30 may 2021

Reseña: Dadas las circunstancias, de Paco Inclán

Paco Inclán, Dadas las circunstancias (Zaragoza: Jekyll & Jill, 2020). 151 páginas.

Este pequeño volumen de crónicas y relatos revestidos de una tremendamente sutil ironía es el primero que leo de mi paisano Inclán. Y en verdad que no defrauda. A quien le gusta la literatura que finge haberse puesto rumbo a ninguna parte, Dadas las circunstancias le debe agradar con creces.

El volumen comprende 8 relatos localizados en diferentes partes del mundo. Inclán llega a estos lugares por alguna peregrina razón que nos explica al inicio de cada relato. En el primero, ‘Plutón, planeta enano’, Inclán acude a Praga con motivo de la Feria del Libro. Tras los actos oficiales queda a tomar unas copas con Maritza, una estudiante de traducción, y un autor local, Hesel, que busca editor en español.

Hesel resulta padecer enanismo. Inclán recuerda en la primera parte de su relato cómo se enteró de la decisión de quitarle a Plutón la categoría de planeta del sistema solar en las orillas del océano Pacífico mexicano. La velada discurre en diálogos confusos e inconclusos, miradas hundidas en esa singular incomprensión empapada en alcohol y que acentúa la falta de una lengua común. La salida más decorosa es pagar la cuenta y olvidarse para siempre del manuscrito de Hesel.

El siguiente relato es más bien una colección de viñetas que transcurren en La Habana. En la capital cubana Inclán conoce a un imitador del Che Guevara, que incluso tira de inhalador para parecer más realista; se desilusiona en una librería donde se amontonan libros que nadie quiere, nadie va a leer y nadie va a echar de menos; conoce a una valenciana con la que comparte un viaje en coche y luego la cama durante un par de horas; y finalmente recibe un testimonio de un joven cubano, en un breve relato que evidencia la ineptitud y esterilidad que produce la burocracia del sistema cubano.

En ‘El último hablante de erromintxela’, Inclán viaja al País Vasco buscando al que, se supone, es el último vestigio viviente de un idioma virtualmente extinto. Bajo una pertinaz lluvia sigue una senda en los montes de Llodio buscando a Goyo y termina dando media vuelta, confundido, avergonzado y derrotado. ¡Que se muera el idioma!

Hauré passat per aquest punt del carrer de l’Hospital milers de vegades. I si estava Paco Inclán al meu costat i no ho sabia? Fotografia d'Espencat.
‘Escatología en la obra de Arnau de Vilanova’ parte de una premisa equivocada. La escatología a la que se refiere el título no es sobre el estudio de los excrementos sólidos con fines científicos, sino que versa sobre las ideas y creencias en torno “al fin de los tiempos”. (Sí, es cierto: ¿Hay algo más absurdo que estudiar algo que nunca vamos a conocer?) El caso es que esa investigación académica que lleva a Inclán a la Biblioteca del Carrer de l’Hospital en mitad del siempre infernal mes de agosto en València está condenada. Al autor le entran unas imperiosas necesidades de evacuar el intestino grueso. Sale de la biblioteca y busca un lugar en una ciudad desierta: “Una pintada en un muro, «buen sitio para hacerse porros», me indica que he encontrado un escondrijo idóneo bajo la imponente sombra de un árbol […] que, a poco que la fama me fuese propicia, se convertiría en centro de peregrinación de mis lectores: «En este lugar depuso Paco Inclán sus ínfulas de grandeza.» (p. 82). Toda una epopeya, que termina con una sencillísima clarividencia: “El apocalipsis apenas dura unos segundos, seis o siete.” (p. 86) Como dicen los mexicanos: «No manches, güey».

Paco Inclán debe de tener una ¿alarmante? habilidad para coincidir en el espacio y tiempo con gente más excéntrica y rara que él. Solo así se comprende el ‘Viaje al país del esperanto’, donde conoce a Miquel, quien “afirma trabajar en favor de una alianza para «sumar esfuerzos en la internacionalización del esperanto y la normalización del consumo del cannabis».” (p. 100) Gracias a un dato que le pasa Miquel, consigue pasar la noche siguiente en un museo privado, fumando marihuana entre libros en una lengua que no ha aprendido y preparando un artículo sobre los esperantistas que nunca verá la luz.

