21 oct 2014

Whitlam


Former Australian Prime Minister Whitlam has died at 98. I was kind of fortunate to meet him in person in Sydney, in the late 1990s. The occasion was an official reception at the Spanish Consul-General's residence in Potts Point. I was there not because of the passport I held but because of the job my wife had at the time. I certainly felt like fish out of water.

After being given drinks upon arrival, we were introduced to Whitlam, who turned out to be a chatty, warm, genial old man (he must have been around 82). Delicious Spanish canapés were being distributed while we talked. Whitlam showed some interest in us, a young couple who had recently married and decided to settle in Australia. He subtly inquired if we still spoke different languages at home (we were childless at the time), and I promptly confirmed we did.

Whitlam instantly showed his wit and affability by telling us that, as long as we used the same language for 'pillow-talk', mutual understanding would be a certainty. But then, at some point during the chat, a little morsel of food left his mouth and landed on my shirt, leaving a little stain. I did not take much notice. A day or so later, being the Labor hero he undoubtedly was, and held in a status of almost sainthood by my in-laws, I was urged not to wash the shirt.


The indelible mark Whitlam left on my memory has nothing to do with the shirt or the canapé stain. His was a peculiar, mythical presence, a larger-than-life figure, yet that day he came across as one of the most down-to-earth, straightforward politicians you could expect to meet.

98 years of living is a lot of years: a very long life, one to be celebrated , now that it has come to an end.

18 oct 2014

Turquía: algunas impresiones (2)

La antigua ciudad de Pergamon preside lo que hoy es la moderna Bergama.
Antes de visitar Turquía me pasó por la cabeza la idea de que quizás la famosa hospitalidad turca se tratara de un tópico tan ampliamente extendido que había terminado por convertirse en leyenda turística, en una especie de mito. Pero después de haber pasado cerca de cuatro semanas en el país, visitando una buena parte de su territorio como turista, puedo decir que lo mejor de Turquía es su gente. Y no creo que se trate de una aseveración gratuita.

El puerto de Babakale
Es una perogrullada decir que el sector turco del turismo vive de los ingresos que los visitantes aportan a la economía. No puede ser de otro modo, pero la sensación que me ha quedado es intensamente positiva. Allá donde vayas en Turquía vas a encontrar a personas que harán lo indecible por hacerte que te sientas cómodo, y eso es algo que (al menos en mi experiencia, y he viajado un poco) uno no experimenta en todos los rincones del planeta. Puede que esta impresión no sea absolutamente cierta en el caso de Estambul; al fin y al cabo, es una gran metrópolis y como gran ciudad que es, es posible que se apliquen reglas menos generosas en lo que concierne el servicio al cliente.

Testi kebap: ¡ábrete, sésamo!
En ese sentido, de Turquía me he venido y me he quedado con un excelente sabor de boca (y no lo digo solamente por la excelente y sabrosísima comida que te ofrecen en todas partes). A esa impresión ha contribuido el hecho de que en casi todos los sitios donde paramos la gente, tras observar mi aspecto físico, me tomaba por turco y se sorprendía de que no lo fuera. Las cuatro frases del idioma que logré memorizar ciertamente sirvieron para mucho en algunos lugares apartados del beaten track.

Cocido al horno en ánfora de barro. Delicious!
Y si bien no soy partidario ni acostumbro a hacer recomendaciones en sitios como TripAdvisor (por no hablar de otras redes sociales a las que nunca me he acercado, ni pienso hacerlo), voy a hacer uso del blog para mencionar a personas y establecimientos, que dejaron una estupenda huella en mi memoria.

Can't remember his name, but he cooked us the best, freshest fish platter ever! Teşekkür ederim!
Comenzaré por un pequeño restaurante-hostal en un pueblecito costero de pescadores, un lugar llamado Babakale (‘el castillo del padre’), donde el joven Nasim y su baba nos prepararon en un abrir y cerrar de ojos un sencillísimo pero exquisito almuerzo, y pese a las insalvables dificultades idiomáticas nos explicaron cómo llegar a la playa más cercana. A Babakale llegamos más o menos por casualidad, y después de visitar el castillo (el último que construyera el Imperio Otomano, según informan las guías) nos marchamos, cuando en realidad debiéramos habernos quedado un par de días. Inolvidable.

Sunday lunch at Babakale...Thanks, Nasim!
La maravillosa hospitalidad de los turcos ha quedado también grabada merced a personas como Asif, quien regenta el Hotel Anil en Bergama, o la de Hassan y su familia en Pamukkale, o la de Harry y sus ‘gatitos’ en la ANZ Guesthouse en Selçuk. Será también imborrable el buen humor de Isa (Suso) en Olüdeniz, quien a las dos horas de que hubiéramos llegado al pueblo ya me había hecho sentirme uno más, con solo un pequeño empujoncito.

Anything but...
Incluso en una gran ciudad como Estambul hay personas que, como Efes, se esfuerzan por ganarse unos cuantos clientes en un mercado muy competitivo con su gran sentido del humor, anunciando que en su establecimiento ofrece “cerveza caliente, comida atroz y pésimo servicio”.

Pamukkale (El castell de Pamuk)
Es pues cierto que la acogida al foráneo en Turquía es excelente. La sensación de bienvenida se acrecienta con unas comidas sabrosísimas, sanas y sencillas. A quien vaya a Bergama, le recomiendo acudir a un humilde restaurante llamado Meydan, sito en el número 17ª de M. Yazici Caddesi, donde preparan el mejor arroz con leche del mundo, y donde probé un exquisito postre llamado Kemal Pasha (en honor a Atatürk) que no volví a encontrar en ninguna otra parte de Turquía.

Asklepion, Bergama
A todo esto se añaden pequeños (pero importantes) detalles que refuerzan una impresión general de excelencia en lo relativo a la hospitalidad turca. Es el caso de un desconocido, que condujo varios kilómetros por las calles de Aksaray hasta indicarnos la salida a la carretera rumbo a Nevşehir. A los pocos kilómetros llegamos a una joya histórica, un majestuoso caravasar en la antigua Ruta de la Seda, magníficamente conservado y poco conocido, libre de las muchedumbres que todo lo invaden y ensucian (y no es que los propios turcos se preocupen por no dejar basura - por desgracia, en la mayoría de los sitios no es así). Una verdadera gozada y un privilegio.

El caravasar en las afueras de Aksaray

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