17 jul 2014

Reseña: An Unnecessary Woman, de Rabih Alameddine

Rabih Alameddine, An Unnecessary Woman (Melbourne: Text, 2014). 291 páginas.
¿Qué mejor manera podría haber de comenzar el año que acometiendo la traducción de una gran obra de la literatura mundial? La protagonista de An Unnecessary Woman [Una mujer innecesaria] es una traductora aficionada residente en Beirut que ronda los 72 años. A finales del año, cuando ha terminado de redactar a mano un proyecto de traducción que luego esconde con esmero en cajas de cartón, elige un nuevo proyecto.

La vida de Aaliya ha girado en torno a los libros desde que su marido, “el apático mosquito al que le fallaba la trompa” (p. 13, mi traducción), se divorciara de ella hace más de 50 años. Casada a los 16 años, cuando “mi país…aún trataba de zafarse del siglo XIV” (p. 14), trabajó durante décadas como dependienta en una librería de Beirut, de donde fue sacando a hurtadillas los innumerables volúmenes que ahora reposan en su pequeño y ajado apartamento, donde vive sola. Cuando se presenta al principio de la novela ante nosotros, sus lectores, acaba de teñirse el pelo azul por error, y se debate, tras haber concluido la traducción al árabe de Austerlitz de W.G. Sebald, en si acometer o no la enorme obra póstuma de Bolaño, 2666.

Aaliya solamente traduce obras que no hayan sido escritas originalmente en inglés o en francés, los dos idiomas que, aparte del árabe, domina con fluidez. El corpus de su obra como traductora cuenta con 37 títulos. Es decir, lo que hace es traducir a partir de traducciones ya publicadas en inglés y en francés, traducciones que nunca ha leído nadie.

De esta encantadora narración en primera persona que realiza Aaliya surgen múltiples historias acerca de las personas que jugaron algún papel significativo en la vida de esta señora tan atípica. Así, conocemos a  Ahmad, joven voluntarioso que un día se presenta en la librería buscando un libro (El conformista de Alberto Moravia) y que termina por convertirse en su ayudante de librero con tal de poder leer los volúmenes que Aaliya vende (o no vende). Tras el Septiembre Negro Ahmad encuentra en la tortura su vocación, y será entonces cuando Aaliya, mucho mayor que él, descubra el placer del sexo con él. También los numerosos miembros de su familia, en especial su madre y su medio hermano, forman parte de los recuerdos que Aaliya va desgranando. La narración (no me queda del todo claro que pueda decirse que haya una trama) fluctúa entre los larguísimos años de la guerra civil libanesa y la época actual en la que escribe Aaliya, y está salpicada de abundantes citas, referencias y anécdotas literarias.

Aaliya encarna la típica lectora imperecedera. En su solitaria vida le acompañan sin embargo nombres ilustres de la literatura, en la lectura atenta de libros que han logrado capturar a lo largo de los siglos el esencial caos que supone la vida, el misterio del ser humano, de autores como Tolstoi, Conrad, Faulkner, Kafka, Hemingway, Dostoievski, Calvino, Borges, Nabokov, Javier Marías, Saramago, David Malouf, Joseph Roth, Flaubert, Proust, Spinoza, Schopenhauer y Fernando Pessoa, entre muchos, muchos otros. También hacen acto de presencia compositores, pintores y hasta directores de cine, de cuyas vidas y obras Aaliya ha aprendido en algún momento algo que le sirve de consuelo o le da pie a la (auto)reflexión.

Pero posiblemente sea la historia de su amiga Hannah la que más nos acerque al corazón de Aaliya. Hannah, unos cuantos años mayor que Aaliya, debería haber formado parte de su familia, pero el infortunio se ceba en ella cuando el que cree que será su prometido, teniente del ejército libanés al que conoce en un taxi, fallece en un accidente. Durante años, Hannah y Aaliya comparten infinidad de cosas en una sociedad donde una mujer que pierda o sea abandonada por su marido se convierte en un “apéndice innecesario”. Gran parte del dolor que siente la traductora emana de la muerte de su amiga, muerte que no supo prever ni evitar.

El telón de fondo de esta deliciosa novela es siempre la ciudad natal de Alameddine, Beirut. Dice de ella Aaliya: “Beirut es la Elizabeth Taylor de las ciudades: chiflada, hermosa, cursi, arruinada, envejecida y siempre impregnada de drama. Se casará también con cualquier pretendiente obsesionado que le prometa una vida más acomodada, sin que le importe lo inadecuado que él sea.” (p. 88)

Rabih Alameddine crea en Aaliya un personaje singular y memorable, una anciana que puede resultarnos por momentos fastidiosa pero también enternecedora. Estoy seguro de que sus vecinas, a las que ella se refiere como “las tres brujas”, coincidirían en esa apreciación. Por otra parte, son constantes sus humorísticas ocurrencias, con las que de alguna manera logra enfrentarse al desgaste que le ocasionan la vejez, la soledad y el dolor por la pérdida de los seres queridos. De su posible locura, dice Aaliya: “Debo mencionar ahora que solamente porque durmiera con un AK-47 en lugar de un marido durante la guerra no me convierte en una loca.” (p. 26)

An Unnecessary Woman es también la historia de la entereza y el coraje con que una mujer toma conciencia de la necesidad de luchar por sobrevivir y aferrarse a la cordura en medio de la barbarie y la desesperación, inmersa por otra parte en una cultura que encasilla a la mujer en papeles secundarios. Aaliya parece conseguirlo aferrándose a la belleza que encuentra en la literatura universal, al tiempo que reconoce lo absurdo y lo fútil que puede resultar ser el arte en última instancia. Un personaje complejo y mordaz al que Alameddine dota de una elegancia epigramática heredada del mismísimo Ovidio.


