30 nov 2016

Reseña: Inexperience and Other Stories, de Anthony Macris

Anthony Macris, Inexperience and Other Stories (Crawley: UWA, 2016). 195 páginas.
Pienso que no debiera ser nada ilógico pensar que un libro titulado Inexperiencia debería dar mucho juego. Pero las apariencias, ya se sabe, engañan las más de las veces.

Inexperience and Other Stories es un breve compendio de experimentos narrativos del australiano Anthony Macris, de cuya obra no había leído nada hasta el momento. El libro lo componen una nouvelle, Inexperience, y tres breves relatos de factura y temática bastante similar.

En ‘Inexperience’ un narrador anónimo cuenta en primera persona el primer viaje de una pareja de jóvenes australianos a Europa. Tras ahorrar el dinero suficiente el narrador y su novia Carol viajan primero a Madrid hacia finales de la década de los 80. Les interesa el arte, la arquitectura y la cultura en general. Visitan Toledo, donde se dejan influir por una guía turística repleta de clichés y lugares comunes. Bien pronto surgen las diferencias entre los dos, escenificadas en una de las sucursales del madrileño Museo del Jamón. Las observaciones del narrador ciertamente rayan en lo ridículo, y supongo que la inexperiencia del título se refiere en parte a esto. Para tratar de reanimar la relación los dos jóvenes australianos deciden irse a París e imbuirse de más arte y grandiosidad. Una mañana el narrador se despierta solo en la habitación del hotel: Carol se ha largado (francamente, ¡quién podría reprochárselo! El tipo es un tostón insoportable). El narrador tendrá una breve aventura con una chica inglesa a la que conoce delante del tablón de anuncios del British Council de París, y finalmente concluirá su ‘experiencia’ europea regresando a Australia vía Bangkok. No me preguntes por qué le dejaron entrar otra vez en Australia: quizás hubiera muchos otros solicitantes de visado mucho más merecedores que él.

El entierro del Conde de Orgaz se halla en la Iglesia de Santo Tomé de Toledo. Es un santo varón, señores, no Santa Tomé.
De las tres restantes historias que componen el volumen, quizás se salve únicamente la última, ‘The Quiet Achiever’, en la que el narrador (otra vez en primera persona) visita a su primo en una clínica psiquiátrica, en la que le han internado tras una fuerte crisis nerviosa. La situación es sumamente embarazosa para el narrador, que no sabe qué preguntar ni qué responder, hasta que su primo le enseña una vela que ha creado en el taller de la clínica, un regalo para su madre.

La madre del protagonista de ‘The Quiet Achiever’ se convierte en secundario personaje antagonista en el segundo relato, ‘Triumph of the Will’. En este, el primo de la clínica se pasa la noche en vela, desquiciado por los pobres resultados de su negocio y la asiduidad con que su madre le daba de comer.

No soy muy dado a abandonar la lectura de un libro, pero en el caso del primer relato complementario, ‘The Nest Egg’, hice una excepción: lo dejé de leer después de unas cinco o seis páginas. Es el relato obsesivo de alguien que quiere ahorrar dinero, llevado hasta sus últimas consecuencias y detalles. Quizás lo que Macris debiera considerar es que sus lectores pueden escoger no seguir el camino ni la técnica que él propone. Infumable.

Lo más curioso de este libro es que, en realidad, se trata en buena medida de material ya publicado en diversas revistas y antologías, entre 1988 y 1994. ¿Por qué aparece ahora en 2016 en forma de libro?

Señala Andrew Riemer en su reseña para el SMH que “all of it [el material] seems to have been thoroughly revised.” Puede que el material haya sido revisado concienzudamente, pero las abundantes erratas que contiene no han sido corregidas. Una pena.

26 nov 2016

Reseña: The Sweet Smell of Psychosis, de Will Self

Will Self, The Sweet Smell of Psychosis (Londres: Bloomsbury, 1996). 89 páginas.

