Nayomi Munaweera, Island of a Thousand Mirrors (Melbourne: Penguin, 2014). 242 páginas.
La cruenta guerra
civil entre los cingaleses y los tamiles en la isla de Ceilán, más conocida
en la actualidad como Sri Lanka, es el trasfondo de esta novela, la primera de
la autora. Island of a Thousand Mirrors
oscila entre lo burdamente melodramático y una narración brillante y rica en
matices. Es una lástima que en su momento nadie le diese a la autora indicaciones
más estrictas sobre el grueso de la novela y su estructura, muy desigual.
La novela narra
las historias de dos jóvenes mujeres: por un lado, la de Yasodhara, de origen
cingalés, y por otro, la de Saraswathi, de origen tamil. Está dividida en dos
partes, y es por eso que existe un fuerte desequilibrio entre las dos.
Saraswathi no hace acto de presencia hasta la segunda parte del libro, en el
capítulo 8, cuando la narración de Yasodhara ya ha consumido más de 120
páginas.
El pintoresco pueblo pesquero de Hikkaduwa figura varias veces en la novela. Fotografía de Kalaiarasy.
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Cuando los
disturbios y conflictos traen como resultado masacres y represalias, la familia
de Yasodhara, que había dado cobijo a una familia tamil a la que arrendaba el
piso superior de su casa, sale huyendo camino de los Estados Unidos. La familia
tamil, a la que pertenece Shiva, el amor de niñez de Yasodhara, también huye,
pero al Reino Unido.
Yasodhara crecerá
junto con su hermana pequeña Lanka en California, adoptando las costumbres y
vicios occidentales sin demasiadas dificultades. Tras completar sus estudios y
sufrir un fuerte desengaño amoroso, Yasodhara accede a contraer un matrimonio
concertado, según la tradición cultural de sus padres. Mientras, Lanka también
sufre igualmente un desengaño amoroso y se refugia en el arte, para el cual
tiene innegables dotes.
Pasan los años y
ambas están en un punto de inflexión en sus vidas. Yasodhara descubre que su
matrimonio es una farsa, y Lanka decide irse a Colombo a poner su granito de
arena en la recuperación del país enseñando a leer, escribir y pintar a niños
mutilados por las minas antipersonales. Allí se encuentra con Shiva, que
también ha vuelto, y el romance es inevitable. Ante el fracaso de su vida en
los EE.UU., Yasodhara regresa también a Colombo para visitar a su hermana y al
amigo de su niñez. Esta parte de la trama viene a ser una versión bastante light de las muchas novelas sobre el
proceso de diáspora que han surgido en las dos últimas décadas, dada la
magnitud de los desplazamientos humanos que los conflictos militares han
causado en todo el mundo.
Las olas del Océano Índico en Galle Face. Saraswathi se dirige a Galle Face Green en su último viaje en autobús. Fotografía de jpaul211. |
La historia de Saraswathi
es mucho menos trivial. En su aldea del norte de la isla, Saraswathi estudia
para algún día ser la maestra del pueblo. Sus tres hermanos han muerto como
mártires de la causa de los Tigres tamiles. Es sin duda el orgullo de sus
padres. Hasta que una noche llegan soldados cingaleses, que la raptan y la
violan. Es aquí donde Munaweera mejor se emplea como creadora: las escenas,
narradas en primera persona, son brutales, y es poco frecuente la naturalidad con
la que se cuentan el horror y el terror más inenarrables.
Desde ese
momento, Saraswathi ha quedado marcada a los ojos de sus padres y de la
comunidad local. Cuando los reclutadores de los Tigres tamiles llegan al
pueblo, el destino de la joven está escrito. Saraswathi se alista y se prepara en
un campamento de entrenamiento militar para cometer un atentado suicida en
Colombo.
El problema es
que, si en los capítulos 8 y 10 Saraswathi, aparece como una narradora
elocuente y segura de sí misma, hacia el final de la novela su voz se desvanece
y deviene un mero espectro de lo que ha sido. La trama progresa hacia un final
trágico y predecible, y la impresión que me quedó es que el texto final tiene
muchas deficiencias que podrían haberse subsanado. Es como si Saraswathi
hubiera surgido como un personaje añadido posteriormente, y la autora decidiera
no rearmar la novela para acomodar una segunda línea argumental que le habría
dado mucho mejores dividendos. No obstante, Island
of a Thousand Mirrors tiene muchos elementos a su favor: es una crónica
sincera y espeluznante de la guerra civil a través de los ojos de una niña, y
Munaweera recrea con acierto la magia de Sri Lanka, sus pueblos marineros, sus
paisajes, junglas, comidas, flores y olores. El libro, publicado originalmente
en Sri Lanka en 2012, fue posteriormente premiado en 2013 con el Commonwealth
Book Prize en su sección de Asia.