangs’ [Flecos], es
impactante: durante una visita a un lugar indeterminado, camino del
supermercado, Mandy pasa por delante de un par de hombres un tanto desaliñados
que están fumando cerca de las puertas de los servicios públicos. Le parece oír
un comentario despectivo procedente de uno de ellos; se encara con ellos y le recrimina
sus palabras. El hombre, cariacontecido, con tono de arrepentimiento le dice
que simplemente había dicho que le gustaban sus flecos. Mandy se aleja pensando
que ella no tiene flecos.
Impera en este volumen de historias una economía de las palabras. En una gran mayoría de viñetas aparece como mucho una palabra; a veces dos, y en muchas ocasiones, ninguna. Esta parquedad de signos lingüísticos funciona a la perfección en algunas historias, como es el caso de ‘Caravan’, en la que Ord narra una ocasión durante sus años en Canberra, en la que tuvo la extraña sensación de que un coche la estaba siguiendo por las solitarias calles de un barrio de Canberra. Porque los humanos somos seres muy dados a pensar lo peor, la protagonista asocia las imágenes de un programa televisivo sobre los criminales más buscados en Australia y la inusual situación en la que un coche parece moverse siguiendo sus pasos.La técnica de la cartela escueta, sin embargo, no me parece igual de efectiva en otros episodios de Bulk Nuts, y los dibujos no logran completamente compensar esa falta, por ejemplo en ‘Sedaris’, sobre esa extraña (a veces enojosa) relación que se establece entre la persona que está mirando ropa en una tienda y el dependiente.
Además de la
primera historia de Bulk Nuts, destacaría ‘Machete’ y ‘Smoothie’. En ‘Machete’,
Ord recuerda con cariño un cuchillo de grandes dimensiones con el que solía
cortar pedazos de calabaza en una tienda de productos orgánicos en la que
trabajó varios años.
‘Smoothie’ es,
con mucho, el cuento gráfico más largo y desarrollado de esta colección. Mientras
la autora rememora los tiempos de la escuela primaria en los que se metió en
líos junto con otros compañeros de clase, en el viaje de regreso a casa le
sucede un incidente inquietante: un coche patrulla pone en marcha las luces de
emergencia y persecución y la obligan a parar. Su sensación de impotencia, de
ser el objeto de un escrutinio extremado, arbitrario y excesivo es algo por lo
que todos hemos pasado alguna vez a manos de los uniformados.
Con una gran
abundancia de ironía que Mandy Ord dirige contra sí misma, Bulk Nuts resulta
ser un libro entretenido, una nueva y jocosa adición a la lista de trabajos de
esta dibujante australiana.Si yo fuera una araña, me defendería... picando.
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