Con
cada año que pasa, la teatralización de la conmemoración de los soldados
australianos y neozelandeses caídos en Gallipoli al comienzo de la Gran Guerra adquiere tintes
más extraños. Dejando de lado el servicio religioso que antecede al amanecer de
ese día y el desfile de los pocos veteranos que quedan, el día de ANZAC parece
estar poco a poco convirtiéndose en una celebración de carácter festivo: no son
pocas las cadenas de grandes almacenes de electrodomésticos y mobiliario
diverso que organizan grandes rebajas ese día. Confieso mi extrañeza y
desconfianza ante una conmemoración que no debiera ser, en mi opinión, otra cosa
que un día de reflexión, de silencio y de recogimiento. No estoy seguro de que
la fascinación con el pasado militar (convenientemente alentada desde las más
altas instancias políticas australianas) sea algo deseable como fin en sí
mismo.
La
trama de Traitor, el primer libro que
publica el neozelandés Stephen Daisley, afincado actualmente en Australia
Occidental, narra la vida de David Monroe desde su infancia hasta su muerte. Al
comienzo de la novela (en 1965) Monroe es un viejo pastor que trabaja en una
granja. Su vida es sencilla: cuida de las ovejas y los corderos, y recorre la
granja con su caballo y un perro pastor. Su existencia se ve alterada un día
cuando llegan un par de policías a buscarlo. Lo obligan a ir a la comisaría,
donde tiene que someterse a un interrogatorio con el trasfondo del envío de
tropas neozelandesas a Vietnam. Su expediente de la segunda década del siglo
sigue coleando, pese a los años transcurridos.
Huérfano
de madre y abandonado por su padre (quien también muere al poco tiempo), Monroe
es reclutado para la campaña militar guiada por los generales británicos en
tierras turcas. Es en Gallipoli donde conoce a un doctor turco, Mahmoud, quien
cuando estaba tratando de detener la hemorragia que estaba matando a un soldado
australiano resulta malherido junto a Monroe. Mientras que a Monroe le caen
honores, Mahmoud, mutilado de un pie y en una mano, es hecho prisionero.
Lemnos |
Ambos
son llevados al mismo hospital en la isla de Lemnos, y durante la convalecencia a Monroe le asignan
la vigilancia del tullido doctor enemigo. En esas semanas surge entre ellos una
amistad imborrable e indestructible. Mahmoud, con sus estudios en Inglaterra y esgrimiendo
la filosofía sufí como estandarte, captura el corazón del joven neozelandés.
Monroe decide arriesgarlo todo para tratar de devolver a Mahmoud a su esposa
Aisha. Paga a un pescador para que los lleve a Turquía, pero el griego los
traiciona. Tras ser apresados, quedarán separados para siempre.
El
largo calvario de Monroe comenzará con una condena a muerte que los soldados
australianos se niegan a cumplir. Daisley narra de forma escueta pero franca
las represalias contra él, las vejaciones y humillaciones a la que lo someten.
Finalmente lo destinan como camillero al frente occidental europeo, donde logra
sobrevivir hasta el final de la contienda.
Tras
su regreso a Nueva Zelanda, su vida seguirá sellada con el recuerdo de Mahmoud,
de cuya mujer recibe la noticia de su muerte, ajusticiado por el régimen de
Atatürk. Su vida, no obstante, estará siempre marcada por la decisión que tomó
de ayudar a un hombre que era, oficialmente, el enemigo.
Traitor adolece en algunos pasajes de
cierta imprecisión técnica – Daisley decide prescindir de las comillas para
introducir los diálogos, lo cual nos obliga a veces a la relectura. Su prosa es
sin embargo nítida, elegante, sencilla, aunque dotada de una innegable belleza.
La
novela progresa en un ir y venir a través del tiempo, lo que le permite a Daisley
ir revelando poco a poco una trama secundaria conforme los sucesos posteriores
al final de la guerra van adquiriendo relevancia para poder entender el
desenlace. En la vida de Monroe irrumpe una mujer casada, Sarah, cuyo hijo había
muerto en la guerra. Monroe fue testigo de su muerte, pero no quiere hablar de
ello. En esa relación está la clave del misterio que el autor parece tratar de
esconder en un principio.
¿En
qué medida es Monroe el traidor al que se refiere el título? La novela cita en
su epígrafe al novelista inglés E.M. Forster: “Si tuviera que escoger entre
traicionar a mi país y traicionar a mi amigo, espero poder tener las agallas
para traicionar a mi país.” En esta compleja historia una cosa me queda muy
clara: la única traición que siente haber cometido Monroe es la de haber sobrevivido
a tantos de sus amigos y compañeros. No se trata de una traición convencional
sino de una decisión en contra de la guerra, tomada por amor a un amigo.
Traitor es una encomiable primera
novela. Quizás el protagonista quede a veces desdibujado frente a la lírica que
impregna la prosa de Daisley. Al fin y al cabo, Monroe no es un hombre que haya
completado una educación y sus dotes expresivas son muy limitadas. Daisley
exige un esfuerzo del lector por leer los silencios y sus significados. Sin
haber aprendido mucho de los sufís y los derviches, David Monroe descubre lo
suficiente como para saber apreciar las enseñanzas de Mahmoud de por vida.
Este
es un libro que abre una llaga para que el lector se haga algunas profundas
preguntas en torno a la guerra y a la amistad, en torno al amor y a la pérdida
de los seres amados. La vida y la muerte, en un círculo interminable como el
que crean los derviches en sus danzas inescrutables. Traitor recibió el Premio Literario de la Primera Ministra de
Australia (era una mujer en aquella época, no el fantoche ultracatólico que
sufrimos ahora) a una obra de ficción en 2011.