14 oct 2014

Turquía: algunas impresiones (1)

En direcció nord, l'Àsia a la dreta i l'Europa queda a l'esquerra. El pont Fatih Sultan Mehmet sobre el Bòsfor (la Gola).
Conducir por las carreteras turcas conlleva extrañas situaciones, algunas cuanto menos curiosas, otras sencillamente espeluznantes. Uno puede encontrarse con tractores y camiones que circulan en dirección contraria, ocupando el carril izquierdo (el de adelantamiento) de la autovía, o bien toparse de pronto con un camión que está adelantando, a más o menos 50 km/h., en una cuesta, a un tractor, que a su vez adelanta a un carro tirado por un burro que ocupa el arcén, y tener que apretar los frenos a fondo mientras asciendes un puerto de montaña… Son momentos emocionantes, sin duda, pero en mi opinión sigue siendo preferible evitárselos. Ya se sabe: el viajar es un placer…
Bergama: A newly-wed couple get some help when moving into their new home..
Al alzar la mirada, mientras uno recorre Turquía, ciertas formas y objetos se repiten y se prodigan, aparecen, desaparecen y reaparecen cuales ojos del Guadiana, quedando fijos en la memoria visual del viajero. La bandera turca está omnipresente en todo el país: un estado relativamente joven pero de una firme tendencia nacionalista eleva al aire su símbolo patrio en cualquier parte. La bandera y las astas que la sostienen parecieran en ocasiones competir con otro importante símbolo omnipresente en Turquía: el minarete, esa torre religiosa, homólogo musulmán del campanario católico, desde la cual la voz del muecín, hoy en día pregrabada, recuerda cinco veces al día a los creyentes la obligación insoslayable del rezo al Ser Omnipotente e Invisible. Gracias a los megáfonos y altavoces, la llamada del muecín alcanza ahora tan alto volumen que ni en las mejores discotecas de la Ruta del Bakalao, mire usted. En algunos lugares, la confluencia de muecines traía como resultado una insoportable cacofonía, un guirigay un tanto grotesco e innecesario cuyo último fin sospecho aunque no me quede clara su ventaja.
Minaretes en Edirne.
También se alzan hacia el cielo los orgullosos cipreses, tan abundantes en los paisajes turcos como chopos o plátanos, las higueras y los olivos. Pero hoy en día la presencia de esos enhiestos surtidores de sombra y sueño que jalonan los cementerios musulmanes en Turquía no puede competir en modo alguno con la de las torres de transmisión eléctrica, que testimonian el brioso desarrollo económico de este país, que a principios de este año aspiraba a organizar los Juegos Olímpicos en Estambul, ciudad que posiblemente diste mucho de estar preparada para poder organizar un acontecimiento de tan enorme calado. Sin duda lo estará algún día, pero no ahora.
Atatürk
Los árboles tampoco pueden rivalizar por hacerse notar frente a los gigantescos paneles publicitarios que han sido erigidos a la entrada de todas las ciudades. Son prueba tan fea como fehaciente de que Turquía opta por el capitalismo para acercarse a la Unión Europea, cuya moneda única actúa como moneda oficial en las transacciones de muchas pequeñas y medianas empresas turísticas. Sin duda algo medianamente próximo a lo que ambicionaba Mustafá Kemal Atatürk, cuyo retrato es otro elemento omnipresente en la iconografía que queda grabada en la retina del visitante.

12 sept 2014

Türkiye'de bir ay


Türkiye'de bir ay. Un mes en Turquía. Desde bien joven he sentido una intensa atracción por este país, y en especial por Estambul/Bizancio/Constantinopla, la ciudad bisagra, el punto donde Europa se abraza, se encuentra y se besa con Asia. Pero este viaje es en realidad un "autorregalo", una especie de "me lo merezco", after Míchel, en un momento vital en el que uno pierde la cuenta de sus años y empieza la década de los "sin cuenta".

¿Qué mejor regalo puede haber que un viaje a un destino con el que uno ha soñado desde su tierna juventud?

Puesto que el viaje lo vamos a hacer acompañados de niños, en nuestro itinerario hemos naturalmente descartado el este del país, demasiado próximo a zonas geopolíticas más que convulsas en estos tiempos. Una pena, porque Ararat es también un nombre cuyos ecos míticos resultan extraordinariamente atractivos.

De Estambul viajaremos un poco al oeste, a la antigua Adrianópolis, para luego dirigirnos al sur hasta el estrecho de Dardanelos. Nuestra hoja de ruta incluye Gallipoli, Troya, Efeso, Fethiye, Antalya y Capadocia, entre otros lugares. Habrá también algunos días de reposo playero en algún pueblecito de la costa oriental, allí desde donde quizá se atisban islas a las que no es posible viajar de manera legal. Será cuestión pues de disfrutar de los últimos días veraniegos en el Mediterráneo, en cuyas aguas hace muchos años no me he bañado. Solamente cabe esperar que no haya tantas medusas como, según informan los diarios españoles, las que infestan las playas del este de la península ibérica.

Será por otra parte interesante estar en Europa (o cerca de ella) cuando los escoceses puedan decidir si mandan the Union a la porra. At least they can decide for themselves. Vivir en un lugar donde, de verdad, nunca pasa nada, como lo es Australia, termina por contagiarle a uno una indiferencia rutinaria hacia casi todo. Lo único que lamentaré perderme será la Gran Final de la Liga de Fútbol Australiano, a la que estoy casi seguro llegarán este año los Cisnes de Sydney. Go the Swannies!!!!

Pero este es un blog de libros, ¿no? Pues bien, para acompañar el viaje y llenar algunas de mis horas de asueto, estos son los cinco libros que llevaré en la mochila. Cinco libros, quizás un número harto ambicioso para un mes de viaje en el que muchas horas las haré al volante de un auto alquilado (el cual, según parece, no te permiten subir a los ferries, al menos en teoría). Veremos en qué queda este ambicioso intento.




                    

Se me dirá que son todos del mismo autor. Bien cierto es. En mi descargo he de confesar que (horreur!) todavía no he leído nada de Pamuk. Dadas mis evidentes carencias respecto a la lengua turca (la cual, por cierto, me da la impresión de que no es nada fácil de aprender bien), me he limitado a adquirir algunas traducciones del Premio Nobel al inglés.
 
    
Y como la casa del último título de esta selección de libros destinados a acompañarnos en nuestro viaje y servir de telón de fondo a nuestras experiencias personales en Turquía, este blog permanecerá callado durante todo el viaje. Nos vemos en octubre.


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