Las primeras páginas de este libro de Will Self de 1996 nos muestran a un par de jóvenes que escudriñan desde la ventana de la cuarta planta del edificio de un club, el Sealink, las idas y venidas de un hombre a las puertas de un prostíbulo. Los jóvenes son periodistas, y hacen una apuesta sobre si el hombre se decidirá a entrar en el burdel o no. Uno de ellos es Richard Hermes, que se ha venido desde el norte de Inglaterra a Londres para ganarse la vida en una mediocre publicación de eventos, Rendezvous.

Richard se une al grupo de habituales del Sealink Club liderado por Bell, un siniestro columnista y presentador de radio y TV que es tremendamente popular (no tengo ni idea de quién pudo servirle de inspiración a Self). Todos los miembros de este club de desalmados son meros "transmisores de trivialidades, locutores de la banalidad y diseminadores de bazofia. Escribían artículos acerca de otros artículos, hacían programas de televisión sobre otros programas de televisión, y comentaban lo que otros habían comentado."

Pero Richard no se siente realmente cómodo con Bell. En realidad, se siente intimidado, detesta sus modos y le tiene miedo. Lo único que le mantiene conectado al grupo es la divina Ursula Bentley, muy aficionada a un polvo blanco de origen andino y a regalarle ciertos innombrables favores a Bell. Su encaprichamiento por la chica es la mayor debilidad de Hermes, quien con suma facilidad se sumerge en la noche londinense y el disipado estilo de vida del grupo, cuya consigna más frecuente es "vámonos a cenar con Pablo [Escobar]", poniendo así su salud en juego y su cuenta corriente en enormes números rojos.

Con sus menos de cien páginas, este relato de Self prometía mucho en sus inicios como sátira del mundo periodístico londinense de finales del siglo XX. Quizás el problema es que la resolución es fácilmente predecible desde el momento que queda claro que las visiones o alucinaciones que experimenta Richard tienen como único sujeto el denostado Bell.

Por fortuna, el libro está brillantemente ilustrado por Martin Rowson. Un divertido entretenimiento en el que Self vuelve a desplegar su ingenio, su gusto por los juegos de palabras y el dardo certero de la sátira más mordaz.

La puerta se abrió de golpe forzando las bisagras, y a la vista quedó una pequeña mesa de alas abatibles colocada en el centro de la sala: alrededor de ella había un grupo de cuatro figuras, jugando a los naipes. Por sus ropas y la posición de sus cuerpos, Richard reconoció a los miembros de la camarilla: Reiser, Slatter, Kelburn y Mearns, el chantajista. Pero cuando sus rostros se giraron hacia quien era la causa de la interrupción, Richard vio cuatro juegos de rasgos faciales casi idénticos. Cada uno de ellos tenía el mismo cuello rechoncho, la misma mandíbula prominente, la misma frente alta y blanca, los mismos labios rojos y la misma nariz de ancho caballete. Eran un grupo de Bells ─ una verdadera Bellaquería. Cuatro pares de ojos tenebrosos examinaron a Richard durante un larga, larguísima fracción de segundo. Lo taladraron, como si se tratara de un hígado enfermo al que estuvieran deseando hacerle una biopsia. (p. 46, mi traducción). Ilustración de Martin Rowson.

22 nov 2016

Reseña: Public Library and Other Stories, de Ali Smith


Ali Smith, Public Library and Other Stories (Londres: Penguin Books, 2015). 220 páginas.

De Canberra, la ciudad en la que vivo, se suele decir que es aburrida, que le falta vida y que carece de carácter. Quizás haya algo de cierto en todo ello. Es sin embargo una ciudad con un elevadísimo nivel educativo y cultural, y para fortuna de muchos de sus residentes, cuenta con una red de bibliotecas públicas simplemente fabulosa. Tan buena, tan magnífica es, que los usuarios pueden sugerir la adquisición de libros, DVD, audiolibros, CD, novelas gráficas, etc., y la mayoría de las veces, la red de bibliotecas del Territorio de la Capital Australiana los comprará. Es una amplia red que cuenta con 9 sucursales, distribuidas en los distintos barrios y centros urbanos que integran esta singular ciudad, cuya población ronda ya los 400.000 habitantes. Es posible encontrar libros en muchas lenguas diferentes, amén de películas, documentales, guías turísticas, casi cualquier cosa.