An Unncessary Woman la publicó Lumen en español en 2012 como La mujer de papel, en traducción de Gemma Rovira.

Esta reseña ha aparecido también en Hermano Cerdo.

5 jul 2014

Reseña: Friendship, de A.C. Grayling

A.C. Grayling, Friendship (New Haven: Yale University Press, 2013. 229 páginas.

¿Quién no recuerda las miradas de complicidad de padres o hermanos cuando uno se presentaba en casa a media tarde en compañía de una ‘amiga’? ¿Y las risitas que provocaba en ese público medroso y recatado de los años 70 cuando Kiko Ledgard repetía la presentación de una pareja de concursantes del ‘Un, dos, tres’ por parte de la azafata de rigor como “amigos y residentes en…” pero añadía la palabra “sólo” en lo que era en realidad una pregunta capciosa y entrometida? Como todos sabemos, la palabra 'amigo/a' puede estar cargada de significados que distan mucho de la definición que nos da el diccionario.

Friendship es un estudio de la amistad desde una base filosófica e histórica. En una época en la que cualquiera que abra una cuenta en Facebook contará de inmediato con numerosísimos amigos (por cierto, no te molestes en buscarme en Facebook: no estoy), uno podría tener la impresión de que el concepto de amistad está más bien devaluado. De hecho, resulta altamente significativo que, al menos en la lengua inglesa, ‘friend’ se ha convertido en verbo, y sus opuestos, ‘defriend’ o ‘unfriend’, forman ya parte del vocabulario habitual. ¿Realmente se puede eliminar una amistad con un clic del ratón?

Grayling divide este volumen, el primero de una nueva serie que Yale University Press dedica a los ‘Vicios y Virtudes’ humanos, en tres partes: Ideas, Leyendas y Experiencias. En la primera realiza un preciso aunque no exhaustivo repaso al significado de la amistad en la cultura occidental, desde Platón y Aristóteles a autores del siglo XIX y XX, incidiendo en los valores y propósitos que los seres humanos hemos visto en la amistad desde el principio de los tiempos. La taxonomía que Grayling resume para el lector nos presenta con cuatro conceptos que ya los antiguos griegos discernían: ‘phila’, ‘eros’, ‘agape’ y ‘storge’.

La segunda sección examina los ejemplos míticos, literarios e históricos de amistades imperecederas, como los casos de Aquiles y Patroclo, o Hamlet y Horacio, entre muchos otros. En los capítulos que componen la tercera parte Grayling trata de producir una síntesis, refinando y categorizando términos y nociones de la amistad en tanto que responsabilidad ética, o el peliagudo asunto de si es posible (por supuesto que no es per se imposible, pero aún así, es necesario debatirlo) la amistad entre personas de distinto sexo, o qué es lo que puede llegar a constituir una mala (o nociva) amistad.

El hecho de que Grayling en cierto modo adapte su esquema ensayístico alrededor de la historia de una idea hace de Friendship una especie de tour en un archipiélago. Al lector se le lleva de isla en isla sin que sepa en ningún momento cuál es la meta final. Lo cual – como sucede con todo viaje que no sea un mero, frívolo itinerario turístico – a fin de cuentas importa poco, pues lo que cuenta no es el destino sino el viaje en sí mismo. Y como en todo viaje, uno puede quedarse prendado de detalles llamativos, como éste:

La idea de que el amor de uno por los demás debiera ser universal y no debiera distinguir a una persona más que a otra sería, no simplemente inaceptable sino también insostenible, exactamente igual que la enseñanza del Evangelio que nos dice que, si queremos realmente seguir a Cristo debemos deshacernos de todo nuestro dinero y posesiones y, como los lirios del campo, no hacer plan alguno para el porvenir. Al más coherente y honrado de los epígonos se le considera un fanático por hacer lo que las escrituras de las principales religiones le dicen; si todos fueran fanáticos, la vida humana sería intolerable, pero en todo caso tampoco duraría (quizás, por fortuna) mucho tiempo.” (p. 74, mi traducción)
Quizás uno de los aspectos de esta relación tan intrínsecamente humana que más fácil resulta obviar hoy en día es, como apunta Greyling, el hecho de que adoptar o asumir una amistad también implica cosas que pueden resultar negativas. Son muchas e innegables las bondades de una relación de amistad, pero “la amistad tiene también sus aspectos negativos y sus peligros. Uno de ellos es que, cuando hacemos amigos, nos comprometemos con el dolor. Lo mismo cabe decir para el amor. Inevitablemente, uno de los dos…va a quedar privado del otro – a causa de la muerte, del divorcio, del distanciamiento que el tiempo conlleva a medida que la gente y las circunstancias cambian.” (p. 179, mi traducción)


Friendship es un ensayo de lectura muy asequible, pensado obviamente para el gran público, no para académicos. Sin ser superficial o frívolo en su tratamiento de cuestiones de honda raíz filosófica, por fortuna Grayling nunca abandona la posición de que la sencillez es la apuesta más segura a la hora de abordar ideas y debatirlas.

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