A.C. Grayling, Friendship (New Haven: Yale University Press, 2013. 229 páginas.
¿Quién no
recuerda las miradas de complicidad de padres o hermanos cuando uno se
presentaba en casa a media tarde en compañía de una ‘amiga’? ¿Y las risitas que
provocaba en ese público medroso y recatado de los años 70 cuando Kiko Ledgard
repetía la presentación de una pareja de concursantes del ‘Un, dos, tres’ por
parte de la azafata de rigor como “amigos y residentes en…” pero añadía la
palabra “sólo” en lo que era en realidad una pregunta capciosa y entrometida? Como todos sabemos, la palabra 'amigo/a' puede estar cargada de significados que distan mucho de la definición que nos da el diccionario.
Friendship es un estudio de la amistad desde una base
filosófica e histórica. En una época en la que cualquiera que abra una cuenta
en Facebook contará de inmediato con numerosísimos amigos (por cierto, no te
molestes en buscarme en Facebook: no estoy), uno podría tener la impresión de
que el concepto de amistad está más bien devaluado. De hecho, resulta altamente
significativo que, al menos en la lengua inglesa, ‘friend’ se ha convertido en
verbo, y sus opuestos, ‘defriend’ o ‘unfriend’, forman ya parte del vocabulario
habitual. ¿Realmente se puede eliminar una amistad con un clic del ratón?
Grayling divide
este volumen, el primero de una nueva serie que Yale University Press dedica a los
‘Vicios y Virtudes’ humanos, en tres partes: Ideas, Leyendas y Experiencias. En
la primera realiza un preciso aunque no exhaustivo repaso al significado de la
amistad en la cultura occidental, desde Platón y Aristóteles a autores del
siglo XIX y XX, incidiendo en los valores y propósitos que los seres humanos
hemos visto en la amistad desde el principio de los tiempos. La taxonomía que
Grayling resume para el lector nos presenta con cuatro conceptos que ya los
antiguos griegos discernían: ‘phila’, ‘eros’, ‘agape’ y ‘storge’.
La segunda sección
examina los ejemplos míticos, literarios e históricos de amistades
imperecederas, como los casos de Aquiles y Patroclo, o Hamlet y Horacio, entre
muchos otros. En los capítulos que componen la tercera parte Grayling trata de producir
una síntesis, refinando y categorizando términos y nociones de la amistad en
tanto que responsabilidad ética, o el peliagudo asunto de si es posible (por
supuesto que no es per se imposible, pero
aún así, es necesario debatirlo) la amistad entre personas de distinto sexo, o qué
es lo que puede llegar a constituir una mala (o nociva) amistad.
El hecho de que
Grayling en cierto modo adapte su esquema ensayístico alrededor de la historia
de una idea hace de Friendship una
especie de tour en un archipiélago. Al
lector se le lleva de isla en isla sin que sepa en ningún momento cuál es la
meta final. Lo cual – como sucede con todo viaje que no sea un mero, frívolo itinerario
turístico – a fin de cuentas importa poco, pues lo que cuenta no es el destino
sino el viaje en sí mismo. Y como en todo viaje, uno puede quedarse prendado de
detalles llamativos, como éste:
“La idea
de que el amor de uno por los demás debiera ser universal y no debiera distinguir
a una persona más que a otra sería, no simplemente inaceptable sino también insostenible,
exactamente igual que la enseñanza del Evangelio que nos dice que, si queremos
realmente seguir a Cristo debemos deshacernos de todo nuestro dinero y
posesiones y, como los lirios del campo, no hacer plan alguno para el porvenir.
Al más coherente y honrado de los epígonos se le considera un fanático por
hacer lo que las escrituras de las principales religiones le dicen; si todos
fueran fanáticos, la vida humana sería intolerable, pero en todo caso tampoco duraría (quizás, por fortuna) mucho tiempo.” (p. 74, mi traducción)
Quizás uno de los
aspectos de esta relación tan intrínsecamente humana que más fácil resulta
obviar hoy en día es, como apunta Greyling, el hecho de que adoptar o asumir una
amistad también implica cosas que pueden resultar negativas. Son muchas e
innegables las bondades de una relación de amistad, pero “la amistad tiene también
sus aspectos negativos y sus peligros. Uno de ellos es que, cuando hacemos
amigos, nos comprometemos con el dolor. Lo mismo cabe decir para el amor.
Inevitablemente, uno de los dos…va a quedar privado del otro – a causa de la
muerte, del divorcio, del distanciamiento que el tiempo conlleva a medida que
la gente y las circunstancias cambian.” (p. 179, mi traducción)
Friendship es un ensayo de lectura muy asequible, pensado
obviamente para el gran público, no para académicos. Sin ser superficial o frívolo
en su tratamiento de cuestiones de honda raíz filosófica, por fortuna Grayling nunca
abandona la posición de que la sencillez es la apuesta más segura a la hora de
abordar ideas y debatirlas.