El comienzo de
esta novela es intrigante: la narradora observa atentamente las ventanas de las
torres del complejo residencial en el que vive y te cuenta qué es lo ve en cada una de
las viviendas; mejor dicho, te cuenta lo que hace cada una de las personas a
las que ve al otro lado de la ventana. Así, el primer capítulo se titula
‘No-Lights-Man’, un vecino que «se cambia de ropa, se bebe unos refrescos y unas sidras, y funde un poco
de queso sobre las tostadas, y todo sin encender las luces». (p. 1; todas las
citas del libro están traducidas por mí). ¿Por qué mata el tiempo esta mujer
vigilando a sus vecinos? ¿Tiene miedo de alguno de ellos?
Unos párrafos más adelante, la narradora nos dice que tiene una caja en su
cabeza, donde guarda las cosas que le resultan ser demasiado, las cosas que no
tienen sentido: «Imágenes y sonidos y olores y texturas que languidecen en
cajas, atiborradas y escondidas, apiladas en una habitación en mi mente. Llenan
todos los rincones, suben por las paredes hasta arriba del todo, caja sobre
caja, hasta el techo. A veces esa habitación se ensancha y se hincha igual que el
vientre de una parturienta. Sus márgenes punzantes hurgan en mi mente. Casi
nunca hay tranquilidad en ese sitio». (p. 2)
La mujer es una
joven siria, concretamente de Alepo. Ha llegado a una ciudad inglesa que la
autora no identifica. Desde su llegada, ha comenzado a estudiar una carrera.
Sabemos que no habla nunca con nadie en público y que no lo hace por decisión
propia; además, noes religiosa: rara vez acude a orar en una mezquita cercana.
Sin embargo, cuenta con un excelente dominio de la lengua inglesa, pues escribe,
y mucho. Bajo el seudónimo de Voiceless, la joven firma sus artículos
para una revista en línea. Son piezas tan expresivas y espléndidas, redactadas
en un estilo que se acerca tantísimo a la perfección, que algunos de sus
lectores la acusan de no ser una refugiada de verdad, de ser un engaño.
No es Khan Younis en diciembre de 2023, pero podría serlo. Alepo, octubre de 2012. Fotografía de Voice of America. |
Una importante
parte de la trama (si es que se le puede llamar así) de la novela la forma la correspondencia
de Voiceless con Josie, la editora de la revista digital. Mientras que Josie
quiere que la joven siria deje de personalizar sus columnas (lo que
significaría estrechar ese túnel por el que Voiceless podría enunciar las
múltiples formas que ha adoptado el trauma de sus últimos meses en Siria y su
larga huida por Europa), la editora prefiere artículos menos politizados en
torno a lo que significa vivir bajo el estatus de refugiado en la Inglaterra de
la segunda década del siglo XXI. El trasfondo político lo marcan los entonces
recientes atentados de Manchester, Londres o París, por ejemplo. Escribe Josie:
«Estimada Voiceless:
He esperado hasta después
de publicar tu último artículo para enviar esto porque no quería que pensaras
que yo esperaba que cambiases de opinión en base a lo que estoy a punto de
decirte. […] Lo que quiero decires que me preocupa que estés pasando por alto
la violencia muy real e inequívoca que ha estado teniendo lugar en Gran Bretaña
en los últimos meses. Al hacer tu declaración sobre la islamofobia y los
refugiados, etc., me temo que quizás estés subestimando la horrible violencia
que está ocurriendo en nuestras calles. Entre algunos de los compañeros de la
revista se extiende la sensación de que puede que estés trivializando, o
incluso hilando muy fino, al hablar de este tema.
En estos ataques ha
muerto gente de verdad. Gente de verdad con familia, que tenían sus vidas, sus
trabajos y sus amigos. Gente que estaban aquí la semana pasada y ahora, de
repente, ya no están. […]
Estas son algunas de las
cosas a tener presentes cuando redactes tus artículos en el futuro» (p. 126-7).
De modo que
cuando Voiceless comienza a contar su propia historia, a Josie se le
atraganta: «Estas, sí quiero publicarlas. No me
malinterpretes. Pero quizás podríamos mitigarlas un poquito, o simplemente
centrarnos en un episodio y desentrañarlo para los lectores». (p. 166)
Como si se
pudiera temperar el trauma de la guerra, del terror de la represión política. De
lo que son y significan los bombardeos indiscriminados en un barrio de una
ciudad cualquiera como Alepo:
«Los bombardeos con
barriles te matan. Estos bombardeos infernales que arrasan tu casa, tu tienda
de la esquina, tu escuela y esparcen en el viento a miles de personas en
cientos de miles de fragmentos infinitos. Los francotiradores situados en los
tejados del lugar de trabajo de tu madre o de tu padre. Los guardas carcelarios
con sus barras de hierro que utilizan para meterte el sometimiento a través de
la piel mojada. Los traficantes y contrabandistas, los hombres desesperados.
Esas son las cosas que te matan.» (p. 163)
Todavía tienen bien agarradas las riendas del poder, cada uno a su manera. La foto es del 21 de noviembre de 2017. Fotografía proporcionada por Kremlin.ru a Wikipedia Commons. |
Si ya era un libro necesario cuando se publicó por primera vez en 2021, ahora, en este año 2023 que se nos va, pienso que Silence is a Sense resulta incluso más urgente y que debiera traducirse a tantos idiomas como sea posible.
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