Aravind Adiga, Selection Day (Londres: Picador, 2016). 331 páginas.
Una costumbre
muy australiana que he adoptado es la de sentarse delante en el taxi, en
el asiento del copiloto, cuando eres el único pasajero. Esta práctica tan
igualitaria y desembarazada te permite compartir buenas charlas con el taxista.
Como por mi trabajo suelo tomar taxis al y del aeropuerto, en esos trayectos (que
suelen durar casi media hora) coincido con muchos taxistas de origen indio. Y más
tarde o más temprano terminamos hablando de cricket, la verdaderamente gran pasión
deportiva del subcontinente.
A quien nunca
haya oído hablar del cricket como obsesión de los más de 1.000 millones que
viven en la India le recomiendo que busque – aunque sea sólo por pura
curiosidad – los emolumentos que reciben los jugadores que participan en la
IPL. No es de extrañar que los muchachos que malviven en los suburbios de las
metrópolis indias sueñen con triunfar en el mundo del cricket, el (mal) llamado
‘gentleman’s game’. Uno podría nombrar como ejemplo la historia de un pelusa
argentino artista con el balón, y cómo el dinero transformó su vida.
Radha Krishna y
Manjunath son los dos hijos de Mohan Kumar, vendedor ambulante de chutney,
venido de un entorno rural a Mumbai, donde se unió a la ingente marea humana
que busca su suerte en la descomunal ciudad a orilla del Mar de Arabia. Los dos
muchachos tienen talento para el cricket: su padre realiza ofrendas frecuentes
al dios del cricket, y obliga a los dos adolescentes a entrenar día, tarde y
noche, y a seguir absurdos hábitos de higiene y cuidado personal. Llegado el
momento, vende el futuro de sus hijos con un contrato de patrocinio a un
empresario de dudosa moralidad.
Complejo Bandra Kurla de Mumbai. Aviga lleva a Javed y Manju a pasar un buen rato. O algo parecido a un buen rato. |
¿Dónde está la
madre de los chicos? En su momento hizo las maletas y huyó de la crueldad y
violencia del monstruo con el que se casó. Radha y Manju han crecido sin su
madre, supeditados a las tiránicas imposiciones y castigos de un psicópata
obsesionado con ganar dinero sacrificando a sus hijos.
La novela sigue
los altibajos en la carrera de los dos jóvenes jugadores. Si en un primer
momento Radha parece destinado a triunfar, es Manju quien finalmente se erige
como gran promesa del cricket indio. Pero Aviga tiene otros temas en mente: el
despertar de los adolescentes a la sexualidad. Manjunath Kumar entabla amistad
con otro jugador, un musulmán de clase acomodada llamado Javed, cuya
indiferencia ante el prospecto de alcanzar los laureles del éxito deportivo y
su rechazo a las imposiciones paternas siembran la duda en el más joven de los
hermanos.
Como hizo en The
White Tiger, y en Last
Man in Tower, Aviga realiza aquí una dura crítica de la India
del siglo XXI, abarcando temas como la desigualdad social, la violencia de género,
la religión y sus tabúes y dogmas represivos, o el descubrimiento de la sexualidad
entre los adolescentes bajo la fuerza irreprimible de la cultura patriarcal en
una sociedad sexista y misógina. La historia de Radha y Manjunath nos hace reflexionar
sobre el porvenir que escogemos desde pequeños: ¿hay realmente opciones en un
lugar como los suburbios pobres de Mumbai?
Sachin Tendulkar, el "pequeño Maestro" al que aspiran en convertirse miles de jóvenes jugadores en toda la India. El esbozo es obra de Sohambanerjee1998. |
Aviga crea personajes ciertamente plausibles,
algunos llenos de contradicciones. Por ejemplo, un cazador de talentos apodado
Tommy Sir, que reflexiona sobre el cricket en India en estos términos:
“Ay, mi tesoro, mi cricket. Amañado, hecho una mierda.
Tommy Sir podría haber roto a llorar.
¿Cómo fue que esto, nuestra armadura, el símbolo de nuestra caballerosidad, nuestro propio Roncesvalles, nuestra Excalibur, se haya transformado en lo opuesto, y se haya convertido en algo tan repugnante?” (p. 163, mi traducción)
Pues eso. Porque es el
propio Tommy Sir quien deja a los dos jóvenes jugadores en las garras del inescrupuloso Anand
Mehta y sucumbe a las exigencias del padre.
Está claro: quien
no consiga triunfar como bateador para el combinado selecto de Mumbai siempre tendrá
la posibilidad de conducir taxis en Melbourne, o Sydney, o Canberra (atención: modo
sarcasmo: la mayoría de los taxistas indios en Australia con quienes he hablado
son graduados, pero se ven obligados a tomar ese trabajo a falta de mejores
ofertas.)
Aviga demuestra
con Selection Day ser un autor mordaz,
dueño de una inquebrantable mirada crítica, ducho en el uso del lenguaje para
conseguir los efectos que busca. Aunque debido a su temática deportiva (un
deporte totalmente desconocido en los países de habla castellana), dudo mucho que
esta novela llegue a aparecer en el mercado latinoamericano. Lo cual es una
pena.