Subhash Jaireth, After Love (Melbourne: Transit Lounge, 2012). 292 páginas.
En un mundo en el que
las fronteras parecen adquirir cada vez más importancia política (escuchar los
chillidos histéricos de la oposición conservadora australiana en torno a este
tema causa no solo dolor de cabeza sino sonrojo), dar con un autor o una obra
que lleve real y merecidamente impreso el sello de transnacional y
transcultural es un auténtico hallazgo.
La historia de After Love transcurre en varios lugares
del mundo, y abarca las vidas de dos personas de procedencia muy dispar: Vasu
es un estudiante de arquitectura indio que llega a Moscú en la década de los
60, y allí conoce a Anna, estudiante de arqueología e intérprete talentosa de
violonchelo. Ambos perdieron a su madre cuando eran pequeños, y han crecido
criados por familiares. En el caso de Anna, su padre fue condenado a trabajos
forzados en Siberia por Stalin, y finalmente fue rehabilitado, pero nunca se
recuperó totalmente de la experiencia traumática.
Mientras completa su
tesis, Vasu se sumerge en la ciudad de Moscú y va descubriendo poco a poco que
el idealismo un tanto romántico e ingenuo que trajo de India choca con la
realidad de un régimen represor y brutal. Cuando Vasu regresa a India para diseñar
los planos de residencias para una cooperativa productora de café, se da cuenta
de que no puede estar sin Anna, regresa a Moscú y se casa con ella pese a los
negros vaticinios de las mujeres mayores de las dos familias. A los pocos meses,
Anna se queda embarazada pero decide abortar.
De Rusia la joven
pareja se va a Italia, gracias al ofrecimiento de un puesto académico en
Venecia que recibe Vasu. Allí la relación entre ambos se deteriora
progresivamente, hasta que un día Anna desaparece y se va a Sydney con Marco,
un embaucador.
El destino le tiene sin
embargo reservada una sorpresa enorme a Vasu, y en la parte final de la novela
conocemos en qué consiste, y cuál era el secreto que Anna decidió ocultarle
durante muchos años. Entretanto, en una visita que Vasu hace a Moscú asistimos
al final de la Unión Soviética en 1991, una época de esperanza que pronto dio
paso a la cruda realidad de los males del capitalismo y la irrupción de mafias en
todas las esferas de poder económico y político.
Una novela en la que
predomina un tono melancólico y triste, After
Love explora cómo las personas se mueven de una cultura a otra en el mundo actual,
a un ritmo increíblemente rápido y en condiciones universales de interconexión
e interrelación. Las tradiciones ceden cada vez más ante el empuje de la
novedad, y las expectativas personales que acompañan a toda relación entre dos personas
de diferentes procedencias culturales suelen plantar obstáculos, no siempre
insalvables.
Construida a modo de
novela coral, con dos voces narradoras principales, las de Vasu y Anna, más una
tercera que se añade hacia el final de la novela, al dotar de esta estructura a
la novela Jaireth realiza una apuesta muy fuerte, con la cual no siempre
obtiene los frutos deseados. Es observable en ocasiones una cierta imprecisión técnica:
el lector no sabe si está leyendo los fragmentos de diarios escritos treinta
años antes, o por el contrario son remembranzas de vivencias escritas en un
momento muy posterior. En ese sentido, la novela se resiente un poco, y un
lector no necesariamente muy exigente detectará sin duda estos problemas.
La estructura también imita
el formato de un dúo musical, y las referencias a la música (tanto clásica como
jazz) son constantes en una historia que también abunda en referencias a
arquitectura, arqueología, diseño urbano, historia, literatura y artes plásticas.
Nacido en Punjab, Subhash
Jaireth fue residente moscovita durante nueve años en la década de los 70, y su
apego por la ciudad y la cultura rusa es más que evidente en After Love. Actualmente reside en
Canberra. After Love es un libro ciertamente
triste, y quizás por ello resulte sumamente atractivo.