El reclutamiento forzoso de menores para
engrosar las tropas de grupos rebeldes o incluso ejércitos semirregulares es el
tema central de este libro del australiano de origen sudanés Majok Tulba. El
autor sufrió en carne propia la entrada de rebeldes en su pueblo, pero se salvó de convertirse en niño soldado por no
tener la estatura suficiente. No era tan alto como un AK-47. A los nueve años
huyó a Uganda.
En el caso de Obinna, el protagonista
narrador de esta terrorífica historia, tanto a él como a su hermano se los lleva un grupo
rebelde que asalta la población donde vivían con sus padres. El padre es
brutalmente asesinado y las casas y almacenes completamente destruidos.
La narración del periplo de los niños y
niñas robadas hasta el campamento de los rebeldes es un relato sobrecogedor por
su crudeza. Para atravesar terrenos repletos de minas antipersona, el cabecilla
del escuadrón de la muerte hace caminar a los más pequeños por delante del
grupo. Obinna ve desaparecer a uno de ellos tras una explosión a pocos metros
de él. Las humillaciones y vejaciones a que son sometidos son constantes.
Al estar narrada en primera persona y al
mantener el punto de vista del niño inocente que, con el paso de los días, las
semanas y los meses, se convierte en un sanguinario mercenario simplemente para
poder seguir con vida, la narración funciona perfectamente. Su gradual
transición desde la muda resistencia psicológica a la imposición de la
violencia (su transformación en soldado) a la aceptación de su situación es
incluso natural.
El carácter de su interacción con otros
soldados, comandantes y las mujeres que son forzadas a servirles (en todos los
sentidos) es una parte importante de la historia. A través de esos contactos e
intercambios Tulba escribe el paso de la ingenuidad de la niñez de Obinna a la
barbarie y la violencia de su vida como soldado rebelde.
A lo largo de toda la novela se destila el
hecho de que existe un desprecio total e irracional por la vida de otros seres
humanos, fundado en el absurdo de una hueca retórica política y un orden social
militarizado, férreamente establecido mediante el terror, la tortura y el caciquismo.
Nada nuevo bajo el sol, a decir verdad. No porque no lo veamos ni vivamos es
menos cierto que siga ocurriendo.
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El Kalashnikov o AK-47, desmontado. Foto de MoserB. |
«Mi AK-47. Llevo el AK-47 en la sangre. Lo cuido del mismo modo que una madre cuida a su niño.
Saca el cargador. Ponlo a tu derecha. Tira hacia atrás, quita el cartucho cargado de la recámara. Coloca el cartucho que has quitado junto al cargador. Presiona el seguro de la tapa superior del receptáculo. Levanta y quita la tapa superior del receptáculo. Colócala a tu izquierda, por detrás. Empuja el resorte de retroceso hacia adelante. Levanta y quita el resorte de retroceso. Colócalo a tu izquierda, por delante. Sujeta el anclaje del pasador, tira de él hacia atrás y retira el anclaje del pasador. Colócalo a tu izquierda. Levanta la palanca del tubo de gas. Saca el tubo de gas. Colócalo a tu derecha, un poco más alejado.
Aplica lubricante al pasador del eje. Coloca el rifle delante de ti. Toma el paño de limpieza con la mano derecha. Coge el anclaje del pasador, límpialo con el paño. Vuelve a dejarlo a tu izquierda. Coge la tapa superior del receptáculo, límpialo con el paño. Vuelve a dejarlo a tu izquierda. Coge el resorte de retroceso, sujétalo con el paño. Limpia el resorte girándolo contra el paño. Vuelve a dejarlo a tu izquierda. Unta el paño con unas gotas de aceite. Coge el anclaje del pasador, pásale por encima el paño untado de aceite. Vuelve a dejarlo a tu izquierda. Coge el resorte de retroceso. Pásale el paño untado de aceite. Vuelve a dejarlo a tu izquierda.
Deja el paño. Coge el rifle. Coge el tubo de gas. Colócalo en su sitio y presiona. Baja la palanca del tubo de gas, asegúralo. Coge el anclaje del pasador. Deslízala hacia delante hasta que esté en su lugar. Coge el resorte de retroceso. Colócalo en su lugar, presiónalo hacia adelante, aprieta y asegúralo en su sitio. Coge la tapa superior del receptáculo. Coloca el extremo delantero en su sitio. Apriétala y asegúrala en su sitio. Carga todos los cartuchos en el cargador. Desliza el cargador en su compartimento. Tira del seguro hacia atrás.» (p. 165-166, mi traducción)