En un artículo
que publicó ayer The Guardian Australia, recordando los
pavorosos incendios que asolaban Australia hace ahora justamente cinco años, Bradley
vaticina: «Si queremos de verdad sobrevivir en las próximas décadas, nos harán
falta esa amabilidad [la de los voluntarios que ayudaron en mitad de ese
desastre] y la capacidad de reconocer el interés que compartimos en poder
construir un futuro mejor» (mi traducción). Los cielos ennegrecidos y el acre
olor a humo de aquellos días de finales de 1999 (en la parte de Canberra donde
vivo la Nochevieja de 1999 una enorme nube de humo procedente de Levante nos
dio la ‘bienvenida’ al año nuevo) aparecen también en esta novela del escritor
de Adelaida.
La tesis central de Ghost Species es ciertamente fascinante:
¿Sería posible (y deseable) reintroducir especies extinguidas (mamuts o
mastodontes, por ejemplo) en determinados ecosistemas de la tundra rusa y
canadiense con el fin de que jueguen un papel preponderante en la captura del
carbono cuya acumulación acelera el proceso de calentamiento global? Y ya
puestos: ¿Se podría hacer reaparecer a la especie humana Neandertal, que
convivió con Homo sapiens hasta su extinción hace unos 40 000 años? ¿Serviría
para detener la destrucción del planeta en la que —ya casi nadie medianamente inteligente
lo duda— estamos inmersos?
¿Un posible salvador? Modelo de un individuo adulto de Homo neanderthalensis en el Museo de Historia Natural de Viena. Fotografía de Jakub Hałun. |
Pero Kate ha tenido sus reservas respecto al proyecto
desde el mismo en que firmó el contrato. Angustiada por el hecho inevitable de
que la niña será siempre objeto de una curiosidad insana y cobaya de
laboratorio, Kate se la lleva de las instalaciones de la Fundación y la cría
como si fuera su propia hija. Es esta relación tan humana y natural (madre e
hija) la que explora Bradley y la que sostiene la novela.
Pese a que la Fundación descubre pronto donde se ocultan Eve
y Kate, pasan los años y la niña se convierte en una joven mujer que crece en
un mundo en proceso de destrucción y en mitad del colapso social que conlleva.
Eve se enfrenta a la desconfianza y la sospecha de los humanos, cuando no el
odio visceral, con entereza y dignidad.
Cuando Kate muere, Eve se traslada a una comuna donde
sobrevive en compañía de otros jóvenes hasta que una banda de malhechores
armados irrumpen con violencia. Tras esa desgracia, Eve descubre cierta información
que le abre un horizonte harto inverosímil: ¿Hay otros miembros de su especie
en el mundo?
Ghost Species es una novela que nos enfrenta a múltiples dilemas morales. Cabe preguntarse qué posibles soluciones hay a nuestro alcance, pero también qué otras vías pueden ser inevitables. Y ante todo, Bradley pone el acento en la bondad como elemento humano que puede ayudarnos a construir un futuro mejor. Puede que Bradley peque de optimista.
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