Nunca decae el excelente nivel de ironía que hay en los relatos de Dadas las circunstancias. En Veracruz, donde dice haber ido a contraer matrimonio, asiste a un homenaje a Pancho Villa, aunque, de hecho, el revolucionario nunca estuvo en la ciudad. Pero el invitado estelar es “uno de los tropecientos nietos” de Villa, el Presidente de la Fundación Pancho Villa. Es ‘La exaltación de las ausencias’ en Veracruz: “Su huella es indeleble aunque nunca la pisara.” (p. 135)

Completan el volumen dos relatos localizados en Valladares (Galicia) y Berlín. En mi opinión, la principal virtud de la escritura de Paco Inclán es ese discurrir hacia ninguna parte, realizando esbozos de personajes inverosímiles por lo insólitos que son, al tiempo que se ríe de sí mismo. Lo que cuenta es el viaje, nunca el destino, y con Paco al volante…

Gràcies, T. M'ha agradat una barbaritat!

23 may 2021

Breadknife & Grand High Tops Walk

 

El Parque Nacional de las Warrumbungles está a una media hora de Coonabarabran, una localidad de unos 3.000 habitantes en el centro oeste de Nueva Gales del Sur, a unas cinco horas y media de distancia de Sydney.

El nombre de las montañas, Warrumbungle, es de la lengua indígena de la zona, Gamilaroi y quiere decir “montañas torcidas”. Son en realidad los restos de un gran volcán extinto en la región que estuvo activo hace unos 18 millones de años. La erosión desde entonces hizo el resto, dejando una serie de montañas, formaciones rocosas y valles que son ahora parte de un parque nacional con una excelente red de senderos.

El sendero propuesto aquí supone un total de 16 km, que normalmente se completan en 5-6 horas. Incluir el desvío de Febar Tor y Macha Tor (dos cerros rocosos) incrementa el recorrido en una media hora: las vistas desde las cimas de ambos merecen la pena.

La entrada al Parque Nacional cuesta 8 dólares. Se puede rellenar la cantimplora en el Centro de Información a Visitantes y hay en el parque diversos lugares habilitados para pernoctar en tienda, con agua potable y otras modestas instalaciones.

En el parque viven canguros, cuervos, loros y, al menos un pareja de halcones, quizás más. Hay también algunos pequeños rebaños de cabras asilvestradas, que los guardas del parque tratan de mantener a raya cada cierto tiempo. El parque sufrió un grave incendio en 2013, del cual parece haberse empezar a recuperarse.

Coonabarabran está en la Oxley Highway y cuenta con una gran variedad de moteles para alojarse. El paso de tráfico pesado es constante y molesto, incluso durante la noche. Cuanto más alejada esté la habitación de la carretera, mejor.

El inicio del sendero está impecablemente mantenido, incluso pavimentado en algunos trechos.

¡El que se mueve, no sale en la foto! Este canguro no quiso ser protagonista.

Belougery

Breadknife, cerca del mediodía. El sendero asciende por terreno difícil hasta la parte superior de las formaciones rocosas.

The Shadow Line

En la parte posterior se aprecia mucho más claramente cómo las formaciones rocosas son rocas areniscas comprimidas. Tiene el aspecto de un rompecabezas, o de una construcción con bloques que en cualquier momento pudiera desmoronarse. 

Bluff Mountain. Un impresionante despeñadero al que se puede subir. En una próxima ocasión será. Las vistas desde arriba deben ser impagables.

¿Cuántos cuervos hay en esta fotografía?
Al otro extremo del Parque Nacional de las Warrunbungles se halla el Observatorio Astronómico de Siding Spring. 

Panorámica del Parque Nacional.

Reloj, no marques los años... Habían pasado 18 años desde mi anterior (y primera) visita a Coonabarabran. En aquella ocasión llevaba a mi hija de cuatro meses.
La Torre del Reloj en el centro del pueblo, cuenta los camiones que pasan cada minuto a su lado. ¿Para cuándo la circunvalación?

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