¿Cuáles son las virtudes de una biblioteca pública? Esa es una de las muchas preguntas que trata de contestar esta colección de cuentos de Ali Smith, quien compagina sus relatos de ficción con textos basados en comentarios de o suministrados por amistades y conocidos de la autora, que son todos ellos usuarios de las bibliotecas públicas del Reino Unido.

La Biblioteca Nacional de Australia, que también ha padecido drásticos recortes en los últimos años. Fotografía de fir0002
El mismo gobierno que conducirá al Reino Unido fuera de la Unión Europea emprendió desde 2010 una brutal campaña de austeridad que cerró cerca de 1000 bibliotecas públicas y que, hasta la fecha – es solamente un cálculo – ha eliminado unos 14 millones de libros de sus estanterías. ¿Para qué leer, teniendo al alcance de la mano fútbol, cerveza y las portadas de The Sun? Claro que la situación en otras partes del mundo no es mucho mejor: hay un Presidente de Gobierno que alegremente admite que solo lee un periódico deportivo. Así va el mundo.

Public Library and Other Stories es por lo tanto una apasionada defensa de algo tan decididamente comunal como es la biblioteca pública. Pero Smith no dedica sus historias a las bibliotecas como edificios o lugares de encuentro con los libros, sino a los libros mismos, a la literatura. Y lo hace desde la libertad de la creación literaria, desde el ingenio y la diversión que la caracterizan como autora. Los juegos de palabras, los extraños y remotos vínculos que surgen en sus historias, son impagables.

Como es de esperar en una colección de cuentos, unos son mucho más atractivos que otros. Un motivo recurrente en casi todos ellos es el texto como elemento de la comunicación humana y la degradación que sufre de forma constante. Por ejemplo, este fragmento de ‘The Definite Article’: “…estaba de camino a una reunión urgente sobre financiación. Era posible en el clima actual que se retiraran los fondos, de modo que teníamos que tener urgentemente una reunión urgente para escoger el tipo correcto de retórica. Ello aseguraría la estrategia correcta de desarrollo que a su vez aseguraría que la financiación no concluiría de esta manera en este momento. Había hecho el viaje entero en metro, diciéndome una y otra vez: urgente, asegurar, factibilidad, margen, evaluación, gestión, racionalización, estrategia de desarrollo, desarrollo estratégico, el clima actual, el estímulo de proyectos, valores esenciales, no debiera concluir, de esta manera, en este momento. Pero también tenía que ser no amenazador, el lenguaje que teníamos que usar para asegurar que, etc., de modo que subí las escaleras machacándome la frase ‘sin problemas sin problemas sin problemas’, y luego me paré un instante en la salida del Metro porque (¡ay!) me dolía mucho el ojo, algo se me había metido en el ojo sin saber cómo ni por qué.” (‘The Definite Article’, p. 155-6, mi traducción).

Del resto destacaré tres: en primer lugar, ‘The Beholder’, una narración cuya narradora, enferma, se va desintegrando lentamente. También ‘Say I Won’t Be There’, que cuenta con Dusty Springfield como médium en un relato sobre un cementerio para el que las autoridades tienen planes de transformación urbanística, y ‘After Life’, en la que un hombre tiene que desmentir su muerte por segunda vez, diez años después de haber tenido que desmentir su propia muerte en un accidente mientras hacía turismo en España. Un detalle curioso: el título del libro no corresponde a ningún relato. No hay ninguna historia que lleve por título ‘Public Library’.

Cuando desde las instituciones parece orquestarse una campaña dirigida a restringir (cuando no suprimir o eliminar) el acceso a la cultura y los instrumentos de educación y formación del pensamiento crítico entre la juventud, este libro es un pequeño grito en lo que parece ser un desierto. Habrá que continuar demostrando que las bibliotecas son un bien indispensable. Por mi parte, tras la pérdida de nuestra hija Clea, de seis años y nueve meses en 2009, traté de marcar la diferencia para la comunidad educativa de un pequeño pueblo samoano, Lalomanu. Seis años después de su inauguración, la BibliotecaClea Salavert sigue en pie, quizás sin haber logrado buena parte de los objetivos que nos habíamos marcado con su construcción. ¿Ha valido la pena la enorme generosidad de familiares, amigos y extraños? ¿Ha valido la pena el esfuerzo? Quizás sea pronto para decirlo, pero si alguno de esos niños de Lalomanu han descubierto que hay otros mundos posibles al alcance de su imaginación, algo bueno habremos hecho.
The Clea Salavert Library, Lalomanu, Samoa

