Joaquim Biendicho, Els embolics dels Hoover (Alzira: Bromera, 2011). 171 páginas.
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Cuando a Andreu Farré,
recién horneado como doctor en filosofía, le proponen trabajar a bordo de un
crucero por el Mediterráneo haciendo de guía cultural para las hijas del
magnate norteamericano propietario del buque, la tentación de ganar una buena
suma de dinero en pocos días de trabajo es muy fuerte. Acepta el trabajo y sube
a bordo del Imperator of the Seas. Su
anfitrión y empleador es el Sr. Hoover; sus hijas, Carol y Sarah, al parecer
poco agraciadas en casi todos los sentidos, nos son descritas en un principio
como un par de bobaliconas, más pendientes de los músculos masculinos que de
las atracciones culturales de los puertos italianos donde el crucero hace
escala.
Pero cuando una de las
hijas de Hoover, Carol, desembarca en Mónaco en compañía del mago malabarista y
ambos ponen tierra de por medio, se inicia una rocambolesca persecución. Hoover
no está dispuesto a permitir que su hija se vaya con cualquiera, y en
particular quiere impedir a toda costa que la huida de Carol llegue a oídos de
su madre, la primera esposa de Hoover.
El relato nos lleva de
Mónaco a Venecia, y de la ciudad de los canales a Marrakech en Marruecos. El
estrafalario equipo de persecución lo integran unos personajes desdibujados,
elaborados con trazos escuetos pero por lo general acertados. Hay un barman
salvadoreño que se llama Salvador Salvador, un antiguo espía francés
alcohólico, el propio Hoover y Farré.
Si Els embolics dels Hoover buscaba ser un
relato esencialmente humorístico, no termina de conseguirlo porque está escrito
en clave de entretenimiento más bien light.
Más mérito tienen, por la ironía sutilmente desplegada en el subtexto, las
observaciones sobre los comportamientos y las pequeñas miserias humanas que son
pan nuestro de cada día.
Por lo demás, hay una
especie de trama paralela que la novela sitúa en Barcelona, donde la madre de
Sarah descubre tras asistir a una conferencia las malas artes del
conferenciante, un hipnotizador llamado Santos, para terminar siendo ella la
hipnotizada. Es por aquí donde cojea Els
embolics dels Hoover: de una posible trama detectivesca se pasa a un
sainete un tanto deslucido, y en el que únicamente la escena en que todo Marrakech
parece estar buscando a Carol y su acompañante alcanza ciertas dosis de
hilaridad.
Biendicho recurre a la
polifonía narradora sin que parezca estar especialmente versado en la técnica.
La novelita (tiene 171 páginas solamente) avanza a trancas y barrancas, con más
voluntad de entretener que otra cosa, y no contiene grandes pretensiones
literarias.
Els embolics dels Hoover resultó premiada con el XXII Premi Ciutat d'Alzira,
un hecho que ciertamente dice en principio muy poco a favor del resto de
novelas candidatas.
Jorge, després del teu comentari, crec que no me la llegiré. A priori, no m'atreia gens la trama. Ara, encara menys.
ResponderEliminarHome, ja saps que n'hi ha que diuen que la vida és curta i les llibres bons són moltíssims. Aquest, em sembla, pot esperar una miqueta!
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