16 dic 2018

Reseña: Warlight, de Michael Ondaatje

Michael Ondaatje, Warlight (Londres: Jonathan Cape, 2018). 289 páginas.
¿Qué es un apodo, si no un disfraz? Al narrador de esta sorprendente historia su madre siempre le llama por un mote, ‘Snitch’ (chivato). Lo mismo hace con su hermana Rachel. La época es 1945, y el lugar, Londres, todavía recuperándose del Blitz. Nathaniel, que tiene apenas 14 años, y Rachel, unos pocos años mayor que él, reciben un día la noticia de que su padre se va a trabajar a Singapur. Poco después también su madre desaparece, y quedan bajo la custodia de un afable aunque misterioso hombre al que ambos apodan ‘The Moth’ (Polilla). Cuando Nathaniel y Rachel descubren el arcón de viaje de su madre escondido, dan por sentado que su madre ha muerto o está encerrada en alguna prisión.

El Londres de la posguerra es para el Nathaniel narrador, mucho tiempo después, una época de recuerdos que son una mezcla de verdades y embustes. The Moth decide sacarlos de los internados en los que, según les dicen, su madre ha decidido ponerlos y permitirles que vayan a una escuela normal y pasen las noches en casa. Pronto la casa se convierte en un polo de atracción para muy diversos personajes. Entre ellos, Nathaniel siente una especial afinidad por un curioso individuo al que apodan ‘the Pimlico Darter’ (La flecha de Pimlico), ex-boxeador y figura conocida en los bajos fondos.

Quizás the Pimlico Darter bebiera en este pub, el Queens Arms de Pimlico, Fotografía de Ewan Munro.
Con el Darter, Nathaniel recorre el Támesis y las calles de Londres en viajes, a veces raudos en coche, a veces largos y sombríos en una barcaza, llevando galgos importados ilegalmente para los canódromos. Nathaniel pronto deja la escuela y empieza a trabajar. En un restaurante conoce a Agnes, una joven que lo iniciará en las artes amatorias.

Pero la pregunta acuciante que nunca deja de aguijonearlo es el paradero de su madre, Rose. Hasta tal punto que, en un baile en el que estaba con Agnes, Nathaniel cree ver a su madre observándole a escondidas. ¿Por qué salió de sus vidas Rose sin dejar rastro? ¿De qué o quién se ocultaba?

Todo llega a un clímax cuando son sorprendidos por un ataque durante una gala de teatro. Su madre reaparece, pero the Moth muere. ¿Quiénes son el enemigo? ¿Cuál es el verdadero papel de su madre en todo este extraño y rocambolesco tinglado de posguerra?
En la segunda parte de la novela, Nathaniel tiene ya 28 años, y está trabajando para el Ministerio de Exteriores británico, Foreign Office. Su madre lleva varios años muerta, y él sigue empeñado en descubrir el misterio que puso en peligro su vida cuando era un adolescente.

La casa en la que vivió Rose en su niñez se llamaba White House. The White House en Little Bradley, Suffolk, Fotografía de Mike.
El Nathaniel adulto acaba de comprar la casa que fue propiedad del hombre que cuidó de él en Suffolk cuando su madre se refugió en el campo. El recuerdo persistente de aquella época es que su madre vigilaba la llegada de extraños al pueblo o sus alrededores. En sus pesquisas en los archivos del Foreign Office, Nathaniel va desmadejando la historia de traiciones, ejecuciones sumarias y diversos crímenes de guerra. También descubre el apodo que recibía su madre como agente durante la guerra: Viola.

Aunque han transcurrido muchos años desde aquella alocada y sorpresiva vida en Londres tras la desaparición de Rose, Nathaniel sigue en su afán por descubrir la verdad (si es que tal cosa fuera posible). Finalmente, logra ubicar a Marsh Felon, the Darter. Se presenta en su casa, con preguntas que the Darter responde con evasivas. Pero la insistencia en querer saber le lleva a pagar un precio muy alto: descubre una realidad que quizás debiera resultarle imposible de aceptar.

Un Gran Maestro. Fotografía de Tulane Public Relations
Warlight es, ante todo, una elegantísima novela. Tanto por su lenguaje (el autor es, por vocación, poeta antes que novelista) como por el tratamiento de la trama y los personajes. Ondaatje es deliberadamente impreciso y ambiguo: busca crear un suspense que no defrauda en el desenlace. Cuando éste llega, te deja pasmado.

13 dic 2018

Paco Roca's La casa: A Review

Paco Roca, La casa (Bilbao: Astiberri, 2016). 131 pages.
People of my generation will easily identify with the circumstances and the scenario depicted in Valencian Paco Roca’s La casa. The second half of the 20th century meant a huge populational move from small villages and towns to what we in Australia colloquially call ‘the Big Smoke’, the cities, yet many of the houses the generation of post-war parents left behind in order to make a living in cities are still standing, holding various secrets and a kind of poignancy that only those who have lived the place know well.

It's never too late to learn.
In Paco Roca’s case, the trigger was his father’s demise. Returning to the house of his childhood summers, the father’s presence is still profoundly felt in every nook and corner. The house may be now uninhabited, but memories of his old man are still inspiring feelings in each of the siblings and even in the grandchildren. But there are also disagreements: what to do with the house?

Characters are roughly explained. Both parents are gone, but there are three adult siblings, their spouses and children. An initial decision has been reached: fix the many issues the house has, repaint it and then sell to the highest bidder. Is that what they really want to do?
The longer they spend at the house, the more uncertain they all are about the decision. Each of them recalls very personally meaningful moments. The house still hosts the presence of their parents, although Roca seems to focus far more on the dead father.

Remembering moments with your grandpa while taking a dump. A priceless chunk of the best humour.
There is also a neighbour, a man of the older generation, who is always around providing advice, asking questions, offering to help. What works best in La casa is the way the story-line moves back and forth. Roca is highly skilful when it comes to infuse the narrative with merely hinted-at feelings, such as grief or filial love. The inexorable passage of time is also a theme Roca carefully develops throughout this little gem of a book.

An extraordinary way to finish a book: I'll take the fig-tree with me, thanks!
As we slowly approach that age at which death, though fortunately not imminent (or at least I hope not!), becomes an ineluctable prospect, the question arises: what should we do with the family home? Is the sentimental value more important than its monetary value? And is property ownership a worthwhile undertaking in a world that seems increasingly unstable and dangerous?

La casa is a wonderful effort on a universal topic. It would undoubtedly deserve to be translated into many languages. Gràcies, T.

5/3/2022: Published in English as The House by Fantagraphics in 2019 (translation by Andrea Rosenberg).

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