19 nov 2016

Reseña: Tough, Tough Toys for Tough, Tough Boys, de Will Self

Will Self, Tough, Tough Toys for Tough, Tough Boys (Londres: Bloomsbury, 1998). 244 páginas.
Bienvenido al provocativo mundo narrativo de Will Self. Bienvenido a sus ambientaciones surrealistas, a una perspicaz desproporción que te obliga como lector a enfrentarte a los límites de lo que normalmente considerarías como aceptable o admisible. Porque el éxito de la sátira, no lo olvidemos, depende de los límites que uno mismo de imponga en el ámbito de las normas sociales. Si la sátira de Swift continúa siendo válida y efectiva, es porque los límites que traspasaba estaban basados en pautas medianamente uniformes. Nunca admitiremos la noción de comer niños para combatir la pobreza.

Este volumen de narraciones breves de Self comienza con una historia cuyo título se inspira en una nouvelle de Francis Scott Fitzgerald de 1922 (puedes acceder al texto íntegro en inglés aquí, por ejemplo) titulada ‘The Diamond as Big as the Ritz’. En el caso de Self, en lugar de un diamante lo que tenemos es ‘The Rock of Crack as Big as the Ritz’. Los protagonistas son dos hermanos de origen jamaicano en Londres; uno de ellos, Danny, encuentra una veta de cocaína pura en los cimientos de la casa en la que viven. En lugar de consumirla, Danny pone a su hermano Tembe a trabajar en el negocio de la distribución. Tembe es adicto al crack y a lo que le echen, mientras que Danny prefiere ni tocarla. La codicia y la inmundicia van de la mano. El cuento puede todavía leerse de manera gratuita en internet, tal como lo publicó The New York Times.

De las siete narraciones que integran este libro, ‘Flytopia’, la segunda, es posiblemente la más lograda. Una historia de horror pura y dura, en la que un hombre alcanza una especie de pacto con los insectos que se han adueñado de su casa, con quienes mantiene curiosísimas conversaciones. La llegada de su novia a la casa al día siguiente despierta repentinamente en él unos irrefrenables deseos de deshacerse de ella. ¿Puedes imaginarte el desenlace?

La narración que da título al libro es un relato de viajes, con un divertido guiño al psicoanálisis. Bill Bywater, psicoanalista mujeriego y alcohólico, tan enamorado de su automóvil como de la marihuana que fuma compulsivamente, inicia un viaje desde el norte de Escocia hasta Londres.

"Siguieron en silencio mientras Bill guiaba el coche por las afueras de Aviemore. Seguía siendo un lugar cutre, pese al dineral que habían invertido recientemente. La mayoría de las casas eran estilo chalet, con techos muy altos a dos aguas que prácticamente llegaban al suelo. Pero los materiales eran sintéticos: hormigón y aluminio; amianto y plexiglás. Todas las superficies parecían combadas, y los bordes arrugados. ─ Qué mierda de sitio ─, dijo Bill." (p. 135, mi traducción) Aviemore - fotografía de  Dave Fergusson.

Tras hacerse unos cuantos güisquis (siempre he querido tener la oportunidad de escribir así la palabra, de modo que aprovecho esta ocasión) recoge a un autoestopista, a quien somete a un taimado interrogatorio para arrancarle los detalles más sórdidos de su vida, una existencia más bien desdichada, con una salvedad: al autoestopista le gusta jugar con los camiones y tractores Tonka, una marca que quizás recuerdo vagamente en las tiendas de juguetes de mi niñez. El chico le sirve a Bill como blanco de su aborrecimiento por los demás en general. ¿Es un claro caso de proyección? ¿Terminará bien el viaje, que en el mejor de los casos llevaría un día entero?

Un anuncio de los juguetes Tonka de la década de los 80.

