Kamila Shamsie, Salt and Saffron (Londres: Bloomsbury, 2000). 244 páginas.
Yo no sé tú, pero
en mi caso las preguntas que de vez en cuando me hacen mis hijos sobre quiénes
eran nuestros antepasados me ponen en un aprieto. Lo realmente curioso es que
pese a que la historia de la Australia colonial solamente puede remontarse unos
doscientos años, hoy por hoy, les resulta más fácil saber acerca de la rama
australiana de su familia (la cual incluye, por supuesto, a un convicto que a
principios del siglo XIX cambió de nombre en cuanto le fue posible) que de la
valenciana a la que yo pertenezco.
Lo anterior viene
a cuento de esta simpática novela de la paquistaní Kamila Shamsie, de quien
hasta ahora solamente conocía Burnt
Shadows. En Salt and Saffron [Sal y azafrán], la
cual hasta ahora, que yo sepa, no se ha traducido al castellano, Shamsie
explora en clave humorística la mitología de una antiquísima familia de noble
origen que estuvo muy cerca del poder durante la era del imperio mogol, en lo
que hoy en día comprende India, Pakistán y buena parte de Afganistán.
El imperio mogol en su momento de máximo esplendor, circa 1707. Fotografía, Keeby101, en Wikipedia. |
Aliya es una de
las mujeres jóvenes de esta familia, los Dard-e-Dil, y al principio de la
novela se halla regresando a Karachi tras haber completado sus estudios en una
universidad americana. En el avión conoce a un atractivo joven paquistaní que,
como ella, también está haciendo sus estudios en los EE.UU. Durante su escala
en Londres Aliya conoce, gracias a una de sus primas, a parte de la familia que
quedó en India tras la Partición de 1947, y algunos de los comentarios que allí
escucha sobre la historia más reciente de su familia la llevan a investigar las
causas por las que su prima Mariam Apa cayó en desgracia cuando Ayila era
apenas una niña. Y para darle un poco de emoción y unas buenas dosis de
romance, el joven, Khaleel, vuelve a encontrarse con ella en el metro y la
busca hasta encontrarla en la casa de sus familiares. Después de salir a tomar
juntos un café, y tras averiguar Aliya que Khaleel procede de uno de los
barrios más humildes de Karachi, queda algo ambigua la idea de que vayan a
verse en Karachi.
El trasfondo
histórico de la Partición no solamente sirve para ilustrar la división entre
hindúes y musulmanes. También sirve como telón de fondo que expone las aparentemente
insoslayables divisiones sociales entre ricos y pobres, así como de la
inevitable oposición entre las generaciones paquistaníes modernas de las clases
pudientes, educadas en el canon occidental, y las de sus padres y abuelos,
aferradas a las tradiciones; además, persiste la pugna entre imperio
colonialista y colonia que tiene su reflejo en la contraposición de urdu e
inglés.
En Karachi, Ayila
tiene que abordar y resolver un conflicto que surgió unos años antes, cuando
abofeteó a su abuela porque ésta llamó puta a su prima Mariam. ¿Qué sucedió en
realidad con Mariam? ¿Por qué nunca hablaba de nada que no fuera de comida?
¿Ocultaba algo? ¿Por qué huyó con el cocinero, Masood? ¿Adónde fueron? ¿Será
cierto que en ella y Mariam se encarna una de las maldiciones con que la
leyenda parece haber castigado a los Dard-e-Dil? La novela gira en torno a
estas preguntas, para algunas de las cuales habrá respuesta, mientras que en el
caso de otras Shamsie prefiere no explicitarla.
Por otra parte, la
Ayila que ha estado estudiando en América se debate en su ciudad natal entre
los ideales democráticos e incluso radicales que ha adquirido en la universidad
de la costa este y el acatamiento de las tradiciones inquebrantables de una
sociedad patriarcal en la que cualquier aspiración feminista no tiene cabida
alguna.
Salt and Saffron es una historia en mi opinión bien narrada, con
algunos altibajos y enrevesamientos innecesarios que la autora podría haber
tratado de alisar adoptando una variedad de modalidades narrativas. Pero es sin
duda un acierto que sea la propia Aliya la que cuente la historia en primera
persona, mezclando las habladurías familiares con diálogos chispeantes y
repletos de ironía y dobles sentidos que mantienen ella y sus primos y primas.
El desenlace se
acerca una pizca al melodrama y tiene tintes demasiado románticos para mi gusto; quizás deje indiferente a más de un lector. Salt and Saffron entretiene, aunque no llegue
a entusiasmar.