Eduard Márquez, L'últim dia abans de demà (Barcelona: Empúries, 2011). 146 págs.
En una entrevista que le hizo José A. Muñoz para La Vanguardia, Eduard Márquez decía, a propósito de L’últim dia abans de demà, que los escritores deben ‘ser capaces de que el lector huela la realidad. Y eso es posible cuando el escritor también la huele y es capaz de transmitirlo.’
Comencé a leer L’últim dia abans de demà con una mezcla de expectación y aprensión. Las reseñas que había leído mencionaban un argumento que tiene un interés personal para mí: el del duelo causado por la pérdida de la hija del protagonista. La decepción ha sido mayúscula. La novela apenas pasa de puntillas y bordeando este asunto, y en mi opinión, dada la estructura narrativa adoptada deliberadamente por Márquez, ningún tema de los muchos que aparecen en sus 146 páginas los trata con mucha trascendencia.
L’últim dia abans de demà está construida más bien como un puzle, o un rompecabezas, en una línea narrativa un poco caótica. Es un ovillo desmadejado, con saltos temporales hacia adelante y detrás, una técnica que no siempre resulta ser tan efectiva como efectista. Puede ser cierto que la memoria no nos presente los recuerdos en una línea recta y perfecta; no es menos cierto que la exégesis ficcional otorga suficientes recursos como para darle al lector una visión menos alterada de esos recuerdos. Márquez opta por un mosaico, en el que se nos aparecen multitud de piezas, unas menos desdibujadas y borrosas que otras, y al menos una tan repetida que termina por hastiar (las hostias con sabor a pastillas Juanola que uno de los hermanos reparte a troche y moche).
Pero donde realmente pienso que Márquez me perdió es en la poca profundización que lleva a cabo en los sentimientos del dolor y la pérdida. En casi ningún momento se nos revela el narrador protagonista como alguien que esté atravesando un proceso de duelo. La fijación con el peso (623 gramos, cifra que repite unas cuantas veces) de las cenizas de la hija muerta resulta un tanto extraña, aunque no inverosímil. En su afán de producir una narración tan contenida, y con una prosa escueta, rápida, Márquez apenas explora el mundo interior del protagonista. Da la impresión de que el autor haya escogido que la muerte de Jana sea la excusa que se necesitaba para hacer un recuento desordenado de los recuerdos de una vida, recuerdos que la trama deslavazada revelará como determinantes para el desenlace trágico.
Un interesante aspecto de L’últim dia abans de demà estriba en la contraposición a lo largo de la narración y en los diálogos, de dos idiomas, el catalán y el castellano. Que el discurso represivo, beatón y caduco de los educadores religiosos (los hermanos) se exprese siempre en castellano dentro de una narración en catalán y en la cual los diálogos entre los protagonistas se expresen en catalán recrea magistralmente la sensación de antagonismo y enfrentamiento; su perniciosa influencia queda, en mi opinión, correctamente insinuada. Al fin y al cabo, a los que somos de la generación de Márquez no se nos han olvidado esos ‘sabios’ consejos que se impartían en los colegios religiosos en los últimos años de la larga época franquista.
No quisiera restarle méritos a Eduard Márquez (de quien no he leído ninguna otra obra), pero he de rebatir la idea de que el lector de L’últim dia abans de demà huela la realidad. En mi caso, la realidad no apareció por ninguna parte. Claro está, que mi realidad puede que resulte demasiado exigente con la que propone L’últim dia abans de demà.
Jorge, em vaig llegir ara fa uns anys La decisió de Brandes, d'Eduard Márquez, i vaig experimentar la mateixa sensació d'asèpsia i desnaturalització de l'ésser humà que tu, trobe, has tingut llegint el mateix autor. Crec que l'artificiositat i l'afany narratològic perden aquest bon escriptor. Les històries no ens arriben a colpir perquè són massa neutrals. En fi...
ResponderEliminarNo em sembla gens sorprenent, Juli. El que vaig trobar molt estrany va ser el fet de que a l'entrevista és ell mateix qui diu que l'escriptor deu de mirar de fer-li arribar la realitat al lector. Això no és el que passa amb L'últim dia.... A més de neutral, és una novel·la amb un tractament massa superficial de temes que em semblen importants, com ara l'amistat o què passa amb la nostra relació amb els pares quan la mort se'ls acosta, i pense que es deu en bona part al ritme narratiu que l'imposa a la història. No sé, m'esperava una altra cosa.
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