Bill Bywater reaparece en otra historia, situada en Londres, ‘Design Faults in the Volvo 760 Turbo: A Manual’. El título es engañoso, por supuesto: Bill se presenta como psicoanalista adúltero obsesionado con su Volvo 760 Turbo (sí, el mismo que había estado conduciendo desde Thurso en ‘Tough, Tough Toys for Tough, Tough Boys’). La moraleja del cuento quizás pudiera ser que no siempre ha de fiarse uno de su mecánico.

Esta colección de cuentos incluye además ‘Dave Too’, una historia absurda en torno a la identidad en un mundo que habitan únicamente personas llamadas Dave, y ‘A Story for Europe’. Este último son dos historias paralelas: por un lado, la de un banquero teutón que padece una embolia; por otro, la ansiedad de los padres de un niño inglés de dos años que solamente sabe comunicarse en alemán comercial. ‘Caring, Sharing’, en mi opinión el relato que resulta menos atractivo, nos lleva a un Manhattan en un futuro indeterminado en el que las personas se hacen acompañar por ‘emotos’, una suerte de niños gigantes que cuidan de sus necesidades afectivas.

‘The Nonce Prize’ [El premio al pedófilo] cierra el libro, y reintroduce a los hermanos Danny y Tembe del primer relato. En este, sin embargo, es Danny quien ha caído en la adicción y Tembe quien maneja el negocio. Un capo del narco jamaicano, Skank, llega a Londres para vengarse de Danny. Skank paga para que un par de criminales droguen a Danny y le preparen una trampa brutal. La policía encuentra a Danny en una nave industrial junto al cadáver de un niño asesinado y mutilado, al cual le han inyectado el semen de Danny (los sicarios se lo han sacado por medio de una jeringuilla. Danny no tiene ninguna posibilidad en el juicio, e ingresa en la cárcel, en concreto en el ala dedicada a pedófilos y violadores. Como buen narcotraficante que es, que le encasillen de esa manera le resulta repulsivo. El alcaide le sugiere que se inscriba en cursos, y Danny se apunta a uno de escritura creativa.

Llegado el día de la concesión del premio, Danny está en la lista de candidatos, pero tiene que competir con dos pedófilos. El cuento adquiere entonces un ingenioso aspecto metaliterario. Danny ha escrito un relato ficticio en torno a las actividades del narcotráfico de su hermano (¿quizás algo similar al relato que abre el libro?), mientras que el cuento ganador es el de uno de los más depravados pedófilos en la cárcel, una historia absurda sobre el profundo cariño de un hombre por el gato de su difunta esposa. ‘The Nonce Prize’ ofrece en un principio una visión descarnada del sistema penitenciario, pero Self lo transforma en una inteligente sátira en torno al mundo editorial y los premios literarios.

Tough, Tough Toys for Tough, Tough Boys sigue muy de cerca la línea que Self había creado unos años antes en Grey Area: son espacios ficcionales definidos con precisión y gusto por el detalle útil, con unas tramas que van más allá de lo absurdo. Más que un simple entretenimiento.

12 nov 2016

Reseña: The Lowland, de Jhumpa Lahiri

Jhumpa Lahiri, The Lowland (Londres: Bloomsbury, 2013). 340 páginas.

Como en el caso de The Lives of Others, de Neel Mukherjee, la trama de la última novela de Jhumpa Lahiri, The Lowland, se relaciona con la revuelta naxalita en Bengala. Una de las más importantes diferencias entre ambas radica en que, en la segunda, la historia se traslada bien pronto a la costa este de los Estados Unidos, en concreto a Rhode Island; mientras que en The LIves of Others los protagonistas nunca salen de la India. Hay otras sustanciales diferencias, por supuesto: Lahiri escribe con impresionante aplomo, sin concesiones a la galería, mientras que Mukherjee tendía a rizar el rizo del argumento y abusaba tanto de una sintaxis a ratos arcaizante como de un oscurantismo léxico francamente innecesario.

Casitas playeras en Matunuck, Rhode Island. Fotografía de Swampyank.
Dos hermanos, Subhash y Udayan, un año y pico más joven, crecen durante los años posteriores a la independencia en un barrio de Calcuta alejado del centro de la ciudad y cercano a una hondonada que las lluvias monzónicas llenan todos los veranos y en la que juegan los niños de la zona. Los dos son inteligentes y en la escuela les dan alegrías a sus padres, una pareja bastante tradicional de las clases humildes de Bengala. Pero son, como suele ser el caso entre hermanos, bastante diferentes entre sí. Mientras que Subhash es más bien ponderado y poco dado a impulsos no razonados, Udayan suele ser precipitado en sus decisiones. Ambos lograrán, no obstante, destacar en lo que estudian. Subhash decide marcharse a Rhode Island a completar su tesis doctoral en oceanografía, mientras que Udayan se queda en Calcuta, introduciéndose cada vez más en los círculos universitarios en apoyo de la guerrilla maoísta de Naxalbari.

Donde Udayan y Gauri se conocen, el lugar en donde el maoísmo sembraba sus semillas. Fotografía procedente de ndtv.com
Pasan los meses y los años, y la distancia entre los hermanos se hace mayor, el contacto se reduce a unas pocas cartas esporádicas. En una de ellas Udayan le comunica a su hermano que se ha casado con una joven, Gauri. Apenas un año después llega a Rhode Island el telegrama que le anuncia la muerte de Udayan, justo cuando Subhash ha visto terminado un idilio amoroso con una mujer que estaba separada de su marido. De inmediato regresa a Calcuta.

Lo que allí encuentra es una casa en duelo. Sus padres no reconocen a Gauri como miembro de la familia. ¿En qué circunstancias murió Udayan? ¿En qué medida tuvo Gauri relación con su muerte? Lahiri irá dando respuestas a estas preguntas poco a poco. Pero para complicar todavía más la situación, Gauri dará a luz un bebé que será de Udayan, y al que sus abuelos tratarán de separar de su madre.

Subhash no lo duda: le ofrece a Gauri la posibilidad de irse a los Estados Unidos y dejar atrás Calcuta. Se casa con ella, y adopta a la niña que nace, Bela, como hija suya. En Rhode Island podría continuar con su carrera profesional y cumplir el sueño americano. Casa, familia, trabajo, dinero. Pero Gauri no está por la labor. Querrá su independencia a toda costa (independencia que se cifra en el estudio de la filosofía europea), y el precio de esa emancipación lo pagará sobre todo Bela. Cuando regresan de una visita a Calcuta, Subhash y Bela se encuentran la casa vacía. Gauri se ha marchado a California. Desde ese momento, Subhash tendrá que criar a Bela él solo.

En la segunda parte de la novela, Lahiri concentra la atención del lector en Bela, su proceso de madurez y posterior independización. Las relaciones entre padres e hijos y el concepto de identidad de los emigrantes son los temas explorados en una narración marcada por una prosa sobria, que dibuja a personajes muy humanos en sus imperfecciones, especialmente a Gauri, cuya vida se debate entre la pérdida de Udayan, su deseo de libertad y la carga que le representa Bela.

También la muerte de Udayan supone un fuerte punto de inflexión en la vida de Subhash: a su regreso a Calcuta, el contraste entre la cultura a la que ya se ha aclimatado y las rígidas (y ciertamente crueles) tradiciones de Bengala representan un dilema de índole personal que deberá acometer con serenidad y sapiencia.

Aunque no se trate de una narración todo lo lograda que pudiera haber sido, con The Lowland Lahiri ejecuta un ambicioso ejercicio narrativo en torno a la identidad del emigrante, concentrándose en las pequeñas vicisitudes personales antes que en los grandes asuntos históricos del cambio de siglo. Los cambios constantes en los puntos de vista narrativos ayudan a sostener un intenso ritmo narrativo que solamente decae en las últimas quince o veinte páginas. Al igual que el imparable progreso y desarrollo urbano hace desaparecer la hondonada en la que jugaban de niños los dos hermanos, la trama se pierde y zozobra hasta el melodrama en los dos últimos capítulos, en mi opinión completamente innecesarios.

The Lowland la publicó en castellano Salamandra en 2014 (La hondonada) en traducción de Gemma Rovira.

2 nov 2016

Josep Bertomeu Moll's Capvespre: A Review


Josep Bertomeu Moll, Capvespre (Gandia: Lletra Impresa, 2016). 224 pages.

I was a rather naïve 11-year-old boy when Fascist dictator Franco died, yet I do have a few memories of the difficult years before his death, and particularly the profound changes that occurred in the years that followed. It could very well be argued that more than 40 years later, those political changes have turned out to be rather cosmetic in their nature. Spain has basically retained the political status quo resulting from the military coup in 1936, the ensuing Civil War and forty years of a dictatorial regime. It is a country where conservative elites and economic oligarchies exercise their unfettered power, where corruption unashamedly spreads to the top echelons of government. Unsurprisingly, though, a clear majority of voters continue to elect politicians whose decency is, to say the least, questionable. Go figure.

In those years, my home town, Valencia, was not the markedly touristic destination it seems to be today. Valencian life in the 1970s was rather different from the easy-going, festive city it is in 2016. Then there was fear in the streets, and news of the political repression elsewhere in the Spanish State would have been very discreetly commented on by people in the streets. One of my first memories associated with anything remotely political is of my paternal grandmother telling me not to speak our local language instead of Spanish when in public. I must have been about 5 or 6 years old.

This is the Valencia Capvespre (The Evening) is set in. Written in 1977, the author kept it hidden in a drawer for decades until Lletra Impresa, an enthusiastic publisher from Gandia, rescued the manuscript and took a gamble by printing it as their first volume in their fresh fiction collection. Unless there are more uncovered manuscripts of his, this might unfortunately turn out to be Bertomeu’s only published book, since he unexpectedly passed away just a couple of weeks ago.

A fragmentary narrative, Capvespre follows the lives of Lluís and Pilar, the two main characters, whose complicated, twisted, on-and-off relationship makes up the main plot of the novel. They are part of a wider circle of friends, university students who fight the regime hoping to achieve freedom, hoping to reach for their future, for their dreams at a time when Francoist repression had intensified its brutal force. Moreover, Bertomeu employs different narrative points of view, providing noteworthy contrasts between the various characters about the same events.

The terrible mishaps associated with mandatory military service, the patently injurious conditions for young females within what was a creepily Catholic society, the lively nights of jazz music and cheap booze in well-known bars of the different barrios of Valencia, the ground-breaking literature that was landing at Spanish bookshops in those years (Neruda, César Vallejo, Cortázar, Arguedas, García Márquez, Cabrera Infante, among others), the first sexual experiences of very young men and women, the extremely risky business of joining the then illegal Communist Party … these are some of the situations and circumstances narrated by Lluís, or explained through letters by Pilar, Jordi, Sergi. Bertomeu succeeds in contriving a 1977 narrative that feels way before his time, and is at times more ‘contemporary’ than some novels written in recent years, both in its circular structure and its utterly compelling style.

Non-conformism was an essential part of the philosophy of the young people at the time. They would not abide by a State that repressed and coerced them. Gathering in the streets and plazas of Valencia (which Bertomeu cleverly identifies by using the Francoist names they had until the late 1970s) to distribute radical pamphlets or marching in protest, the students regularly had to run away from riot police, or occasionally clashed with Fascist gangs at the Faculty.

For anyone arriving in Valencia by train, Plaza del Caudillo (wash your mouth, boy!) was an unavoidable passageway towards the bars in the older parts of the city. Today it is known as Plaça de l"Ajuntament.
In Capvespre, some of Lluís’s friends are arrested by Franco’s Secret Police and sent to jail, where they languish for months or even years, found guilty in trials run by ludicrous judges. Their crime? Wishing freedom for their peers and themselves.

Capvespre is a welcome and necessary reminder of the struggle for dignity a whole generation of Valencians engaged in. It should also help us to focus on the fact that 40 years later, younger generations of Valencians, let alone Spaniards, time and again see how their hopes and their dreams are smashed by inept governments that continue to underpin a decrepit, dishonest, fraudulent political system.

Apart from a few well-accomplished historical recreations such as Silvestre Vilaplana’s L’estany de foc, the city of Valencia had never really been the protagonist of a book. It is a pleasant surprise to see how the city comes alive in Bertomeu’s words, in his sharp-eyed descriptions. How unfortunate it is that Bertomeu is no longer alive to write a sequel to Capvespre.

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